miércoles, 29 de abril de 2009

Los que revuelven las bolsas...














La riqueza convierte a cualquier territorio en propio.

La pobreza lo torna ajeno.

Proverbio arabe



Ninguno hubiese tenido, solo, la constancia y el temple necesarios para empezar y mantener un blog… mucho menos para enfrentar la vida. En esos arrabales en los que la moral encuentra otras varas con las que medirse, en los que afanarle a un tilingo califica distinto, mejor, que afanarle a otro cartonero, ellos encontraron la amistad, esa forma de hacerle pito catalán a las adversidades.


Vergüenzas y pruritos producto de pasados difíciles hicieron de la parquedad y el silencio una estrategia, una conducta. Pero algunas notas se pueden tomar de lo poco que cuentan...


Andrés El Viejo


De empleado de banco con antigüedad y beneficios, sin darse cuenta pasó a vendedor de electrodomésticos de marcas desconocidas. Y luego laburó en una casa de empeños y engaño fácil a los inocentones. Lo que nunca confesó eran sus escapadas furtivas de martes y jueves a Palermo o San Isidro, lugares donde la suerte le dijo adiós. Después hizo lo mismo la mujer. Allá por el 2001 la vida le ganaba, inevitablemente, la pulseada y lo dejaba en la calle. Lo que le queda es la charla, con la que ameniza largas noches de hambre y frío.


Contradicto


La venía llevando bastante bien... buen alumno, sin marcar diferencias con los compañeros; berretín por los autitos y por los discos que heredó de una tía culta; vacaciones en la costa; muchos amigos, de los buenos y de los que fuman. En resumen, la vieja, con él, estaba tranquila. Una vez, ya de grande, conoció una mina. Más que mina era un avión con ganas de levantar vuelo. Y el quiso acompañarla. Ella lo llevó a conocer el cielo desde donde él sonreía feliz. Pero duró poco y un día, quizás hastiada, quizás cruel, le dio un empujoncito. Y él, que nunca se recuperó de esa caída, llegó hasta acá.


Mariano


De chico supo que quería ser jugador de fútbol. Pero la tozudez de ciertos entrenadores de inferiores en no reconocerle condiciones, hicieron que se fuera olvidando del asunto. Sin embargo, sus innegables condiciones para el ida y vuelta pronto lo convirtieron en "delivery" de la mítica pizzería Nápoles de Villa Crespo (cuyos dueños, como no podía ser de otro modo, eran gallegos). Allí inventó la pizza de siete porciones, también llamada "Pac Man" por su novedosa forma. Los dueños del lugar no valoraron el invento, y decidieron despedirlo, previo pago de una indemnización de $1470, que él decidió poner en un depósito a plazo en el Banco Mayo. Hoy, a modo de venganza, opina y escribe sobre economía.



3 comentarios:

Tomás dijo...

Felicitaciooooooones, los estaremos siguiendo.

Anónimo dijo...

Muy bueno.
El Mariano del equipo a partir de ahora "Mariano El Bueno".
Por el otro, que en cualquier momento cae por acá. ¿Vieron?

Ana C. dijo...

Muchas penas de amor por estos lares.