Quedó allí. Esperando a que nuestro amigo tocara el botón que dice "Publicar". Lo dejó para lo último por motivos que el lector encontrará mientras lo leé.
Publicarlo es el mejor homenaje que este blog, del que supo ser el "cartonero estrella", le puede hacer.
Y creer que haberle cambiado el título (para agregar ese juego de palabras) para provocar otra de sus sonoras risotadas, es algo que nos arrogamos sin explicaciones.
Que lo disfruten.
Este blog retoma su viaje.
En 1884, el pintor Henri Toulouse Lautrec (1864-1901) se mudó al departamento del matrimonio que formaban René y Lily Grenier.
Allí vivió alrededor de dos años y en su abundante obra hay muchos retratos de Lily y también de su marido.
Lily Grenier era una mujer de belleza imponente, una pelirroja alta y corpulenta, que gustaba de disfrazarse y de la buena vida.
El retrato que aquí se reproduce, y que se conserva en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, se llama Madame Lily Grenier en quimono por razones que no hace falta explicar.
Aparentemente, Madame Grenier unía a su belleza una loable preocupación por aportar algo de felicidad al torturado pintor que tenía el tamaño de su talento en razón inversa a la longitud de sus piernas.
Así lo sugiere este explícito dibujo ( se exhibe en la Biblioteca Nacional de París), en el que Toulouse Lautrec se representa a sí mismo y a la adorable Lily. Obsérvese la sonrisa de comprensible satisfacción en el rostro del artista.
No existe dato alguno para asegurar que la obra representa un hecho realmente sucedido o una fantasía de Toulouse Lautrec.
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