lunes, 20 de agosto de 2012

Sofía, digo Victoria

Tu mami comenzó a ganar fama y popularidad en tiempos del silencio ensordecedor. A fuerza de desfachatez, genuina frescura y dos tetas enormes, que pudieron haber sido erotizantes cuando las modelos pesaban más de 48 kilos. Otro planeta. Otro pasado.

El vacío impuesto por la censura dictatorial necesitaba ser ocupado y los milicos alentaron esa ocupación con una parafernalia ruidosa y berreta, plagada de películas del Pato Carret, música de Palito Ortega y qué gusto tiene la sal. Una verdadera murga patética.

Ahí tu vieja ganó un espacio, y pudiendo convertirse en la reina de un corso mediocre, tuvo la ocurrencia de pensar que lo que pensaba era lo pensado, iniciando una larga y triste cadena de sincericidios que tuvieron su punto cuspidal en aquel "levanto los vidrios polarizados de mi auto importado porque no me gustar ver pobres y miseria".

Qué podía esperarse de tí, retoño de semejante vaca-mujer, estúpida y sagrada? Qué clase de razonamientos podría ocupar tu cabeza de nena inocente, expuesta por tantos años a semejante nivel de brutalidad autosatisfecha?

Pues rompiste el molde.

Y lo sometiste, en pedazos, a debate público el sábado pasado en TVR.

"Hace 8, 10 años hablar de política era un chiste, como hablar de los reyes magos".

"Hoy no podés no hablar de política, hoy no puede no ser un tema con los amigos, los compañeros, con tu pareja"

...

Eso. Eso, y no otra cosa, es una victoria.

Callate, mamá.


1 comentario:

Luis Quijote dijo...

Clarito como agua de manantial.