lunes, 21 de febrero de 2011

La Mesa de los Argentino IV: Honestidad Política


Acá postulamos que existe, en los gobiernos populares, una transferencia de un voto de confianza unidireccional, ni formal ni expresa, desde los gobernados hacia el gobernante. Es una cesión asimétrica de una línea de crédito, no monetaria por supuesto, aunque sin el consabido pagaré esperable para cualquier relación comercial. Pero esta es una relación política. “Crédito” en su más genuina expresión. Una comunión secular y pagana en la que se bautiza al gobernante como “mandatario”: porta el mandato que emerge de este pacto.

El pueblo libera esta suerte de fondos “morales” sin respaldo. Lo único que espera, con esta transferencia, es que el mandatario lo conduzca por el camino de la mejora, esperablemente el crecimiento y el desarrollo, sin mayores reglas ni limitaciones.

Es falso, postulamos, que las limitaciones sean institucionales. Si el camino elegido es muy bueno, el pueblo es el primero en romper la institucionalidad. La dificultad radica en que el gobernante sepa interpretar “el bien común” de manera armónica, consonante, con su pueblo. De allí radica su aptitud como gobernante, en poder y saber interpretar cabalmente el mandato. Si no, estadista sería cualquiera, hasta De La Rua.

Lo que emerge de estos postulados es que la gobernabilidad, en esencia, radica en no deshonrar la tácita deuda contraída. El gobierno va a evolucionar sin “novedades”, más o menos cerca del bien común, en tanto no traicione su crédito. Algunos gobernantes no lo entienden, pero romper ese delicado nexo es minar su propia gobernabilidad.

Estas ideas son consistentes a la hora de entender por qué reelegimos a la Rata en 1995 y por qué, a pesar de esa reelección, unos años más tarde era el político con mayor imagen negativa (que permitió que, aún ganador en la primera vuelta en 2003, prefiriera ilegitimar a su contrincante retirándose de la segunda vuelta).

Vale decir, además, que lo antedicho es independiente del carácter de la agenda. Podrá ser más progresista o más conservadora. Podrá ser de izquierda o de derecha. Para este análisis no reviste importancia. Podemos invocar el caso de la actual gestión del Macri y el Pro en la Ciudad de Buenos Aires. Ahí tenemos un ejemplo de un gobernante que no ha traicionado. Lo que los resultados de las elecciones de 2011 nos dirán es si ha decepcionado, pero Macri que es Maurizio, nunca ha traicionado.

Por el contrario, estamos seguros que la caída de Alfonsín tiene fecha de inicio: las pascuas del 87. Traición inequívoca a su contrato de poder. Aún cuando él y sus correligionarios insistan en hacernos creer (pero mucho peor, creerse) que la mejor solución a la rebelión carapintada eran las leyes del perdón. La hiperinflación del 89 fue sólo la cuña solitaria y final que se clavó en la grieta abierta por su engaño preexistente.

El kirchnerismo, con altas y con bajas, con avances y retrocesos, puede hoy, después de 8 años, decir que definitivamente no ha traicionado su mandato. Por el contrario, el mapa de decisiones desde el 25 de mayo de 2003 a la fecha parece mucho más el de recorrer un camino que va progresivamente ajustándose a su agenda, en lugar de divergir de ella (mientras la furia desenfrenada del establishment recorre el camino inverso).

Cada vez que aparecieron dudas en el rumbo kirchnerista (y no fueron pocas oportunidades), en lugar de pegar un volantazo, le pegaron un toque al freno de mano para ajustar la nave y apretaron aún más su acelerador. Lo que Cristina va decidiendo es, cada vez más, “esperable”. Genera certidumbre y horizonte político.

La mayor virtud de este activo kirchnerista es absoluta y relativa. Absoluta como demostración de activo político clave. Relativa en comparación a los gobiernos precedentes. Porque le da pruebas a quienes abjuraban de la política, en especial los jóvenes, que después de muchos años de “traiciones”, la honestidad política, la consistencia de decisiones, es un legado posible.

Néstor Kirchner ha dictado un curso práctico sobre cómo, incluso con un origen errático e incierto, la política y la honestidad son un combo invencible, inexorablemente destinado a una comunión masiva de ideales.

CFK nos está dictando la segunda parte de la materia. Bienvenidos.


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2 comentarios:

mumi dijo...

que hermosa foto, que hermosa pareja, que hermoso pais tenemos.

Anónimo dijo...

Volví y releí. Estos textos realmente me encantaron. Quería comentarlo, para variar de las veces que no comento nada.
Mis respetos
Ladislao