viernes, 18 de abril de 2014

La paja y el trigo



Cuándo se sale del infierno?

Cuándo podremos decir que, con firmeza y seguridad, que el infierno ha quedado atrás.

Hemos escuchado a referentes oficialistas de cartel, usando la metáfora que inauguró Néstor Kirchner, alegar que el infierno ha quedado atrás y que ya transitamos un proceso de ordenamiento y mejora, algo que se parece al "desarrollo".

Podemos aceptar que es parte de una misión política contagiar a propios y extraños con optimismo jauretchiano por el proyecto y repartir estampitas con esa idea. Pero a quienes nos rascamos la oreja derecha con la mano izquierda, se nos hace difícil pensarlo así.

Por un segundo y aprovechando la oportunidad pascual, podemos pensar que salir del infierno es ingresar en el largo y difícil camino del purgatorio. Largo y difícil, pero transitable. En el infierno es muy difícil sostenerse y avanzar sin que las lágrimas y la culpa nos neutralicen.

A diferencia del infierno, que no ofrece esperanza, el purgatorio es un lugar en el que los pecados y las deudas deben pagarse, pero existe una vocación y un compromiso para enfrentarlos porque ese camino conduce a jugar, alguna vez, en primera división.

En el purgatorio nuestras heridas estarán abiertas, pero nos erguiremos firmes jugando las cartas que nos toquen, mientras soportamos con estoicismo lo que nos venga en suerte. Y hasta será posible tener alguna recaída, pero esta será lejos, muy lejos, de las llamas.

Este proceso político que vivimos, con su impronta popular, va camino de cumplir nada más, y nada menos, que 11 años. Puede parecer enorme frente al último proceso similar, el alborotado peronismo del 73-75, o comparable, frente al previo y que mayor eficacia mostró en la transformación económica pero también cultural de nuestra sociedad, el peronismo 45-55.

Pero en cualquier caso podemos confirmar que el calor y las llamas del infierno todavía están presentes entre nosotros. Que todavía escuchamos las voces sensuales de hermosas meretrices que nos envía Lucifer, tratando de seducirnos, de sembrar la duda en nuestros pasos, de inducirnos al equívoco, de magnificar nuestros pequeños errores,  a veces con el objetivo de hacernos parecer la cornisa infranqueable.

Cuando todo eso ocurre, y nuestra democracia y nuestras todavía frágiles instituciones esto lo experimentan casi a diario, no podemos decir que hemos clausurado con éxito las puertas del Averno. 

En su prédica Cristina camina con frecuencia sobre este tópico: estar atentos y vigilantes para no volver a recaer en viejas y fallidas fórmulas del pasado.

Podemos hacer de cuenta, fungir para desalentar a nuestro adversario, que hemos superado el escollo. Pero sólo cuando amplias mayorías convencidas trabajen por un país que diariamente avanza en la disminución de brechas africanizadas en la distribución del ingreso, por la esperanza y la posibilidad realista de que el hijo del cartonero pueda convertirse en doctor, por el pasaje en el mismo barco para todos los deciles de la pirámide socioeconómica, en suma: por la cohesión social o, como dice don Aldo Ferrer, por la densidad nacional. Recién allí podremos decir que estamos en el purgatorio.

Esto, que configura nada más que esperanza y bendición para nuestros humildes (como dice Serrat, desde el fondo del pozo sólo cabe ir mejorando), se transforma en una disyuntiva soslayada por nuestro 1% más rico y poderoso, que prefiere dos y doscientos siglos más como cola del león en lugar de asumir su rol histórico, que reune favorables condiciones para convertirse en mascarón de proa de un país más parecido a lo que pregonan sus himnos, sus preámbulos y sus héroes.

Quizás sirva un robusto y firme proceso de decantación, liderado por un Estado fuerte y activo, que ponga a nuestra burguesía en autos del desafío de la hora: incluir, apoyar y monitorear a los granos que se anoten, y separarlos de la paja improductiva.

Hasta tanto, seguiremos sintiendo en nuestras espaldas el calor arrebatador y las llamas del Infierno.


3 comentarios:

Nicolás Tereschuk (Escriba) dijo...

Amén.

Greta dijo...

Al margen del contenido (muy esclarecedor, que no es poco) me encanta tu estilo de escritura. Es un placer su lectura. Y a los que digan que el continente no es tan importante como el contenido, les digo que el 1º revaloriza al 2º.
¡Felicitaciones!

Alcides Acevedo dijo...

Ahá ¿y?
¿Sabés? leí con atención y siento que perdí miser5ablemente 5 minutos de vida, una falta total de respeto de tu parte...

Dejen de mentir, después de 11 años de mentira K estamos con un montón de problemas que no sabemos cómo se resolverán, una estructura económica inviable basada únicamente en la renta de la soja ¿qué tal?

Por favor, cuanta mentira.