Listo. Se aprobó la ley.
De esta forma se crea un marco legal para subsanar algunas situaciones que pudieran parecer injustas a priori:
Que dos personas que convivían no pudieran compartir una misma obra social, que uno de los dos convivientes no pudiera heredar al otro en caso de fallecimiento, que si uno de los dos era internado el otro sólo podía visitarlo si la familia lo autorizaba, que no pudieran sacar juntos un crédito hipotecario, y varios etcéteras más.
Y también se incorpora a la vida de las parejas homosexuales que decidan casarse algunas cosas no imaginadas en momentos idílicos, como la posibilidad de divorciarse, el estatuto de bienes gananciales y la división de bienes, la patria potestad sobre hijos adoptivos, etc.
Este carácter pedestre, prosaico, tendrá la aplicación de la ley aprobada el otro día.
Por eso podríamos prescindir, una vez que el debate parece saldarse, de todas las invocaciones a cuestiones como el principio de igualdad ante la ley, que le queda muy grande a una cuestión necesaria pero de alcance muy corto.
A veces da la sensación que ante cualquier modificación de un régimen socio-económico injusto (por naturaleza diría), algunos exaltados quisieran convencernos a todos de que se hizo, nuevamente, la revolución francesa. Sin desmerecer la importancia de algunos cambios, por supuesto, podríamos al menos dudar a la hora de hacer pronunciamientos tan definitivos.
A mí me cuesta creer (y en algún punto me preocupa que así se lo vea) que los posicionamientos políticos en relación al clivaje a favor/en contra del matrimonio igualitario puedan convertirse en definitivos, trascendiendo el evidente carácter coyuntural que tienen.
Me preocupa que se le de una trascendencia que no tiene esta discusión. Hemos visto estos días a gente embarcada en intentar demostrar que los homosexuales eran perversos y que por eso no deberían poder adoptar (cosa que hacen desde antes de la sanción de la ley) y que a eso se le respondiera con ejemplos de chicos criados por homosexuales que eran “mejores” que los criados por heterosexuales. O sea, la repetición del prejuicio, con rasgo valorativo inverso.
Por eso me parece temerario encarar sanciones morales (tanto que nos disgusta eso cuando lo hacen otros a partir de otros valores, y terminamos repitiéndolo) sobre quienes manifestaron alguna reserva en este tema. Me resisto a creer que la lectura de la biblia, la devoción por la virgen del rosario, la admiración de Jesucristo o el persignarse ante una iglesia, puedan ser elementos que definan dónde quedan los amigos y los enemigos (y aunque se mantengan los prejuicios, hasta sería un avance que, en nombre de la honestidad intelectual, se incluyeran otras religiones en la lista de enemigos de esta guerra santa al revés)
No puedo dejar de pensar en que cada vez que se habla de derechos, de igualdad, de garantías legales, se obvie lo que es más evidente que ninguna otra cosa: vivimos en sociedades cuyo principal elemento discriminatorio es la posesión de bienes, donde nada se distribuye tan injustamente como el ingreso, donde ninguna figura jurídica es tan perversamente discriminatoria como la propiedad, a la que todos tenemos derecho, siempre y cuando tengamos con qué pagarla.
Y que frente a ese clivaje probablemente no se repetirían los mismos alineamientos que se dieron en relación a la aprobación del matrimonio igualitario.
Es un avance el matrimonio igualitario. Me gustaría que no lo tomáramos como el elemento que nos sirva para identificar y perseguir "nazis".
5 comentarios:
El secreto es que necesitan enfrentamientos, reafirmar su confianza en si mismos con una victoria cada tanto sobre enemigos, algunos reales, otros se inventan.
El costo?: no importa. La política?, bien, gracias.
Omix, aclare... Ud habla de los Kirchner, o de los taliabenes del arzobispado antes de conocer el resultado?.
Me parece que aplica para los dos.
Si se podia ganar, porqué alimentar semejante monstruo con una claudicación por las dudas?
Es al revés, alta política.
"Los relatos" de uno y otro lado son como las declaraciones antes del partido. Cada uno usa su propio cassette preestablecido, pero en la cancha se resuelve el partido.
Fede M
Iglesia o las iglesias, por que mi hermana es evangeklista y se opone y no se que dirán musulmanes y judíos.
A todos ellos les digo que yo pienso distinto, pero les respeto sus convicciones. Sinceramente, sin chamuyo, sin hipocresía.
La católica se oponía, estaba claro desde un primer momento.
Asi que el libreto de la Iglesia, me importa un bledo. Del que me quejo es del libreto que jugó la pararda a favor. Que berretada, anacronismos tan desubicados como chupete en el tuje.
Todo bien Omix. Y digo, talibanes hubo de los dos lados. Y se dijeron cosas altisonantes a uno y otro lado del debate. Incluso me parece que es necesario, porque permite a los razonables sentarse a negociar. En este caso, en la(s) Iglesia(s) la posta la llevaron los sectores más extremistas y así les fue. Si Negre de Alonso hubiera seguido la estrategia de Bergoglio desde un principio, como dijo Pichetto, hubiera habido una ley menos ofensiva para la minoría ultrareligiosa.
Insisto con lo que dije en varios blogs por ahí... el gobierno en esto consiguió una victoria sin demasiado esfuerzo. La iniciativa y la movilización no le eran propios, por lo tanto no perdía demasiado si salía al revés. Y sin embargo ganó bastante al debilitar a un sector que, como el mediático, comenzaba a verse a sí mismo como el polo aglutinador de la oposición. Más ganancia, imposible.
Fíjese una cosa, hasta hace un par de semanas, Bergoglio promocionaba el anacrónico documento de Dromi, a cuya presentación asisitió el elenco estable de los impresentables. Hoy, en cambio, ya empieza a hablarse de su jubilación: http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0487/articulo.php?art=23029&ed=0487
Excelente, Mariano. 100% de acuerdo
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