La selección argentina quedó afuera del Mundial, y ahora todos nos sentimos con derecho a criticar lo que se hizo y lo que no.
Me siento un poco incómodo formando parte de esa caterva de críticos (impiadosos algunos, oportunistas otros).
La principal verdad, la que se come a todas las demás, es que nos callamos antes. Y hablar después, con el resultado puesto nos facilita mucho las cosas.
Asumo lo que me corresponde por hacer uso de cierto facilismo.
Pero más allá de esa consideración ética, creo que la autocrítica se nutre de análisis ex-post. Si queda vedada cualquier consideración por no haberla hecho antes, entonces no podemos decir nada de lo que ya no haya sido dicho.
En medio de ese ámbito contradictorio, entonces, marcamos un par de puntos que nos interesan.
El problema de la idea futbolística de Maradona, a mi modo de ver, no estuvo ni en la debilidad defensiva ni en el sostenimiento de un esquema con muchos delanteros (3 más Di María), tal como quieren ver algunos.
En cuanto a la defensa, ya habíamos señalado acá hace bastante, que no acordábamos mucho con la idea de jugar con cuatro centrales atrás, y que nos hubiera gustado ver marcadores de punta (sigo más adelante). Pero en lo que hace estrictamente a defender, salvo por algunos errores individuales, no hubo problemas en esa línea.
Por otro lado, la superpoblación de delanteros, o jugadores con características ofensivas, no siempre es motivo de descompensación defensiva. En este Mundial, casi todos juegan con 4 jugadores cuya tarea principal es atacar. Es la táctica “holandesa”: un enganche (o 9 retrasado, según las características del jugador que se elija para el puesto), dos wines (que también según las características de los jugadores, pueden jugar más abiertos y desbordando, o pueden hacer más diagonales, o arrancar desde un poco más atrás), y un 9 clásico.
En Holanda juegan Van Persie, Sneijder, Robben y Kuyt; en Alemania, Müller, Ozil, Podolsky y Klose.
En Argentina, los teníamos a Tevez, Messi, Di María e Higuaín.
La diferencia entre el esquema argentino y el de estas dos selecciones está un poquito más atrás. Holanda tiene a De Jong en la contención; Alemania a Khedira y Argentina a Mascherano. Pero en el caso de los equipos europeos, en las adyacencias de este 5 clásico, juega un volante con manejo de pelota de aceptable a bueno, que no se recuesta sobre ningún costado, sino que se mueve por todo el frente, que se hace dueño de la potestad de hacer la pausa, y de lateralizar, y elegir cuándo ser profundo, al tiempo que se convierte en el que primero interrumpe la generación de juego del rival, sobre todo en la salida rápida de contra. Es Schweinsteiger en Alemania y Van Bommel en Holanda (relativamente, porque la característica de enganche clásico de Sneijder hace que retroceda a jugar desde un poco más atrás, y Van Bommel se ve más liberado de ejecutar tareas de armador).
Esos 30 metros en las adyacencias de Mascherano no fueron ocupados naturalmente por nadie, ni para interrumpir el armado del contragolpe cuando se perdía la pelota en ataque, ni para tomar decisiones en el manejo de la pelota.
Una causa de esto, creo, se relaciona con la idea de Maradona de jugar sin laterales, con 4 centrales atrás. Veamos un poco: Alemania tiene a Lahm sobre la derecha, que es un lateral clásico, que pasa al ataque al vacío y por sorpresa, y que también sale a cortar juego más cerca de la línea de volantes cuando la pelota la tiene el rival y el volante por su lado no retrocede. Argentina no tuvo un jugador en ese lugar con esas caracterísicas en los últimos partidos (ni de la derecha, ni de la izquierda). Así, el volante que tenía que jugar en las adyacencias de Mascherano, se convirtió en un jugador de recorrido vertical y que jugó más abierto sobre el lateral: Maxi Rodríguez.
Pero aparte hay una causa remota en esta concepción: una idea que recorre los comentarios futbolísticos por distintas áreas. Maradona la tomó por momentos y por otros no, pero se abrazó a ella en los dos últimos partidos del Mundial. Es la idea que generó la sanción de que Riquelme es lento, frena el equipo, el tránsito en mitad de cancha tiene que ser más veloz, y por tanto ese tipo de jugadores no pueden jugar. También la sufrió Verón.
Esa idea, que desestima la pausa, que desprecia la lateralización, y que pide velocidad y profundidad continuamente es la que tiene que pagar los platos rotos de la derrota. Siga Maradona o no. Porque no hay fórmulas para ganar, y evidentemente los "lentos" no eran la causa (al menos la exclusiva) de nuestras derrotas.