El macrismo defaultea el presente. Esa es su marca de agua. Antes
que gobernar, prefiere comentar que está gobernando. Porque gobernar implica
una erosión a la que no está acostumbrado.
El anclaje del macrismo está en el pasado. Y en el futuro,
simultáneamente. Viven allá. Y allá. El pasado es ese paraíso en el que el
kircherismo era un infierno en el gobierno. El futuro será ese paraíso en el
que el macrismo finalmente gobernará de una vez por todas esa Australia
agroindustrial y de servicios en la que cualquier adolescente recién salido de
la secundaria tendrá un lugar garantizado como empleado de un McDonalds o un call center, de manera que aprendan desde bien temprano en sus vidas que un self
made man gaucho es, antes que nada, sobreviviente del capitalismo sin cepos.
Notablemente, cuando este gobierno ve sacudirse alguno de
los pilares de su identidad, digamos por ejemplo 3 comentarios negativos en
las redes sociales, dos tuits muy erosivos, a diferencia del resto de los mortales que sólo pueden fugar hacia adelante, tiene
la opción de fugar hacia atrás. Eso explica por qué cuando el tarifazo pone a
máximo el fuego conque hierve el malhumor social, la respuesta es el timbreo, ese pasado glorioso, que murió hace ya más de 300 noches.
Esta estrategia tiene una única gran dificultad: los
anclajes de pasado y futuro están destinados a separarse, paulatina, irreversiblemente. El futuro
nunca llega. Pero el pasado está cada vez más lejos. Y el PRO se convierte en el personaje de un dibujo animado que se estira, graciosamente, con música de fondo y risas.
Y, Hooke lo permita, se estira. Y se tensa. Se tensa feo. Se ve en los humores crispados de su CEOcracia. Cuando el elástico está en su límite, las sonrisitas ganadoras de desdibujan, y el que le guiña el ojo a las chicas es Massa.
Las operaciones judiciales contra Cristina Kirchner son un intento de replicar una escenografía, cartón y madera, ahí atrás. Pero es escenografía y es cada vez más dificil ocultar terminaciones que no se hermanan, colores que no se complementan. Bonadío resultó ser tan mal escenógrafo como es mal juez.
Entonces sólo cabe preguntarnos qué es el presente, qué lo
materializa.
La respuesta es una y una sola, la misma de siempre. El
presente, denso, tibio y maloliente, es de nuevo el peronismo. Puchero maldito del país
barbecue. La Hidra de Lerna de la política argentina de los últimos
70 años, fija bulones y tirafondos al presente, recreando su propia
identidad.
No es extraño, entonces, que los resultados contantes y
sonantes de la cumbre davosiana sean paupérrimos en términos de anuncios de
inversión pero exuberantes en términos de recado dejado por los amos de la globalización
al cadete local: "Sólo pondremos el primer dólar cuando te construyas en
el presente. Y sólo te consideraremos en el presente cuando controles al
peronismo".
Una tarea nauseabunda la que le piden. Porque los mandantes no entienden que Macri y los suyos aborrecen al peronismo. Si les pidieran muerte y destrucción, incluso, sería más fácil.
Pero le piden que negocie, que pida y que conceda. A él. A quien los considera, sin contrastes, responsables de la decadencia
argentina. El macrismo, que no es otra cosa que la oligarquía vacuna, no puede someter
al peronismo por una simple razón: lo odia con un odio que anula cualquier
estrategia.
Eso era lo sensual de Menem, oh Menem, lo que no pueden reeditar con el muchachito de ojos celestes posta: el
menemismo controlaba al peronismo porque el menemismo era una hydra, otra más,
del peronismo. Menem armaba el excel del peronismo en un rincón, y a ellos sólo les quedaba
sacarse fotos con tapados, o mostrar el interior de casas que no eran suyas en José Ignacio, o coordinar y emprolijar el saqueo.
Cerremos esta nota, primera en meses en este blog, diciendo que si el macrismo defaulteó el presente, pues el peronismo, y en particular el kirchnerismo, defaultearon el pasado. Y el futuro.
Pero eso lo comentaremos más adelante.
1 comentario:
Bien observado.
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