viernes, 25 de marzo de 2011

Factores de Poder II


Si pudiéramos imaginar una matriz de dos filas por dos columnas, en la que las filas discriminan empresas de capitales nacionales y empresas de capital extranjero (muchas de ellas transnacionales), y las columnas a su vez discriminan a qué mercado atienden con preferencia, mercado doméstico o exportaciones, estaríamos ante un buen comienzo para clasificar como se articulan los factores de poder de un país o región.

Quizás esa matriz no esté completa, quizás deberíamos ingresar otras discriminaciones; por ejemplo cómo ejercen la valorización de su actividad: si son empresas que obtienen su renta por vía financiera o por vía real, que a su vez podría dividirse en prestación de servicios o producción de bienes, etcétera. Otras veces una discriminación también nace de un factor diferencial como puede ser la tributacion. Claramente las retenciones a la exportación podrían convertirse en el caso argentino en divisorias de aguas.

En fin, podemos ponernos a ajustar y refinar el cuadro tanto como queramos, pero también es cierto que en la articulación de intereses estos mismos límites muchas veces están difusos o varían en el tiempo.

Tomemos algún ejemplo del pasado. Vencidos los últimos referentes de un incipiente regionalismo industrialista con la batalla de Pavón y durante lo que se conocería como proceso de organización nacional (cuánta similitud con el cínico nombre con que los milicos bautizaron a la dictadura 76-83!) en la segunda mitad del siglo XIX, el factor de poder primordial y central de la hora era sin duda la oligarquía vacuna.

Así, Argentina se convierte en un ejemplo casi único en el mundo de nación que se organiza alrededor del Estado. Este hecho tiene origen en el fuerte solapamiento entre estado argentino y oligarquía vacuna que es motivado por la enorme capacidad hegemónica de este último factor de poder que, sin rivalidades significativas, se adueña del Estado. La campaña al desierto de Roca en 1880 es un botón de muestra de esta articulación.

Encuadrada en nuestro sencillo cuadro sinóptico, la oligarquía vacuna está representada por terratenientes locales (a pesar de que llevan la vaca atada y pasan largas temporadas en Europa tirando manteca al techo, son capitales de origen nacional) y su principal actividad es la exportación.

Siguiendo el razonamiento, el segundo factor de poder que se robustece por aquellos años son los traders de bienes que se afincan en la ciudad puerto para ejercer comercio. Hablamos en general de empresas de capital extranjero (mayoritariamente ingleses) que atienden principalmente el mercado nacional por vía de importar bienes manufacturados para consumo local.

La complementariedad de intereses y afinidad funcional entre ambos sectores da lugar a varias décadas consecutivas de paz social y un cierto grado de evolución económica que desemboca en la Argentina del primer centenario.

Siguiendo estos lineamientos puede caracterizarse cualquier sector de actividad que pueda o no erigirse como factor de poder. Tomemos por ejemplo una tríada: el grupo Techint (Siderca, Siderar, Techint construcciones, etc), el grupo Madanes (Aluar, Fate) y el grupo Acevedo (Acindar) durante la década del 90. Todos son grupos industriales nacionales (aunque Paolo Rocca tenga su corazoncito en Dálmine). Todos son monopólicos en el mercado doméstico. Y todos le ponen prioridad a la atención de mercados de exportación puesto que los volúmenes que producen superan con creces la demanda interna.

Otro ejemplo que puede valer la pena observar es el financiero: con la ley de entidades financieras de Martínez de Hoz un grupo de bancos extranjeros robustece su actividad en el país. Son capitales extranjeros que atienden el mercado interno. Su comportamiento y sus intereses son independientes de los bancos nacionales (públicos o privados), aunque muchas veces coincidan.

Hasta aquí caracterizaciones. Veremos si con estos pocos porotos y un poco de imaginación nos da el cuero para caracterizar en algún próximo post los factores de poder que conviven en la Argentina del kirchnerismo. Puede ser interesante.




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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Flaco, tenés una ensalada bárbara en la cabeza....

Dos cosas para que pienses:
1) Techint, Acindar: importan el 100% del mineral de hierro y el carbón, sus operaciones son rentables porque puenden vender en el mercado interno a precios superiores al internacional y las inversiones de capital se hicieron con dinero público.

2) Aluar: importa el 100% del mineral de aluminio (bauxita) y como tiene energía electrica regalada puede producir de forma competitiva.

La verdad es que estas empresas surgieron a la luz entre fines de los 60 y los 70 como parte del modelo "desarrollista" sin tener elementos competitivos objetivos.

(Alcides Acevedo)

Anónimo dijo...

Vamos a esperar la tercera entrega entonces.