Más allá de que puede considerarse razonables algunas de las cosas que plantea, nos parece que sobre el final exagera innecesariamente el dramatismo (aunque no le alcanza para ser la contracara perfecta de Redrado, que después de decir que se estaba vaciando al central por pagar con reservas, pegó un portazo, y revoleó dos o tres floreros, cosa de que se enteraran los vecinos del escandalete, al mejor estilo Silvia Suller).
Dice Zaiat, de las intenciones de quienes promueven un programa distinto al de Marcó:
Este consiste en abandonar la política de acumulación sostenida de reservas, disminuir por lo tanto la emisión para sostener la actual paridad cambiaria y, de ese modo, apreciar el tipo de cambio. Esto significa la disminución del precio del dólar y el comienzo del rápido camino al déficit de balanza comercial y de cuenta corriente, para concluir en una recesión y posterior devaluación.Acá ya discutimos varias veces sobre la cuestión de la apreciación cambiaria (tampoco está exento el actual esquema: con inflación de 20 y pico por ciento anual, y devaluación de 10%, hay apreciación real). Y notamos varias consecuencias que no nos parecerían del todo provechosas para el largo plazo: primarización, valorización financiera, ingreso de capitales especulativos y de deuda para financiar importaciones que reemplacen producción local de bienes altamente tecnológicos, etc.
Lo que consideramos innecesario del "ciclo" que describe Zaiat es el final (con negritas, mías). Ni la recesión ni la devaluación son patrimonio de ese esquema ni de ningún otro. Los déficit de cuenta corriente bien pueden cubrirse con ingreso de capitales por cuenta financiera (como en Brasil). Una devaluación sólo sería necesaria ante el fracaso de tal esquema, o ante un shock que revirtiera el flujo de capitales (como una suba brusca de tasas de la FED).
Hay elementos suficientes como para contraponer virtudes y defectos de uno y otro esquema. Acá hemos tomado partido por el esquema de tipo de cambio levemente alto, cuidando el superávit de cuenta corriente, y priorizando el empleo y el nivel de actividad, por sobre las metas de inflación y la búsqueda del "investment grade". Pero no es necesario endilgarle a nadie el patrimonio de la "devaluación". Lógicamente, algunos habrá que querrán un shock para sacar partido, también lo dijimos, y tampoco correspondería subestimar el poder de daño de esos "algunos". Pero Zaiat fue un poco desleal en la argumentación, saltando varios detalles para llegar rápido, sin escalas, a la recesión y la devaluación.
3 comentarios:
Es verdad. Es una figura común del discurso político y periodístico. Fijáte en esta nota: http://www.pagina12.com.ar/diario/ultimas/20-148134-2010-06-23.html
Párrafo 6, Pinedo dice que la decisión discrecional de los funcionarios "necesariamente deriva en corrupción". Pobre de la gente que tiene que tomar decisiones en el mundo, para el PRO son todos chorros...
El de adentro: un gran gusto que pases por acá y comentes (en un gran muestra de pensamiento lateral; a mí no se me hubiera ocurrido nunca vincular ambas cosas).
Me hice seguidor de tu blog.
Un abrazo.
En realidad, se me ocurrió porque hace un par de meses había escrito criticando ese tipo de pensamiento, de la mecanicidad de las cosas. Se ve que es un mal que no distingue ideologías... Un gustazo tenerte en el bloj, che! Somos del mismo barrio, je je je.
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