Algunos datos básicos para establecer un origen de
coordenadas: todos sabemos que la OEA, la Organización de Estados Americanos,
es un organismo multilateral continental que siempre ha mantenido un fuerte
sesgo pro-norteamericano. Sabemos lo poco útil que ha sido para resolver litigios entre países miembro o cualquier tipo de
problemática continental que se le presentara. El colmo de esa asimetria ha sido la expulsión
de Cuba de la Organización en 1962, bochorno del que no ha podido volver 51
años después.
No obstante, dentro de la Organización hay algunas cosas que
tratan de funcionar. Una de ellas ha sido la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos, la CIDH, última trinchera de lucha contra las salvajes y
virulentas dictaduras que asolaron América Latina en las décadas del 60, 70 y
gran parte del 80.
Para orientar su acción, la CIDH ha ido creando divisiones funcionales, que resguardan ciertos derechos específicos. Las ha denominado “Relatorías” y
las hay sobre los más diversos temas: derechos de los pueblos indígenas, de las
personas privadas de la libertad (Ministro Casal, teléfono), derechos de la niñez, de
los migrantes, derechos de la comunidad LGBT, derecho a la libertad de
expresión, etc.
La financiación de dichas Relatorías es un detalle que llamó
la atención del Canciller de Ecuador, el brillante Ricardo Patiño. Notó que las
fuentes de financiamiento no son del todo transparentes. Por un lado, más de la
mitad (el 55% exactamente) de los gastos operativos los aportan los Estados
miembro bajo un sistema de cuota anual (como ocurre en la mayoría de estos
organismos internacionales multilaterales). Lo que realmente prendió luces amarias en Patiño es que el
45% restante de los aportes viene de lo que denominan fondos específicos, que
no están rigurosamente estandarizados ni observan limitaciones o restricciones definidas: pueden ser fondos de países observadores, de ONG´s internacionales, de la Comisión Europea, o de cualquiera
que tenga unos mangos extra en el colchón de la casa.
Lo segundo que llamó poderosamente la atención de Patiño fue
que esos ”fondos específicos” no ingresan en una bolsa común desde la cual
sustentan al conjunto de relatorías de manera homogénea y equitativa. No. El
donante decide específicamente a qué Relatoría le aporta su dinero, y este va
directamente a la caja de dicha Relatoría. Notable.
Después de analizar estas dos sugestivas faltas de
regulación, observó que la Relatoría para los Derechos de los
Afro-Descendientes debe manejarse con un presupuesto que no supera los 350 mil
dólares anuales mientras que la Relatoría para la Libertad de Expresión recibe en
el orden de 10 millones. Es decir 28 veces más.
Patiño terminó de confirmar sus sospechas cuando vio que la
mayor parte de los recursos de la Relatoría para la Libertad de Expresión
llegan de Fundaciones y Universidades norteamericanas y europeas y que la única acción consecuente y persistente de esta Relatoría es criticar las políticas mediáticas de los emblemáticos gobiernos populistas de Sudamérica. Denostar medidas legítimas de los gobiernos de Evo, Lula, Lugo, Chávez, los Kirchner y, por supuesto, Correa.
Por supuesto que Patiño sintió el olor a podrido desde
lejos, y actuó en consecuencia. Buscó alianzas entre sus socios del ALBA
(Venezuela, Bolivia y Nicaragua) y se presentó a la Asamblea Anual de la OEA
esta semana con el propósito de desarmar este andamiaje en el que algunos
derechos tienen sospechosamente mayor valor que otros y en el que cualquier
grupo desestabilizador disfrazado de orga sin fines de lucro encuentra un
mecanismo apto para joderle la vida a gobiernos que no son de cuño neoliberal.
La moción presentada por Ecuador en dicha Asamblea, además
de ser criticada por las patronales mediáticas (empecemos por
la SIP) y por oligopolios mediáticos nacionales, no fue totalmente convalidada por falta de apoyo de los países vecinos. No obstante se firmó una declaración que abre
la puerta a una revisión completa de esta oscura situación.
Nos gustaría ver, en la próxima oportunidad, a nuestro
Canciller Timermann apoyando con más claridad y contundencia lo que hasta ahora
viene siendo una cruzada tan solitaria como justa y lógica del canciller
ecuatoriano, cuya estampita ya ocupa un lugar en nuestro altar populista.
4 comentarios:
O sea que podemos ver una coincidencia entre Correa y Videla respecto a la CIDH.
A quién acusaran de ser la Patricia Derian de Obama?
Un poquito de seriedad tractorcito
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