martes, 31 de agosto de 2010

El inigualable

En Buenos Aires se celebró en estos días que pasaron algo así como el Festival del Tango. Un evento en el que aparecen tocando y cantando algunos músicos no suficientemente hostiles con el interés político del organizador (que en este caso es el Gobierno de la CABA). Hay un concurso de baile de alcance internacional, y algunas que otras exposiciones, muestras y shows que revelan el "espíritu tanguero" de nuestra ciudad. No le pasé cerca ni a 10 cuadras.

Qué sé yo de qué se habla exactamente cuando se habla de tango. Con decir que, por ejemplo, tuvo destacada participación en el festival Rubén Blades, ya nos podemos hacer a la idea de que el concepto es amplio.
No tengo la suerte, particularmente, de saber disfrutar del baile. Me resulta, más vale, aburrido. Por otro lado, creo que si se hiciera una lista de los músicos más destacados del género, bastante más de la mitad serían ajenos a mis preferencias. Quiero decir: no creo que me guste "El Tango", así, en sentido amplio. Soy muy discriminatorio. Aparte de que estoy bastante desactualizado de todas las nuevas corrientes tangueras, que según tengo entendido, incluyen hasta DJ´s.

Pero tengo una debilidad especial por un artista. Tal vez, el más grande artista popular de todos los tiempos y de todo el mundo. Perfecto. Indispensable. Que los argentinos nos tengamos que privar de sostenerlo y que les rindamos pleitesía extrema a artistas infinitamente menores, es una muestra del snobismo que invadió nuestro sentido común, de la eficacia del colonialismo cultural del que seguimos siendo víctimas (voluntarias). Ya lo comentamos alguna vez.
No conozco ningún cantor popular (del mundo!) que alcance la virtuosidad de él. Ni Edith Piaf, ni Bing Crosby. Tal vez algún compañero o amigo me sepa presentar uno. Sin compromiso. Estoy casi convencido de la imposibilidad de la tarea.



Es un homenaje por nada. Simplemente por volver a escucharlo y compartir la admiración inigualable que me genera.

sábado, 28 de agosto de 2010

La "izquierda" y el dilema de crecimiento

Varios ejemplos de fuerzas políticas con un discurso autoreferenciado en la izquierda ideológica hay en la historia reciente de la Argentina, para trazar paralelismos con lo que les ocurre en la actualidad a algunos liderazgos.

El primer elemento a resaltar es la raigambre porteña, por ahí extendida a otras pocas ciudades y a algunos partidos del GBA, de estas fuerzas. Nacen en ciudades grandes, que son los únicos lugares del país donde existe un sector relativamente numeroso de la sociedad permeable a la identificación con el concepto "izquierda". Relativamente numeroso significa menos de un 10% del padrón electoral.

Pero esta misma oportunidad, a poco de andar, se convierte en un límite. Esas mismas ciudades, mayoritariamente habitadas por clases medias, encuentran un sector bastante más amplio de la sociedad refractario a la aceptación de tal referencia ideológica. Y más todavía, refractario al conflicto, al enfrentamiento con el capital concentrado. No tanto la palabra "izquierda" sino las acciones consecuentes alejan a estas fuerzas políticas de la posibilidad de crecer en los territorios que les dan origen.

Los ejemplos, a esta altura de intuición sencilla, son varios. La "izquierda" enfrenta el dilema de crecimiento. Abandonar sigilosamente el discurso sobre el cual pudo hacer pie, para ir avanzando en uno de aceptación más probable por parte sectores sociales más amplios, menos militantes pero con más votos (lo cual promete más cargos) es casi un acto intuitivo.
Se esconde entonces en un cajón olvidado la foto con Chávez y se empieza a hablar del pacto de la Moncloa y las virtudes de Felipe Gonzalez (un hombre de diálogo y consenso...con las grandes corporaciones para las cuales hoy hace lobby). O se renuncia a las diatribas contra grupos económicos concentrados para adoptar la defensa incondicional de nuestro proveedor de internet, cuya ausencia, de sólo imaginárnosla, nos provoca una sensación metaforizada con la muerte o la locura.

Nada que no se haya discutido muchísimas veces, lo dicho hasta acá. Pero tiene un corolario que vaya a saberse por qué nos cuesta aceptar. En Argentina, el clivaje "republicanismo - populismo" sigue siendo más potente que "izquierda - derecha".
Por eso tal vez, no podamos esperar actitudes contestatarias para con el status quo provenientes de otro lugar que del populismo. Al que no le guste, puede proponerse un objetivo de largo plazo para modificarlo, pero en el corto...resignación.
 La "izquierda" tiene que vencer muchos obstáculos antes de poder enfrentarse con el establishment.

viernes, 27 de agosto de 2010

Solanas

Pino Solanas es un referente político al que el gobierno teme (en términos de estrategia para la construcción política, digo).

La voz de Pino, para tener alcance, necesita amplificación. Su construcción política es mediática, no territorial. El partido que fundó es personalista. Empieza en él y termina, no digo en él, pero a no más de 3 o 4 pseudo cuadros sin base. Sin embargo, difundido por la prensa profusamente, su discurso hace mella, y arrastra seguidores, en cantidad atendible en centros urbanos (de hecho, hasta podría ser primera fuerza en CABA si se decidiera a conseguirlo).

Tiene una diferencia fundamental con otros liderazgos de su misma especie: la referencia ideológica de su discurso. Pino es izquierda nacional.
Y pega por un flanco en el que el kirchnerismo, a falta de oponentes de fuste y beneficiado por la comparación con lo inmediatamente anterior, combinado todo esto con algunas varias decisiones que tomaron ese rumbo ideológico, pudo hacerse fuerte.

Por acción u omisión, cualquier actor que apueste a un debilitamiento político del kirchnerismo necesita cuidar y hasta fomentar la existencia de un Pino. Para demoler la pared que supuestamente hay a la "izquierda" del kirchnerismo. 
Esto es una verdad repetida muchas veces entre 2007 hasta hoy. Que operó con intermitencias de intensidad. Hoy vuelve a un punto alto del ciclo.

El discurso de Solanas varía en matices y circunstancias, pero mantiene una línea definida. Las petroleras, la Barrick Gold y las mineras en general, el establishment financiero internacional, las privatizadas de servicios públicos, son (según él) agentes cuyos intereses deberían quedar limitados por el accionar neutral del Estado, que para ello debería plasmar una visión de desarrollo nacional (fronteras adentro) y con espíritu redistributivo. En medio o como derivación obvia, queda la denuncia a la cooperación y la connivencia que el Estado presta (desde la óptica de Pino) a la hora de facilitar negocios a estos actores, que resultan en vaciamiento de la Nación.
Entonces, despotrica (Solanas) contra el permiso tácito que el Estado brinda a las petroleras o a las mineras para que expolien las riquezas del subsuelo de la patria sin dejarle al país ni siquiera dividendos aceptables por la faena, propone suspender provisionalemnte cualquier operación de canje o pago de deuda que se anuncie a los fines de revisar la legitimidad de la misma con el fin de obtener una quita suculenta de parte de las entidades financieras internacionales que son, en los hechos, representantes de los intereses de todos y cada uno de los acreedores, o plantea restaurar aportes patronales al nivel anterior al concedido en los noventa por el ex-ministro de economía, Cavallo.
Propone un cambio de postura desde el Estado: dejar de cooperar con, para enfrentar el avasallamiento de la soberanía nacional en distintas formas que de una u otra manera estos grupos llevan a cabo.

Fenómeno. Sin embargo, hay un punto insoslayable, desde el cual sobreviene la duda. ¿Qué pasa cuando el Gobierno (mal que le pueda pesar a quien sea, en representación legítima del Estado), en un hecho inédito desde 1983, plantea un enfrentamiento abierto con uno de los 5 grupos económicos más grandes de la Argentina?
Uno puede suponer que es legítimo que Solanas no coincida con alguna forma empleada. Se puede hasta prever que desde la "izquierda nacional" se denunciará la insuficiencia de las acciones, y se exigirá que se trate de igual modo a otros grupos económicos. Incluso cabe esperar que un dirigente político de tal extracción tome distancia y se declare prescindente en el enfrentamiento (mmm, esto ya es un poquito más forzado, hay que tener un poco de estómago para aceptarlo).

Se podía esperar, decía, hasta que tomara distancia. Pero encarar una defensa cerrada de las empresas del grupo, ya es otra cosa.
Es imposible compatibilizar un discurso de izquierda nacional con la denuncia de prepotencia por parte del Estado en el avance sobre un grupo económico concentrado. Es imposible declararse de izquierda nacional y actuar en consecuencia con la idea de que el Estado es un poder avasallador, cuando disputa con una corporación privada que pretende mantener el alcance dominante en los rubros comerciales en que opera.
¿Se puede seguir ostentando el cartel de "izquierda nacional" y decir que si "me sacan Fibertel me muero"?

¿Qué muestra de recule, diálogo y consenso exigirá la "izquierda nacional" al Estado en su disputa con una corporación? ¿Qué grado de tolerancia debe tener el Estado, según esta "izquierda nacional", para con determinados poderes fácticos, económicamente concentrados?
¿Cuáles son las formas que admitiría viables la "izquierda nacional" si tuviera que enfrentar en serio el poder de las mineras, las petroleras o el establishment financiero? ¿Dejarían de pagar la deuda externa y la repudiarían, pero sin lesionar intereses?

Un dirigente que ante un enfrentamiento abierto entre el Estado (mal que le pese, reitero, el Gobierno actúa en representación legítima del Estado) y un grupo económico de proporciones, opta por la defensa de éste último, pierde cualquier tipo de autoridad moral para proponer la lucha contra los intereses de las mineras, las petroleras o los bancos. Ya no se puede ser la "izquierda nacional" después de eso.
Pino Solanas, hoy, es un moderado. Si se tratara de otro, podría decirse que es un cobarde. No lo hacemos, por respeto.
Está muy bien, es su derecho elegir qué ideología representar, pero que devuelva las banderas.

Por este camino, además, su poder de fuego "por izquierda" se diluye inexorablemente.

jueves, 26 de agosto de 2010

In crescendo

Otra vez, nuestro amigo y líder de la izquierda empresaria, Fernando Solanas, sorprende con sus declaraciones:


Ya sabíamos que el nuevo congreso se aprestaba a asumir facultades que se habían delegado en el Ejecutivo (incluso, parece que asumirán algunas que sería mejor dejar bajo la órbita del Ejecutivo, pero en una democracia, a nadie se le puede negar el derecho a caer en el desatino). Sobre lo que no nos habíamos informado es que también asumirían facultades del Poder Judicial.

En fin, por este camino, falta poco para que Pino se despache con que los desaparecidos tampoco fueron 30 mil. Apelamos a que alguien de su confianza le diga algo.

Wi-Fi y pobreza

De Vido dijo que en 120 días va a haber Wi-Fi gratis en todo el país. Un poco jactancioso el anuncio. Los que saben del tema podrán decir si técnicamente es viable. Pero no es eso lo que me importa destacar.

Ayer hubo "debate" en el nuevo Senado (el de Menem, Romero, Pichetto, Rodríguez Saa, Morales, Sanz, el ex-síndico menemista en Papel Prensa Luis Juez). ¿A quién se le habrá ocurrido llamarlo nuevo? En fin.
Decía que hubo debate a propósito del caso Fibertel. Y allí, en ese lugar y en ese marco, una Senadora Nacional mencionó el tema del Wi-Fi gratis, replicando un argumento que a los distraidos les encanta.
Decía la senadora que el anuncio se asimilaba al del "cohete a la estratósfera" de Menem, ya que se les prometía Wi-Fi a personas que no tienen gas, o no se pueden garantizar la alimentación.

Ese es el concepto de pobreza que sería bueno poder erradicar definitivamente.
Resulta que nos rasgamos las vestiduras hablando de "brecha digital", caemos repetidas veces en el lugar común de que "sólo la educación" hace a los hombres libres, y sólo a través de ella se podrá vencer a la pobreza, y finalmente volvemos a la tontería de que a la pobreza sólo se le puede ofrecer limosna. Los chicos pobres quieren Wi-Fi, y quieren Play-Station. Y también gas y comida.
Así es que las madres de los chicos pobres hacen escandalizar a mentalidades rancias cuando en lugar de yogur les compran a sus hijos galletitas de chocolate con los "escasos recursos que tienen".
Es que no podemos "domesticar" a los pobres para que deseen sólo aquellas cosas que les hacen "bien". Los muchachos, cuando salen de la obra, se toman unas cervezas. Son así: se gastan el salario en boludeces en lugar de dedicarlo a la reproducción de la fuerza de trabajo. Otra muestra de la falta de seguridad jurídica.

No es para asombrarse tampoco. Alguien, no hace mucho, se quejaba de que la plata de la asignación por hijo se la patinan en el bingo y la falopa.
El fondo del argumento es el mismo. A la pobreza se la combate sólo con limosna, con bolsones de comida. Todo lo demás sobra.

A veces, se es más conservador, justo cuando más empeño se pone en no serlo.

lunes, 23 de agosto de 2010

Fibertel o muerte

La decisión del Gobierno de impedir que Cablevisión SA siga operando con una licencia de telecomunicaciones otorgada a una sociedad disuelta (Fibertel SA) es controvertida.

En principio, uno piensa que de cara a la organización de un negocio como el triple play, debería facilitarse la convergencia tecnológica para que esto redunde en menores precios. La medida, parece ir en sentido inverso (muchos usuarios de internet y cable se pasarían compulsivamente al paquete teléfono e internet). Por otro lado, sacar del medio a uno de los actores que se disponían a correr en dicha carrera puede ser visto como un "favor" hecho a otros actores y futuros competidores del malogrado. Y esto favorecería la concentración. Una concentración, por otra parte, que sólo sería posible mantener en el corto plazo yendo a contramano de la convivencia de tecnologías alternativas y bajo riesgo de convertir al negocio en un monopolio natural.

No estoy afirmando que todo lo antedicho sea efectivamente así. Lo principal es que el proceso es dinámico, y lo que pueda pasar con Fibertel y cómo quede el mercado sin la empresa o con la empresa es transitorio. Pero todas esas dudas expresadas son atendibles.

Por otra parte, dicen los que saben, que los derechos adquiridos por Cablevisión son incontrastables y muy fácilmente demostrables en la Justicia. Que los jueces no van a poder no hacer lugar a los múltiples pedidos de amparo que presentarán los usuarios para obtener la "garantía constitucional" de poder seguir siendo clientes (si así lo desean) de una empresa inexistente. Después de todo, sabemos bien que uno tiene derecho a elegir por quién ser estafado, y el Estado no tiene por qué meterse a decidir si una empresa está actuando al margen o dentro de la ley. Porque, (cosa que Moyano no entiende) en una verdadera democracia los derechos de uno terminan donde empiezan los derechos de los accionistas de Cablevisión.

Ahora si ya los argumentos del último párrafo pueden ser tratados con sorna por un "cancherito" con ganas de joder, qué decir de la frase de Pino Solanas. ¿No es demasiado, muchachos, defender a Fibertel?

miércoles, 18 de agosto de 2010

Ahora dicen que el aumento del precio del trigo hace subir los panificados.

Finalmente se confirma lo que fue motivo de acalorados debates: el aumento del precio del trigo empuja hacia arriba el precio de los panificados. Al menos eso sostiene esta nota de I-eco. Difícil saberlo, porque , por ahí, Clarín miente y los panificados no aumentan. Paradojas cruzadas se desprenden de estos razonamientos chicaneros, a uno y otro lado del mostrador.

Demás está decir que el impacto de la volatilidad del precio internacional del trigo en el ámbito doméstico podría haberse amortiguado a través de un esquema de retenciones móviles. Tanto para la suba (que fue de 50%, aproximadamente, en 45 dias), como para la futura baja, un poco más discreta que la suba pero rauda también, que seguramente sobrevendrá en algún tiempo (olvídese señora que en este caso se sienta el efecto en los precios domésticos; "pelito pa´la vieja" decíamos en mis épocas, para significar que un cambio de figuritas no admitía devolución), y que dará como consecuencia la configuración de un esquema de márgenes desproporcionados entre los distintos actores de la cadena (lo cual podría hacer suponer que los "ajustecitos" seguirían, con diversos "toquecitos" propios de una puja distributiva, al menos hasta que alguien con bigotes, casco y guantes de box diga basta).

Ahora, justo en este momento en que se discutía la eliminación de las retenciones al trigo, que pase esto, parece a propósito...

martes, 17 de agosto de 2010

Jubilaciones

Si bien los acuerdos entre los bloques parece que tienen algunos problemitas, la inminencia del tratamiento de un proyecto de ley que fijaría la jubilación mínima en el 82% del Salario Mínimo, Vital y Móvil, es una buena ocasión para tratar el asunto y exponer algunos elementos no demasiado visibilizados.

Varias veces hablamos de la diferencia entre sistema de capitalización y sistema de reparto. De hecho, varios de los dirigentes opositores que se encuentran hoy motorizando el tratamiento del 82% se manifestaron oportunamente contrarios a la estatización de la administración de fondos jubilatorios. Dicha estatización (vale recordarlo una vez más) significó abandonar el sistema de capitalización para volver al sistema de reparto.

El proyecto del 82% móvil, sin embargo, es incompatible con un sistema de capitalización, en el que a lo largo del tiempo que el interesado crea que sobrevivirá, las administradoras (privadas en el ya inexistente caso argentino) le van devolviendo los ahorros previsionales (capitalizados por sus inversiones, pero con descuento de comisiones). Es decir, si en la cajita tenés 150 lucas y vos creés que vas a vivir 10 años, te tocan 15 lucas anuales (13 salarios, incluido el aguinaldo). Ni 82% ni un corno.
De manera que, de algún modo, el tratamiento de este proyecto vendría a ser una especie de reconocimiento tardío de los otrora defensores de la capitalización, de que volver a reparto era mejor. Con la salvedad, por supuesto de que seguramente esa no era la forma, ni ese era el momento, que son las excusas preferidas por algunos dirigentes para no acompañar las iniciativas oficiales, salvo (hay que reconocerlo también) en el caso de los festejos del Bicentenario, en los que todos coincidimos, tal vez no en la forma, pero sí en que el momento era el adecuado.

Otro temita para ver es cómo quedaría la cuestión con la ley de movilidad jubilatoria. En principio, se generaría una situación compleja, relacionada con que habría una pauta más de movilidad. Aparte del coeficiente con el que se calculan los aumentos bianuales, entraría a tallar el comportamiento del SMVM. Y estos dos elementos no necesariamente funcionarían de manera coordinada. En el cálculo que se hace para calcular la movilidad jubilatoria, si bien se mide la variación salarial, también se contrapesa con el resultado financiero de ANSeS, de modo que la sustentabilidad del pago de las obligaciones quede garantizada por la existencia de ingresos acordes al aumento de las mismas.
El SMVM no tiene este patrón de comportamiento. Por lo cual podría generar desfasajes. Por ejemplo, que las erogaciones por jubilación aumenten más que los ingresos de ANSeS.

Pero también podría darse el caso inverso. Al quedar la jubilación mínima atada al SMVM, y siendo que el aumento del SMVM está supeditado a la convocatoria del Consejo del Salario, y es en definitiva un acuerdo de partes, la voluntad para llegar al acuerdo quedaría descompensada por el hecho de que el Estado podría eventualmente perder el incentivo de propiciar un aumento de SMVM que le signifique asumir obligaciones incumplibles. De modo que  la idea de atar las jubilaciones al SMVM para que éste las traccione podría darse vuelta, y significar (las jubilaciones) un lastre que le impidan al SMVM mantener su ritmo actual. Por ahí, alguno, en el fondo, tiene esa intención.

"Algo de eso puede haber", dice un amigo mío, cada vez que piensa en que el motivo de desacuerdo entre los bloques de la oposición es la propuesta de recomponer los aportes patronales al nivel previo al de 1993. Cosa que también desaprueba nuestro "lainman" Funes de Rioja, quien casualmente, hace poco, le quiso cobrar orsai al SMVM.

miércoles, 11 de agosto de 2010

El clásico sudamericano


Elemaco, en economista serial crónico, viene publicando una serie de posts en los que busca demostrar que el “modelo kirchnerista” es insustentable.


En el último, basa su razonamiento en que la inflación alta genera pobreza, y que si esto no estalló todavía en una crisis y los indicadores sociales se mantienen estables desde 2006, se debe a la utilización de “balas de plata” (AUH, jubilaciones) que sólo fue posible disparar merced a la existencia de un contexto cercano al óptimo (términos de intercambio favorables) y “últimos recursos” que tienden a agotar stocks que ya no podrán utilizarse en el futuro (ANSeS, arcas fiscales con ingresos extraordinarios).

Cada vez que se menciona la idea de que la inflación en Argentina sea una consecuencia no deseada de un proceso que combina crecimiento de la economía, términos de intercambio favorables (precios relativos altos para los alimentos a nivel mundial) y puja distributiva, se pone el contraejemplo de Brasil. Este post de Elemaco, de hace un mes, es un caso.

Es cierto, los progresos en Brasil de los indicadores sociales y la distribución del ingreso son notables, y Lula tiene muy merecida la alta estima. Pero… también hay que hacer algunas salvedades, para ver completo el panorama.

Primero, los indicadores sociales de Brasil, tan mejorados por este proceso inédito en cuanto a redistribución del ingreso, no son mejores que los de países atormentados por la máquina de generar pobres que es la inflación alta, por ejemplo Argentina.
Para no abundar demasiado, el Índice de desarrollo humano de la ONU sigue dándole mejor al “fabricante de pobres” que al “progresista mais grande du mundo”.
La mayor valuación de la moneda brasilera puede tener algún efecto sobre la medición de pobreza e indigencia, ya que tiende a sobreestimar el poder de compra de los ingresos, también. Pero más allá de eso, es correcto afirmar que los mayores avances en cuanto a disminución de la pobreza, Brasil los ha dado de la mano de subsidios directos (“Hambre cero”, “Bolsa de comida”). Entonces, no es justo señalar como salvedad que Argentina se valió de recursos fiscales extraordinarios para llevar a cabo políticas de amortiguación de los efectos de la inflación, ya que también los ingresos fiscales brasileros, utilizados para estos planes, provienen como efecto de un ciclo ascendente, de crecimiento de la economía.


En cuanto al orden macro, y el equilibrio externo, si los favorables términos del intercambio (o sea, que estén relativamente altos los precios de lo que exportamos) son el sostén que nos salva de la restricción externa que nos haría entrar en una espiral de devaluación-inflación, al tiempo que son el viento de cola que nos hace crecer ¿qué decir de la avalancha de dólares que recibe Brasil por su cuenta financiera, lo que le mantiene en orden la balanza de pagos y le permite al banco central seguir aumentando sus reservas a pesar de tener una cuenta corriente deficitaria? ¿No son las bajas tasas de interés en dólares una suerte de “viento de cola” para la economía brasilera, que le sostiene el orden de la macro? ¿No tendría que devaluar Brasil si el flujo se le cortara?
¿Y cuáles serían los efectos “sociales” de tal situación? Porque (la verdad) a los pobres las tasas reales positivas y el “investment grade” les importan tres carajos.

Es llamativo realmente que, cuando se compara a Brasil con Argentina a nadie se le ocurra pensar en que la diferencia fundamental es el grado de diversificación productiva.
Brasil no tiene un “campo”, un “cobre”, del cuál dependa con tanta fuerza el ingreso de divisas. El aparato productivo brasilero está diversificado, y sobre la base de la tenencia de instrumentos creados a los fines de fortalecer tal status, tiene en funcionamiento una compleja maquinaria de apoyo a sus actividades productivas diversas. Repito: diversas.
Entonces, y apoyándonos en esta diferencia de base, sin la puesta en marcha de políticas que sostuvieran artificialmente un tipo de cambio real alto tal vez tendríamos una inflación “brasilera”, pero ¿sería de 8% el desempleo en Argentina, o mayor? ¿Cuánto mayor?

La macro argentina habría que compararla con la brasilera de hace 30 años, para tener un panorama más completo.

viernes, 6 de agosto de 2010

Una propuesta sincera

Carlos Melconian, más allá de la ideología en que se inscribe su pensamiento, goza de reconocimiento por contar con muchas virtudes en materia técnica.

Y para quienes no coincidimos con él, tiene una virtud muy apreciable (por el contraste con algunos de sus colegas): es sincero.

Escucharlo hablar, en sus esporádicas visitas a programas de cable en los que se explaya sobre la situación actual de la economía argentina y abunda en recomendaciones correctivas de política económica, puede servir, a quienes necesiten despejar alguna duda, para determinar claramente cuáles son las cosas que están en juego cuando se opina de conceptos aparentemente neutros.

Lo recomiendo. Mientras tanto, hago una exégesis sin una fuente determinada.

Hoy, Carlos Melconián anda preocupado porque “las cuentas no cierran” (y se refiere a las fiscales). Dice que desde 2003 la presión fiscal aumentó en 10 puntos, y que aún así el esquema económico actual insume una cantidad de recursos fiscales que no le permite al Gobierno tener un superávit robusto.

Aclaración: él incluye en la cuenta, por ejemplo, los adelantos transitorios del BCRA, que son deuda de corto plazo que toma el Tesoro (en pesos) y que se cancela contra remesa de utilidades del Banco. Incluye también el incremento de la deuda flotante (producto de diferir obligaciones –“a los productores agropecuarios todavía no les reintegraron por la cosecha de trigo del año pasado!”; tampoco les reintegraron a los exportadores de manzana por las exportaciones de hace tres años; la cosa funciona así desde siempre-). Y arma un consolidado que incluye la situación fiscal de las provincias, también.

Atribuye a esta situación fiscal (que es también cambiaria, de alguna manera) el motivo primero de los desequilibrios macroeconómicos cuyo síntoma es la inflación.

Entonces, dice cosas como que los aumentos a los jubilados del 25%, se dan porque en realidad se les quitó antes (por inflación), que lo mismo pasa con el salario mínimo y con los aumentos en paritarias.

Y propone cortar el círculo “vicioso” de consumo-inflación-recomposición de ingresos. ¿En qué eslabón de la cadena? En el último, en el de los ingresos.

Dice, por ejemplo, que hay que moderar las expectativas de incremento salarial, que no sirve de nada darles plata a los jubilados porque eso no recompone sus ingresos reales más que por un tiempo. Que el Estado tiene que aflojarle a la presión fiscal, por un lado, y por el otro dejar de gastar. Y así, sacándole plata de la mano al que consume, en el mediano plazo (mediano plazo significa unos años) la inflación convergería en números aceptables, similares a los de los países serios como Perú (no se rían, irrespetuosos).

Entonces, creo que aprendí: con salarios y jubilaciones congelados y precios “en aumento decreciente hasta converger en una inflación de un dígito", se recompondrían los márgenes de las empresas (por lo menos de las más importantes), y, sin la obligación de reinvertir utilidades para satisfacer un consumo sobrecalentado que ya no existiría, ni de remarcar precios para “hacer frente a los aumentos del costo salarial”, podrían dedicar más tiempo a la composición de su portafolio financiero, ya que contarían para eso con los excedentes que ya no se apropia el consumidor, cosa que se nota porque (que se le va ´cer) ya no consume como antes. Reglas claras, seguridad jurídica, que nos permitan tener un horizonte a la vista, para invertir a largo plazo, como pasa en Botswana, por ejemplo.

Bueno, qué sé yo, son ideas. Al fin y al cabo todos tenemos la obligación de aportar lo nuestro para combatir el flagelo de la inflación, no?

jueves, 5 de agosto de 2010

Minería


No es intención discutir sobre los pormenores de la actividad minera. Sino sobre algunas ideas que se vierten abiertamente sobre la misma en los medios de comunicación, en las discusiones cotidianas, en los comentarios al pasar.


Es hora de que la palabra minería deje de tener la connotación negativa que arbitrariamente se le otorgó en estos años.

Porque promover la actividad minera pareciera ser, según un sentido común construido, incurrir en un delito. Dudar acerca de que la minería sea, en términos absolutos, una actividad nociva para el planeta y la humanidad es, según ese mismo sentido común, la velada defensa de algún oscuro interés.

Ese es el trasfondo semántico que subyace a cualquier discusión sobre el tema. Inevitablemente, las mismas culminan al tiempo que empiezan: la sola mención de intereses mineros actúa como decisiva en el diferendo.

Esto es, sin dudas, un prejuicio. Aún cuando sea verdad en la conclusión, pido, al menos que se nos dé el “beneficio” de articular dicha conclusión con algún silogismo, con alguna argumentación. O sea, el que quiera expresar esas sentencias que cumpla al menos con la cordialidad de demostrar que sus lapidarias afirmaciones son válidas.

Podríamos pasar así a un nivel superior en la discusión.

Y podríamos, por ejemplo, ver qué pasa cuando desde un programa de televisión una persona cualquiera habla de la minería como si se tratara del mismísimo demonio, sin reparar en que casi todo lo que lo rodea en ese preciso instante es producto de esa actividad diabólica. Cuantificar, en definitiva, qué grado de “atraso” estaríamos en condiciones de tolerar en caso de que quisiéramos hacer las cosas tal y como las pide esa ONG intachable y de financiamiento tan claro como es Greenpeace (che, los del fondo, no se rían).

Digo, al menos podríamos tener la deferencia de distinguir la obtención de silicio de la de oro, qué se yo, para ir entrando en tema, por lo menos.

O podríamos conversar acerca de por qué representantes políticos de una ciudad como la de Buenos Aires, que genera una contaminación varias veces más dañina para con el medio ambiente que la que provoca la minería misma, ponen tanto énfasis en criticar la actividad minera.

O por qué desde una ciudad que en el más suave de los casos alberga una población altamente consumidora de productos mineros se “exporta” esta preocupación medio ambiental hacia zonas apenas productoras (y no muy beneficiadas históricamente). Porque las cajas de seguridad de los bancos de la CABA, tan rebosantes en joyas de oro y exceptuadas de cualquier declaración para el pago de impuestos, son propiedad, en general, de vecinos porteños. Sin embargo, sus representantes prefieren mostrarse preocupados por los efectos nocivos de la minería a cielo abierto para producir…sí, sí, oro. Cuando en realidad deberíamos hacer el reconocimiento de que la cadena productiva y de consumo tiene dos puntas, y que no se puede afectar a una sin tocar a la otra.

La escena de un diputado porteño progre “acusando” al gobernador de San Juan de permitir la explotación minera se parece mucho (pero mucho) a la del funcionario de cancillería yanqui para el hemisferio sur (“progre”?) que para perseguir el flagelo de la droga promueve la fumigación de los campos cocaleros bolivianos.

Tal vez, cuando hayamos llegado a un consenso básico sobre alguno de estos puntos, nos pongamos a hablar del tema principal, que es el impositivo.

martes, 3 de agosto de 2010

El Fondo de Garantía de la ANSeS



La decisión de capitalizar a la ANSeS estatizando la administración de los fondos que manejaban esas entidades financieras de ahorro forzoso llamadas AFJP, fue una de las decisiones más trascendentes que se tomaron en los 7 años de “era K”.

Muchas cosas se dijeron y se dicen sobre el tema, lo cual nos impulsa a hacer un pequeño punteo.

Con la decisión el Estado recuperó un stock que en aquel momento era de 90.000 millones de pesos aproximadamente. Este stock estaba repartido en distintas inversiones: más de la mitad eran títulos públicos, y el resto se repartía entre plazos fijos constituidos en el exterior y acciones u otros activos financieros (las inversiones menos conservadoras, digamos).

Por el otro lado, la otra pata del asunto es el flujo, que podemos dividirlo en dos, de acuerdo a las fuentes de donde proviene: por un lado, están los aportes de la población activa, y por otro lado, los rendimientos de las inversiones que mencionábamos cuando hablábamos del stock.

El cambio de sistema (de capitalización a reparto) significó una modificación esencial de tipo financiero. Simplificando mucho, decimos:

En el sistema de capitalización, el stock se ve potencialmente afectado al pago de jubilaciones, mientras que el flujo es el dinero disponible en el corto y mediano plazo para la inversión.

El sistema de reparto cambia esa concepción: le sustrae al (mini) mercado de capitales el flujo (que se usa para pagar jubilaciones actuales, por lo cual ya nadie financia con esa plata, digamos…, al Grupo Clarín comprando sus acciones), y deja disponible el stock, que se ve liberado de obligaciones futuras. Esa guita es la que constituye el llamado Fondo de Garantía.

Esta situación ha provocado que cada vez que la ANSeS decide invertir parte de este stock, desde la oposición y algunos medios de comunicación se infundiera la idea de que la plata se va acabando. Esta falsedad queda desmentida, primero, en el hecho de que el Fondo de Garantía hoy es bastante mayor a cuando se realizó la estatización (150.000 millones de pesos). Esto se debe a varias cosas: las inversiones realizadas van rindiendo (los plazos fijos pagan intereses, etc.), muchos títulos y acciones se encontraban deprimidos en su cotización en aquel momento y la han mejorado (esto es meramente contable por lo pronto, digámoslo también), etc.

Y el otro elemento que desmiente la idea falsa es que en el cálculo de la ley de movilidad jubilatoria por la que se dan dos actualizaciones anuales de las jubilaciones, se incluye como uno de los componentes el resultado financiero de ANSeS. Si el Fondo de Garantía se fuera licuando, si las obligaciones de ANSeS crecieran más que sus ingresos, los aumentos del 25% anual (de 2010) serían imposibles (a ver, no es solamente que no se podrían pagar, la ley está pensada justamente para que, si no se pueden pagar, directamente no existan).

El proceso que la ANSeS está haciendo con el Fondo de Garantía, entonces, es el de ir aumentando la proporción de inversiones en actividad productiva. Este tipo de inversiones tienen un retorno “doble” para la ANSeS: una parte, a través de la simple devolución del préstamo por parte del prestatario, al interés estipulado (en general menor al del mercado), y otra parte (que compensa el subsidio de tasa), a través de engrosar los aportes que ANSeS recibe por los nuevos trabajadores que su financiamiento de actividades productivas vaya generando.

Este proceso será lento, pero la decisión está tomada. Los ahorros argentinos irán dejando de financiar las hipotecas subprime norteamericanas, o las operaciones financieras de grandes grupos económicos cuyas acciones cotizan en bolsa, para pasar a ser una fuente de financiamiento para la generación de empleo.

Lógicamente, no todo el Fondo podrá afectarse a esas inversiones, sino que una buena parte permanecerá en papeles más seguros.

Pero lo mejor de todo el proceso es que hay condiciones para mantener la virtuosidad del círculo.

El gráfico lo obtuvimos de http://www.comercioyjusticia.com.ar/

lunes, 2 de agosto de 2010

Fútbol metropolitano - Fútbol federal: a raíz de un comentario de Juan Pablo Varsky

Juan Pablo Varsky en su programa radial matutino hizo una síntesis muy buena de la situación que se presentó en AFA con los clubes de las provincias que participan del Torneo Argentino. El problema surge, como siempre, por el reparto de la guita. Aducen los clubes que lo que les toca en la repartija de AFA no les sirve para financiar la participación en un torneo que se profesionaliza a gran velocidad, y que insume mucha plata por viajes, hoteles y demás. Un reclamo totalmente lógico, que derivó en amenazas por parte de los clubes de no comenzar a jugar, situación que habría sido conjurada por una patoteada de Grondona (me cuesta mucho creer que solamente con amenazas de guapo Grondona pueda infundirles miedo a tantas personas; creo que debe haber algo más para que tantos se le disciplinen, quiero decir, vincularse a AFA debe ser económicamente mucho más atractivo que desvincularse, pero bueno, de mitos también vive el hombre, y el interés económico compartido le quitaría cierto aura heroico a los dirigentes que se oponen a las decisiones de Grondona, que por algún motivo deben querer conservar).

El tema es que una vez hecho el reconocimiento de que la situación para los clubes de las provincias es sumamente injusta, y se basa en una diferencia discriminatoria fundamental (que está muy ligada, de paso, con la estructura fundacional de la Argentina que en dos siglos no fue corregida en sus puntos básicos), y que el futbol argentino tendría que intentar federalizarse en serio de una vez por todas, no creo que la situación actual sea un retroceso respecto de situaciones anteriores, sino lo contrario.

Tengo unos recuerdos hermosos de la época en que se jugaban los torneos nacionales, con clubes de las provincias que no estaban afiliados directamente a AFA, que eran invitados a jugar un torneo corto de unos tres meses junto con los clubes de primera. Las primeras veces que mi viejo me llevó a la cancha, cuando tenía 5 o 6 años, era para ver jugar a Vélez contra Guaraní Antonio Franco de Misiones, Atlético Concepción de Tucumán o Deportivo Roca de Río Negro.

Pero la verdad es que aquella organización que Grondona heredó era casi siempre infamante para los clubes de las provincias, que venían a jugar contra los equipos de Primera División profesionales, en desigualdad de condiciones. Salvo honrosas excepciones pasaban unos papelones gigantescos.

La reformulación de los torneos que hizo Grondona, primero incorporando a los equipos cordobeses definitivamente a los torneos de AFA (metropolitanos), y después con la creación del Torneo Nacional B, configuró un estadio superior en la inserción de los clubes provinciales, en una institución meramente metropolitana como sigue siendo la AFA a pesar de algunos pocos avances (otro es la creación del SADRA de Marconi que, con la funcionalidad infame que tuvo en algún momento, permitió incorporar árbitros de las provincias al fútbol de primera).

Lo que me gustaría es que no idealizáramos épocas viejas, y que le diéramos los méritos justos a cada actor. Grondona no hizo todo lo que se debería hacer por desarrollar el fútbol en las provincias. Es cierto.

Pero hasta hace 25 años prácticamente no existía la participación en serio de equipos del interior en torneos de AFA, no recibían plata, no había una regularidad en los cupos de modo tal que los clubes pudieran ir creciendo y acondicionándose a lo que implica participar en torneos profesionales (con la estructura de los viejos nacionales, un equipo que tenía la suerte de llegar a semifinales, por ahí después pasaba 4 o 5 años sin volver a jugar un nacional, o sea que lo bueno que había hecho se dilapidaba enseguida).

Poco (poquísimo todavía), esa casi nada que hay hoy, es bastante más que lo que había hasta el año 85. ¿Es excusa para disculpar a Grondona por lo que no hace o lo que hace mal? No. Pero me parece necesario aclarar que no todos los cargos le corresponden a él.

A esta altura, tendría que pedirle a Grondona que me tire unos mangos, o al menos que me pegue unos bifes o me amenace ;-)