Es pertinente todavía, después de tantos años, rehacernos la
pregunta “por qué prendió con tanto éxito, tan hegemónicamente, en nuestra
sociedad de los años 80 el discurso alsogaray-neustadista que ponía en el altar
de lo sacro a la desregulación total y la privatización de empresas públicas y
convertía al gasto público y a trenes y teléfonos del estado en el pecado
original que nos conducía al infierno”?
No vale la pena hacernos, rehacernos, esa pregunta maldita, aquí
y ahora? O es que suena muy anacrónico?
La primera respuesta facilista y simplificativa que
podríamos anticipar de nuestros intelectuales clásicos podría ser que aquellos
eran años en los que una suerte de ola neoliberal individualista inundaba cada esfera
de nuestras vidas, empezando por la política, y que era una utopía impensable
debatir y oponerse a los Chicago Boys, que bajaban al subcontinente con recetas
inéditas y sencillas, aptas para ser
aplicadas de una noche a una mañana.
Permítannos desestimarla, al menos parcialmente. Es cierto
que la potencia discursiva de aquel relato era elevada. Pero aquel mundo no era
mucho más neoliberal que este.
Actualmente, como ejemplo, uno de los principales enemigos de las recetas
tímidamente progresistas y
desarrollistas del nuevo gobierno griego es la mismísima España, que atraviesa
una crisis del mismo orden de magnitud. Y, más específicamente, los
eurodiputados del PSOE son de los más aguerridos enemigos de soluciones
alternativas a la solución única que busca el nuevo gobierno griego: sólo admiten la "austeridad". El austericidio dice Paul Krugman. Subrayamos, para quien no lo
recuerde, que PSOE significa SOCIALISMO: si esto no es hegemonía neoliberal
mundial, quienes hacemos este blog no entendimos nada.
Si bien es cierto que la campaña mediática de los ochenta
era robusta y eficaz y que quien inventó el término “la maquinita de imprimir" no fue ni Melconian ni mucho menos Lousteau, sino el propio Alvaro
Alsogaray, está claro que él éxito de las
políticas neoliberales, en particular desde los 90, se debe fundamentalmente a
la existencia de un terreno fértil para su prosperidad en una sociedad fatigada por la recursiva y desgastante repetición de los típicos ciclos de stop&go
en su pasado reciente.
No hay ciudadano, no hay emprendedor, no hay instituciones,
por duro que se las entrene, dispuestos a transitar un camino en el que una vez cada dos años su poder adquisitivo es cepillado sistemáticamente y el peon que estaba a punto de coronar, deba retroceder 3 casilleros.
El éxito del neoliberalismo en nuestras tierras fue, antes que todo, avalado por el fallido de
aquel desarrollismo nacional.
Y por qué estamos hablando de cosas que nos pasaron hace 40
años?
Pues porque tienen una actualidad inesperadamente enorme.
Digamos que basado en la magnitud de una devaluación enorme (equivalente a llevar nuestros actuales 8.90 pesos por dólar a 32) que pauperizó a nuestra población a límites inimaginables y la subsecuente prolongación
en el tiempo de los términos favorables de intercambio (el boom de las commodities llegó hasta casi 2012), además de un trabajoso
tejido de condiciones por parte del kirchnerismo, el conjunto de estos tres
factores hiciero que el primer ciclo “go” de este nuevo desarrollismo durara
inusuales 12 años.
Pero la devaluación de enero de 2014 fue el primer semáforo
rojo en esa desenfrenada pero fructífera carrera, que felizmente nos había devuelto a estándares
socioeconómicos razonables. Lo que Néstor denominó salir del infierno.
La lectura de la realidad actual parece obvia: ya no están
presentes las condiciones que ampararon el más largo y favorable ciclo económico
de la historia argentina; no están dadas las condiciones para usar la devaluación como palanca competitiva, ni el precio de los commodities que exportamos está apalancado por una burbuja irresponsable, ni Brasil promete en el mediano plazo una economía dinámica, ni
China crecerá a tasas ídem y, para
completar el cuadro, atravesaremos las incertidumbres de un cambio de autoridad
política en breve.
Pero es necesario dictaminar en este punto que el éxito de
un modelo de inclusión y desarrollo como el que proponemos, en un país con las
características del nuestro, requiere de una política industrial ACTIVA que el
kirchnerismo, hasta el momento, no ejerció.
Su promoción, su crecimiento y su coronación son imprescindibles
para convertirnos en el país que queremos.
Estamos diciendo que lo hecho no significa nada?
En absoluto. Lo hecho hasta aquí nos sacó del abismo de la
disolución nacional y, no menor, demostró que el debate teórico en la economía desarrollismo
vs neoliberalismo no sólo no fue saldado, sino que además hay clara evidencia
de que hay un camino posible para “vivir con lo nuestro”. Que nuestro
desarrollismo es un camino posible y deseable.
Pero permitannos esta toma de posición:
todavía no sabemos cuál es el precio y cuáles las
consecuencias que ha pagado el "modelo" por 12 años de ausencia de una
política industrial activa, representada por una gestión industrial inaceptable.
Pudo haber servido políticamente para tejer una Pax Romana con algunos factores de poder clave al interior de la UIA, pero en su propio éxito político probablemente
radique su fracaso económico, que paradójicamente en el tiempo podría convertirse también en político.
Por eso nos preguntamos, no sin temor, cuántos “stops” está
dispuesta a atravesar esta sociedad en
los próximos años antes de que el olvido generacional de las penurias vividas
en el 2001 y el canto permanente de los gurúes-sirena neoliberales vuelva a
dar vuelta, irremediablemente, la fatigada taba de nuestra historia.
3 comentarios:
Lo que pasa es que no cualquier economista está en codiciones de planificar una industrialización, de hecho no estoy seguro que estos puedan más allá de su empeño por eso creo yo que este es un trabajo interdisciplinario con varios puntos de vista y que recaiga sobre el Min de Industria
Resuelta la deuda en gran medida -no digo que esté totalmente en caja o que no pueda volver ehhh- el problema es que la restricción externa, tema que el kirchnerismo no resolvió (y no previó arriesgo), no se soluciona ni siquiera en el mediano plazo.
Por eso creo que lo primero que debemos tener muy presente para evitar frustaciones es que un proceso industrializador lleva décadas y con muchos problemas a resolver de todo tipo. Hay una cierta cantidad de fases que NO se pueden saltear y cada una llevará el tiempo que deba llevar. El tema es empezar a transitarlo y no detenerse o que las detensiones sean del menor tiempo posible, quizás en lo que viene necesitemos una especie de Gelbard
Tampoco se puede obviar el contexto ya que ningún país se desarrolló en situación de crisis mundial y es dificil hacer keynesianismo de a uno. Con todo si nos atenemos a las experiencias anteriores hace falta una mayor regulación económica además de planificación de mediano y largo plazo (aunque reconozco que es dificil planificar con una corrida cambiaria x año sin que los fundamentals así lo indiquen).
El principal problema a mi entender es de tipo social, en la medida que más sectores se inmiscuyan en el asunto las posibilidades y sus plazos se benefician.
A mi se me da que algo de esto está empezando a germinar en las cabezotas de algunos sindicalistas, empresarios y políticos
Respecto a cuántos "stop" estamos dispuestos a atravesar yo creo que ninguno o muy pocos, de hecho muchos economistas ortodoxos (como Levy Yeyati en su columna de ayer creo en La Nación) tampoco se animan a insisir excepto la secta de Blejer et al y sus sponsors con claros síntomas de sindrome del Teorema de Baglini
Saludos
Interesante su apreciación, Don Contradicto. Creo que también existe el problema de con qué funcionarios capaces contás para llevar adelante un proyecto muy demandante de sintonía fina. No porque ellos no existan, sino por las propias características del kirchnerismo oficial, que ha sido muy renuente a confiar en aliados ideológicos
Buenas,
Habiendo vivido los 70 y los 80, creo que una de las razones por las que la ideología neoliberal prendió tanto es porque las empresas públicas se anquilisaron, no funcionaban muy bien.
Se tardaba años en obtener un teléfono, el agua en ciertos sectores faltaba alternadamente, y los trabajadores de las empresas de servicios públicos y sus gremios no mostraban mucho interés en mejorar el servicio sino al contrario, en empiojarlo para cobrar por debajo de la mesa de modo de resolver problemas.
El caballito de batalla del neoliberalismo de entonces fueron esas anquilosadas empresas públicas, y luego se extendió a otros sectores de la economía tan o más importantes que esas empresas pero con menor visibilidad. Aerolíneas y la CNEA son ejemplos de ello.
En esa época USA y Europa occidental mostraban una salud económica bastante buena comparada con la actual, crecían , recibían inmigrantes, tenían todo tipo de superavit y con ello financiaban unos cuantos programas sociales. Argentina se miraba en ese espejo.
Hoy ese espejo no muestra la imagen de la bella durmiente sino la de la bruja fea y mala. No creo que las condiciones estén dadas para una simple vuelta atrás.
Para mí, la clave para que nuestro proyecto avance es convencer a muchas asociaciones de PYMEs y cooperativas varias que pueden tomar el rol que la siempre esperada burguesía nacional nunca terminó de aceptar.
Tendremos que construir poder económico desde abajo, potenciar empresas para estatales como INVAP y esperar que el tiempo haga el resto.
Saludos,
Andrés
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