domingo, 5 de mayo de 2013

Adivinar o comunicar



Una nueva variable ha ingresado por la puerta de servicio a la compleja realidad económica argentina. Hablamos de una cotización del dólar por fuera del mercado único libre de cambios, que los voceros del establishment y sus medios amigos denominan blue como un eufemismo para disimular su carácter ilegal.

El “dólar ilegal” irrumpió en escena hace ya unos 18 meses. Inicialmente lo hizo de manera tímida y marginal, cuando el gobierno decidió cambiar de estrategia después de sostener durante una década un sistema abierto de compra-venta, tan poco restringido que, hace algunos años, cualquier pedestre hubiera pensado que esos límites no existían.

Aquella estrategia cambió cuando las señales de RESTRICCIÓN EXTERNA empezaron a hacerse patentes en el horizonte, una enfermedad crónica para países de inserción económica como la nuestra, probablemente la cuestión más recurrentemente analizada en todas nuestras Facultades de Economía. Al principio las limitaciones impuestas por el Banco Central a los compradores buscaron no afectar a quienes tenían sus situación impositiva ordenada con la AFIP.

Luego, en una segunda instancia, las limitaciones fueron radicales: se suspendió la venta de dólares para atesoramiento, esa adicción que sufre una parte no cuantitativa pero sí cualitativamente importante de nuestra sociedad.

En particular desde la segunda instancia, el nivel de ansiedad y perplejidad de la sociedad ha aumentado. Al principio esos efectos se redujeron a los afectados, pero más temprano que tarde la cotización del dólar ilegal se ha naturalizado como un dilema en sectores importantes de nuestra sociedad.

Si bien, como muchos analistas dicen, la existencia de una cotización del dólar ilegal así como el tamaño minúsculo del (supuesto) mercado en el que se desarrolla, no afectarían a la economía real, esto no es absolutamente cierto.

La verdad es que su aparición, las sospechosas e inexplicadas restricciones para su adquisición y el cambio de escenario después de 10 años de “normalidad” predispone a la población a un estado de alerta. El miedo no es zonzo, dicen, y nuestra sociedad tiene el cuero bastante curtido por las malas noticias, en especial las económicas, que durante décadas se han abatido sobre nuestro país.

Así, se han modificado de manera irreversible dos cosas fundamentales: las expectativas y la percepción del problema. Pero no de manera neutra. La problemática es como una moneda de dos caras: el lado positivo es que se ha frenado de manera sensible la fuga de divisas. Estamos hablando de retener niveles de fuga que en el peor año de la administración Kirchner superaron 21 mil millones de dólares. Contener esa fuga será, induddablemente, un éxito enorme.

Pero podría verse eclipsado por el freno que está sufriendo la inversión, producto del estado de latencia en el que centenares de miles de agentes están “desensillando hasta que aclare”. Los empresarios argentinos, en particular los pequeños y medianos, tienen un agudo sentido de la intuición que les dice que hay una puja en contra del gobierno y que la misma debe resolverse antes de que ellos entierren un solo peso en nuevas máquinas, aumento de producción, innovaciones o cualquier mejora que deseen.

Si como le gusta decir a Kicillof, la economía para los países es “economía política”, el desempeño que viene demostrando el gobierno puede ser aprobable en economía, pero se lleva un gigante aplazo en política.

Botón de muestra es la enorme cantida de compañeros que militan y/o cumplen funciones específicas en terceros y cuartos peldaños políticos dentro de la estructura gubernamental no sabén cómo ni mediante qué instrumentos se defienden las medidas del gobierno respecto del dólar. Es una muy mala señal (que habla de pésima comunicación, que es inherentemente política) puesto que nos lleva automáticamente a suponer las innumerables versiones de quienes otorgaron su voto a este Proyecto, no de manera convecida sino quizás tímida.

Esos también son votos que pretendemos mantener.
Esas son conciencias que pueden llegar a creer que Sturzenegger tiene razón.

Este gobierno mantiene en su haber sobrados logros en favor de los desposeídos, de las clases humildes, de las pequeñas y medianas empresas, de los trabajadores, los formales y los informales. La presidente tiene altos niveles de imagen positiva y algunos de sus funcionarios se ven favorecidos por esta ventaja.

Hacia ellos debe estar dirigido su mensaje, que debe ser claro, sincero, contundente y meridiando (ni siquiera vale la pena preoucparse por 5 mil o 500 mil se juntan en una plaza a cacerolear reclamando sus dólares para ir a Punta). Debemos ser claros en expresar que los tiempos cambiaron y que hoy, no por errores del gobierno ni por omisión, los dólares son una herramienta estratégica cuyo objetivo es sencillamente seguir desarrollando al país en la misma senda que venimos desde 2003.

En la era del twitter presidencial, de las campañas virales en redes sociales, de los abuelos conociendo y disfrutando a sus nietos por skype, del fútbol para todos en el celular, el desafío es comunicar. Hasta ahora una enorme deuda.

Los nuestros son votantes, no adivinos.


5 comentarios:

jfc dijo...

En diálogo con Página/12, el sociólogo y miembro del Parlamento andino Alberto Adrianzén señaló que “la derecha peruana quiere trasladar la política venezolana al Perú y aprovechar el tema Venezuela para arrinconar al presidente Humala para que no solamente no vuelva a sus propuestas originales progresistas de las que se ha alejado, sino para que ni siquiera se acerque a la posibilidad de considerar reformas mínimas al modelo económico neoliberal. El cargamontón mediático en ese sentido es impresionante”.
Adrianzén indicó que “la izquierda peruana apoya el proceso político venezolano” y advirtió que “aprovechando la ausencia de Hugo Chávez, que era una figura protagónica de la unidad de América del Sur, hay una ofensiva de la derecha internacional contra los gobiernos progresistas de la región; ahora se ataca a Venezuela, pero seguramente después vendrá una ofensiva igual contra otros gobiernos, como los de Argentina o Bolivia”.
Creo que no dejan de atacarnos

jfc dijo...

EL COMENTARIO ANTERIOR LO COPIÉ DE UNA NOTA DE HOY LUNES DEL DIARIO REFERIDA A UN FUGAZ CONFLICTO ENTRE HUMALA Y MADURO

Nando Bonatto dijo...

esa adicción que sufre una parte no cuantitativa pero sí cualitativamente importante de nuestra sociedad.
creo que surfeamos la misma ola


http://poesiayramosgenerales.blogspot.com.ar/2013/05/los-dolares-marginales-del-corrupto.html

Nicolás Tereschuk (Escriba) dijo...

Te quiero, querido. Postazo.

manulo dijo...

primera vez que leo este blog. mencantó.

sobre esta dificultad de comunicar alrededor del dólar ilegal, me parece que hay que reconocer que el problema es doble. no sólo está nuestra falencia (del gobierno, de la militancia, de lo que sea) sino también que el campo opositor ha construido, medios hegemónicos mediante, un relato simple, sencillo, homogéneo y convincente al respecto de las restricciones. por eso sturzenegger puede parecer un iluminado, por más que quiera devaluar.