lunes, 7 de diciembre de 2015

Monasterios (I)

Diálogos en varias esferas y por distintos medios desde que se supo la continuidad de Lino Barañao al frente de la cartera de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (CTI) del gobierno macrista, comentarios recibidos, valoraciones positivas recibidas y esta interesante nota en el Suplemento Cash de Página12 nos impulsaron a aprovechar el confort de nuestro blog para esta(s) entrada(s).

No es posible ir al meollo del asunto (esto es, si creemos que la actitud de Barañao es o no impropia, independientemente del aval expresado desde la Presidente) sin antes expresar claramente lo que entendemos por Política y Gestión CTI.

Sabiendo de antemano que nos metemos en un terreno delicadísimo: la hegemonía que por casi 1500 años desplegó en occidente la fe católica, tanto que cualquier crítica o acusación en sus momentos de máximo esplendor hubiera significado una suerte de suicidio en vida, amenizado por acusaciones de herejía y oportunidad de redención mediante tortura, esa hegemonía, decíamos, hoy es detentada por lo que llamamos Ciencia.

Allí donde un obispo delimitó plenipotenciariamente el comienzo del bien y el final del mal, hoy un doctor delimita la verdad de la falsedad.

Si este comentario le resulta impasable, se debe a la definición misma de hegemonía. Es muy difícil pensar y pensarse fuera de ella. Pero, lamentamos decirlo, los sacerdotes shamanes de nuestro tiempo son nuestros PhD. Los que militan las ciencias “duras” lo son por definición. Los que tienen la suerte (o desgracia) de operar en las “blandas” (sociales o humanas) buscan serlo por aproximación.

En ciertas circunstancias este intento de “endurecer” a la ciencia tiene resultados patéticos: es el caso de los economistas ortodoxos empecinados en demostrar que la economía se monta en una axiomática exacta, por ejemplo la ley de oferta y demanda, que sin ir más lejor que el caso del dólar en Argentina, donde su demanda crece con el aumento de su precio. Plop.

Y como prevemos los dedos objetores con el argumento de que su médico, un miembro de la sagrada secta de los Científicos, aplicó el implacable proceso de hipótesis-tesis-demostración para solucionarles exitosamente sus problemas de hongos en las patas, mal aliento o cáncer.

La clave del entuerto reside en confundir en este debate los productos y procesos científicos con ese paraguas protector, ese paragolpes denominado Política Científica. No discutimos los mecanismos para llegar a la Verdad de la misma manera que no dudamos de que masturbarnos nos llevará al Infierno.

No están en discusión las eficacias y eficiencias de la Ciencia, sino cómo esta ha sido utilizada exitosamente para convertirse en instrumento de control social.

Nada conspirativo: la Ciencia que nos es hoy un vasto y complejo campo de operaciones desde donde se despliega una agenda política deliberada, con ganadores y perdedores.

Puede hacer muy muy visible en sectores como el de la industria farmacéutica, en el que grandes laboratorios transnacionales con centros de investigación, desarrollo y diseño ubicados en países centrales aprovechan la brecha de conocimiento para ejercer políticas comerciales globales con las que buscan cristalizar la relación asimétrica con países periféricos, a veces con poder de fuego para imponer exitosamente su propia agenda a quienes dictan las políticas nacionales.

Hace ya muchas décadas la Ciencia dejó de ser lo que hacían individuos aislados en laboratorios personales y únicos siguiendo una receta intransferible. Recorriendo los laboratorios científicos actuales se identifica rápidamente que la frontera de conocimiento no es empujada por personas sino por grandes equipos multidisciplinarios, profusamente interconectados, con amplios recursos en horas, infraestructura y equipos, coordinados y planeados por esa persona cuyo apellido será, finalmente, el que suba al estrado a recibir su Premio Nobel.

En este escenario, en el que intervienen de manera insoslayable los productos de las recientes revoluciones tecnológicas en TIC (telecomunicacionoes e informática), los colectivos de investigadores que forman el corpus científico de un país en desarrollo como el nuestro no pueden ser tomados como jugadores autónomos e independientes, “dueños” de su propia línea de investigación: por regla general son apéndices más o menos irreemplazables de un equipo de investigación cuyo diseño y planificación ocurren en laboratorios en países centrales, los que a su vez están cada vez más controlados por fondos y agenda privada que pública, aún cuando el laboratorio se encuadre en una disposición universitaria o estatal.

Esto no disminuye en un ápice el valor y la reverencia que les debemos por ser engranajes irreemplazables en el motor del avance humano. Ahora bien, mezclar ese además con un cheque al patriotismo es una típica confusión producto de la hegemonía cultural de la Ciencia, que nos viene haciendo creer que los científicos argentinos, trabajando en Argentina, tomando mate y comiendo asado, hacen Ciencia argentina. Y por lo tanto Ciencia útil para los argentinos.

Los intereses nacionales en esa agenda de avance científico no están garantizados detrás de la mera existencia de científicos localizados. Llevando las cosas al extremo como nos gusta en este blog, podría ocurrir que alguno de los más de mil científicos argentinos repatriados en los últimos años a nuestro costo, continuaran trabajando (ahora a distancia) sobre las mismas líneas investigativas que transitaban antes de venir, detrás de una vacuna, un medicamento o un alimento que curara una enfermedad, que sus esfuerzos y los de sus directores llegaran a buen puerto con un compuesto, que el mismo fuese exitosamente comercializado en el mundo e incluso que el laboratorio propietario de la patente entrara en colisión con nuestras autoridades sanitarias por los motivos que fueran: podríamos con tranquilidad enfrentar la paradoja de haber colaborado en el descubrimiento y desarrollo de un producto del que luego tenemos derecho a beneficiarnos.

Esta paradoja está lejos del improbable. La clave es que, por encima de científicos repatriados, de avances locales en tal o cual disciplina, de la inauguración de nuevos laboratorios, de convenios con prestigiosos institutos internacionales, de la puesta en marcha de tal o cual superequipo o de cualquier otro esfuerzo particular que, por encima y en control de todo debe existir una agenda de política científica nacional, armónica, alineada y funcional a la agenda política vigente, mejor aún si esa etá engarzada con el crecimiento y el desarrollo inclusivo e instrumentada con herramientas de promoción de un avance científico-tecnológico absolutamente alineado a nuestros intereses.

Demasiada perorata hasta acá. En próxima entrega daremos nuestra opinión sobre cómo debería estar configurado un Ministerio de Ciencia, sobre la gestión Barañao al frente del actual MinCyT y quizás podamos poner algún ejemplo que ilustre esta opinión.


8 comentarios:

Anónimo dijo...

mira vos, esty casi de acuerdo en todo

ayj

Contradicto de San Telmo dijo...

Chau, cerramos el blog.

Vincent Vega dijo...

De acuerdo, creo que sería bueno ver cómo nuestro propio sistema nos amarra a las naves primermundistas. Si querés sobrevivir, debés publicar en revistas "internacionales con referato", como bien sabés. Y no hay mucho tutía, si no querés un informe desfavorable o buscás una promoción...

Anónimo dijo...

dije casi, no es para tanto, hay una mezcla de ivory tower con la pregunta eterna, cuanto es el rendimiento de la inversion en C&T (no hablo de basica), ni hablo del estudio de las gargolas, o de los romances franceses del siglo 15, tambien se gasta plata en eso.

Pero, viste, al final terminamos en los mangos, implicito o casi explicito en la 2da parte de tu post, y en la accountability.
Es como siempre, los peronistas hacen todo, despues lo correcto como reza el viejo dicho.

Si y no, Vincent, las publicaciones son en general para basica y ahi necesitas referato, la aplicada es patentable en general, los metodos no lo son.

Recuerdo epocas en que Becarios del Conicet fabricaban fuentes de alimentacion para el CERN

ayj

Vincent Vega dijo...

Las patentes también se han ido convirtiendo en el nuevo paper. En Brasil se decidió, hace ya años, darle impulso al patentamiento en universidades. Se crearon oficinas para eso en las "estaduales" de Sao Paulo (USP, UNICAMP). El patentamiento aumentó, pero de cosas en general no útiles, por decirlo en términos suaves. Pero ahora ese investigador hace "cosas útiles".

El Canilla dijo...

Amilcar Herrera,integrante del grupo que con Sábato, Oteiza y Varsavsky pensaban estos temas, en un texto fundante de 1970 , Ciencia y Política en Amércia Latina postulaba que " para establecer una política para la ciencia, es necesario que el poder político tenga una conciencia clara de las necesidades y de los objetivos nacionales y sepa formularlos en términos de estudio científico (...) ". Habrá que ver cuales son los objetivos que plantee el macrismo para el pensamiento científico, pero lo que es claro que los sacerdotes enamorados de su propia práctica siempre han olvidado las necesidades de la feligresía, cuando no han sido directamente negadores de su problemática.

Contradicto de San Telmo dijo...

Lo de las patentes es un enorme (otro) y maravilloso engañapichanga.

Hijo de un abordaje BancoMundial.

Rompemos un paradigma con otro peor o tan ineficaz como el anterior.

Slds.

Anónimo dijo...

Foto: "El Monasterio de San Millán de Suso o Monasterio de Suso ("suso" significa "arriba" en castellano, aunque ya está en desuso) se halla ubicado cerca de la villa de San Millán de la Cogolla, Comunidad Autónoma de La Rioja, España, en la margen izquierda del río Cárdenas y forma parte del conjunto monumental de dos monasterios, con otro construido posteriormente y que se sitúa más abajo, llamado Monasterio de San Millán de Yuso, los dos declarados Patrimonio de la Humanidad."