Buenas noches, cómo estas?
En las penumbras de esta milonga te iluminaba una luz
especial, un haz que bajaba del cielo, o del cielorraso, quién sabe, y me guiaba directamente a tu mesa alejada, perdida en el laberinto de otras mesas y otras sillas y otras gentes. Esa luz te
hacía brillar.
Y como un mandato que ni yo mismo pude dominar, me paré y
me acerqué hasta verte. Te marqué la pista con la cabeza, me miraste y esa
pausa fue como la cuenta atrás de un cohete al espacio. Sonreíste levemente. La
ignición comenzó y aquí estamos, frente a frente.
Quería hablar con vos. Contarte algunas cosas.
Vas a cerrar los ojos? Vas a escucharme?
Vas a poner tu mano delicadamente detrás de mi cuello? O
sólo llegarás hasta mi hombro? Quizás sea mejor que, por ahora, mantengamos una
cierta distancia.
Hablemos de cosas simples. Todavía no nos
enredemos en temas delicados. Tenemos tiempo, unos tres minutos. Hay tanto para
decir.
Estás tan cerca, siento tu respiración. Vas junto a mí.
Entendés esta lengua, que es la única que hablo ahora. Y creo que me sobra
palabras para lo que voy a decir. Veo que me escuchas. Veo que nos detenemos. Nos
subimos a algún umbral donde la pausa nos espera. Exhalamos. Te siento
respirar muy cerca. Y te escucho tu silencio tan lleno de frases.
Mi nariz, mi boca, muy cerca de tu pelo y un aroma que sube
como un delirio, mezcla de un perfume clásico y tu propio aroma, que se funden y
me embriagan lentamente. Espero resistir y llegar al final vivo para poder mirarte a los
ojos. Pero todavía falta tanto.
Te conté que tenemos que cambiar? Ahora. Girar buscando un rellano
donde esperar que los otros diálogos se alejen? Así, claro. Ahora te escucho,
decís cosas con tus tobillos perfectos, me recorrés lentamente. No te parece
provocar eso de llegar hasta ahí? Vení. Ponete de frente. Soy un
caballero, pero no me atices con el látigo de tu cadencia. Podría no responder
por mí alguna vez. Por ejemplo allí, al final de la pista.
Los músicos siguen, parecen no
haberse dado cuenta de lo que nos están causando. Este Titanic nuestro se hunde en el fuego y ellos continúan tocando. Deja vu.
Siento tu pecho en mi pecho. No esperaba tanta confianza
No, no me hice entender, no era lo que buscaba. Pero te
escuché con atención y me enseñaste salida. Cuántos de esos tesoros
esconderás. Es una pregunta. Quiero saber, respondeme. Otra vez la pausa.
Otra vez subir al aire fresco.
Ahora la música crece y ocupa todo el espacio. Llena los
silencios de nuestra charla. Eras hermosa en tu mesa. Ahora sos la luna. Atención, se acerca otra pareja desde el costado, vas a sentir un cambio. Agarrame fuerte, quiero sentirte. Quiero adivinar el vuelo de tu pie.
Mantené los ojos
cerrados, pero no apagues los oídos a mi cuerpo.
Por qué no te estoy besando ya? Acaso me reprimo? Empieza el final y yo aquí, habiendo dicho tanto y si adueñarme de tu boca.
Algo se alista. Algo se define. Algo va a explotar. El violinista nos avisa. Estás preparada?
Algo se alista. Algo se define. Algo va a explotar. El violinista nos avisa. Estás preparada?
Ahora. Así. Chan...
...Chan.
- Qué bien bailás! Me llamo Juan.
- Gracias! Vos también bailás muy bien, soy María.
- Hasta luego María, y buenas noches.
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