La que sigue es la traducción de lo que publicó el actual Ministro de Finanzas griego en su blog el 22 de febrero de 2013, cuando las posibilidades de acceso al poder de Syriza eran todavía una ilusión y las probabilidades de que Yanis Varoufakis accediera a aquel cargo eran una ilusión al cuadrado.
Durante seis décadas Alemania estaba siendo mimado por una
América hegemónica que perdonó el pago de sus deudas de guerra, la contracara
de los planes aliados diseñados para inutilizarla por vía de la
desindustrialización y, por encima de todo, generarle demanda mundial constante
que permitió a los fabricantes alemanes concentrarse en producir eficientemente
mercancías deseables y de calidad.
Después de haber dado todo esto por hecho durante demasiado
tiempo, las elites de Alemania se encuentran ahora con que es conceptualmente
difícil llegar a un nuevo acuerdo de qué es lo "normal":
Un mundo en el que ya no es posible sostener suficiente
demanda agregada por los Estados Unidos o cualquier otro bloque, y en la que
Alemania ya no puede garantizar la demanda de sus bienes.
Un mundo en el que no hay espacio para una zona euro que
opera como una Alemania expandida.
La imposición de la disciplina de mayor austeridad alemana
sobre los países europeos más débiles, que carecen de compensación para
contrarrestar la recesión asimétrica resultante es la lamentable y peligrosa
consecuencia de un orden mundial ya obsoleto, construido por los Estados
Unidos. Resultado de una atrofia mental causada por Estados Unidos actuando
durante demasiado tiempo como padre sobreprotector.
Será un tiro por la culata que ocurrirá con precisión
matemática, causando mayores ratios deuda-ingreso y menor dinamismo económico
en toda Europa. Ya es tiempo, por lo tanto, para un cambio de Gestalt de una
Alemania hegemónica y autoritaria. Europa necesita una Alemania dispuesta a
hacer este cambio y, de hecho, lo mismo necesita Alemania.
Pero qué hará una Alemania hegemónica? Se preocupará por
algo más allá que la rectitud fiscal y las reformas de mercado. Se sabe que un
suministro de productos de alta calidad no crea automáticamente su propia
demanda. Deberá entusiasmarse por diseñar, como hizo Estados Unidos en la
década de 1950, un Programa de Recuperación PanEuropea que restaure la demanda
de los bienes que Europa necesita y Alemania produce.
Y si Alemania tratar de emular a los Estados Unidos?
Alemania no tiene la capacidad de hacer lo que Estados Unidos llevó a cabo
desde 1980 hasta 2008, es decir, funcionar como una aspiradora gigante que chupar
hacia su territorio las exportaciones netas de otras naciones, a costa de
déficits cada vez más amplios.
Tampoco se debe esperar que los contribuyentes alemanes reactiven
la burbuja que estalló en 2008 (en sus propios bancos, en el Estado griego, en
los mercados español e irlandés de bienes raíces, etc.) Las burbujas reventadas
deben permanecer… reventadas. Pero mientras una Alemania hegemónica encontraría
la manera de canalizar las enormes reservas de ahorro estancadas en inversiones
productivas en la periferia europea se producirán los ingresos que deben pagar
las deudas y mantener el nivel de demanda intraeuropea empresas alemanas
necesitan para seguir siendo competitivos tanto dentro y sin Europa.
En cierto sentido, una Alemania hegemónica estará jugando el
papel de Washington en la década de 1950, la adopción de una política activa de
reequilibrar la economía de Europa a través de un reciclaje de superávit eficaz.
Pero, ¿cómo se puede lograr esto, cuando Alemania no puede darse el lujo de dar
rienda suelta a un Plan Marshall? ¿Qué instituciones requeriría este reciclaje?
Dos cosas están claras: Alemania no debe confiar en el nexo
fracasado entre los gobiernos nacionales y de Bruselas, que ha sido responsable
de los usos ineficientes y corruptos de los fondos estructurales de la UE.
Además, es inútil intentar moverse en una dirección federal, una medida para la
que los pueblos de Europa no están preparados y cuyo ritmo glacial será superado
seguramente por esta crisis galopante. ¿Hay una tercera vía? Sí, la hay.
Alemania debería tomar otra hoja del New Deal que lo puso en
el camino de la recuperación hace tantos años: Europa necesita su propio New
Deal, financiado por una nueva clase de instrumentos públicos. Alemania puede
realizar un programa de recuperación centrado en el Banco Europeo de
Inversiones. El BEI ya tiene un historial probado de creación de mercados de liquidez
para los instrumentos de deuda que financian proyectos exitosos. En
colaboración y apoyo del Banco Central Europeo, una asociación BEI-BCE tiene la
capacidad de dinamizar montañas de ahorros hasta ahora asentadas sobre criterios
puramente bancarios, con una mínima participación de los Estados miembro y sin necesidad
de cambios en el Tratado.
Todo lo que se necesita es la decisión alemana de pasar del
pánico autoritario a un auto-interés iluminado.
Este señor, con esa racionalidad y consistencia traducida por esas publicaciones, está liderando la estrategia de renegociación de la deuda que los gobiernos antecesores tomaron con distintas instituciones financieras europeas y globales, que la pusieron en el 176% del PBI griego.
Estrategia que inició identificando y aclarando cuáles son los verdaderos interlocutores en la discusión, que el poder financiero subsumió en la denominada Troika Europea (Comisión Europea CE + Banco Central Europeo BCE + Fondo Monetario Internacional FMI) y que él, en una conferencia de prensa junto al Presidente del Eurogrupo, se encargó de deconstruir: los acreedores son los que prestaron y no un entente informal creado por el BCE al sólo efecto de imponer planes de austeridad estándar en todos los países deudores.
El video que sigue es el momento de la respuesta de Varoufakis a una pregunta dirigida exactamente a ese punto, central en las posibilidades de éxito de su negociación, vale la pena verlo y disfrutar caras, silencios, gestos y semblantes durante el minuto que dura.
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