jueves, 5 de diciembre de 2013

El camino del puercoespín



Este blog no necesita despegarse del dirigente político cordobés que mejor imita a Piñón Fijo. Anticipamos que, después de los siguiente párrafos, no saldremos a defendernos de quienes levanten el dedito acusándonos de delasotistas o cordobesistas. Decíamos que no lo necesitamos y no lo haremos.

Ya que el punto a considerar no se restringe a los lamentables sucesos en su provincia. Aunque vienen a cuento. Porque funcionan como último botón de muestra de un accionar del gobierno nacional con contados éxitos e inobjetables contras.

Y si nuestros queridos amigos de la Mesa de Autoayuda K se ha asignado, bajo el amparo de su propio nombre, el simpático propósito de encontrar agudas justificaciones (que disfrutamos como el que más) a cada tiro en el pie K, desde este humilde lugar creemos, con el mismo respeto y amor por la camiseta, que nuestro rol es el del policía malo que, con mirada torva y ceño fruncido, reprueba y critica el accionar del gobierno frente a escenarios en los que, con cartas claramente ganadoras, bluffea y se va al mazo.

Es lo que hemos visto en los recientes sucesos de Córdoba. Y también es corolario de un largo espinel de situaciones similares en los últimos años (Macri y el subte, Peralta y Santa Cruz y un largo etcétera que hace eclosión en la Resolución 125 y las patronales agropecuarias). En las que desde el gobierno nacional prevalecen estrategias de confrontación pueriles y olvidables, soslayando las oportunidades de beneficio simbólico que le es puesto al alcance de la mano.

Es el cuadro desarrollado en la Córdoba de estos días. Pero ha ocurrido otras veces en el pasado.
Situaciones políticas en las que se plantea por un lado una incontrastable dicotomía amigo-enemigo y, simultáneamente, se hace visible de manera potente una ventana de oportunidad para reconstruir y recrear lazos rotos con sectores sociales que, por motivos que no vienen al caso, nos han soltado la mano.

Y cuando en un plato de la balanza se nos ofrece la posibilidad de poner de manifiesto la voluntad de reconstrucción de esos vínculos y de reforzar la empatía social, y en el plato contrario aparece la seductora y nítida posibilidad de poner fuera de juego a un rival político, de la magnitud que sea y por el tiempo que sea, el Kirchnerismo elige sistemática e invariablemente, como un adicto, esta segunda opción.

Sin estimar y mensurar los resultandos de un axioma político básico: el que hace, el que factura, el que ejecuta no sólo gana porque es en dicha praxis resolutiva donde reside la esencia de la política sino que además gana porque el resultado simbólico más importante de esas acciones se convierte en un enorme piano que, como un dibujito animado, cae de manera irremediable sobre la cabeza de su contendiente como en este caso Don Gato, cuyo único activo fueron 140 caracteres desde Bogotá, tan linda.

Hay en Casa Rosada y alrededores una propensión casi de orden patológico a la solución de los conflictos políticos utilizando la vía "halcón". Que se replica a sí misma con un curioso “pegar y replegar”, lo primero sobre el adversario, lo segundo sobre sí mismo. Una reiterativa “defensa puercoespín” que por repetitiva y monótona, erosiona y desgasta.

Alguien con mucho poder debe creer, en las cercanías de la presidente, que ser "paloma" es sinónimo de debilidad y duda. Alguien muy equivocado.

Aquello último, exento de metáfora: se erosiona y desgasta a una población que se sigue preguntando por qué, cuando hay familias destrozadas, heridos y un muerto, el gobierno nacional queda enredado en una discusión respecto del horario en que llegó un fax o si ese es el número de celular correcto del Coqui. Es evidente que llegar a este punto es perder dos veces: una por haber entrado a jugar en la cancha adversaria y otra porque estamos empatando con Don Gato, que es como empatar con Atlético Yupanqui.

Descuento los comentarios de los “burócratas” del momento, quienes Constitución Nacional en mano me certificarán olímpicamente que las fuerzas de seguridad nacionales no podían actuar. Gracias por la lección.

Pero en el campo de lo simbólico hay acciones que no requieren necesariamente concreción. Por ejemplo una secuencia de flashes urgentes en la Televisión Pública la tarde misma de los saqueos con un movilero dentro de una guarnición de Gendarmería confirmándole a la población que están listos para intervenir. O de las ene formas que los medios públicos saben preparar el terreno para el envío de un mensaje claro. Si no lo conocían, es el ABC de la política y se llama Maquiavelo.

“Van a mandar la Gendarmería a Córdoba?” vomitado en la cara de Capitanich en la conferencia de prensa la mañana siguiente a la noche de los saqueos se convirtió en una peligrosa daga cuando sólo debía ser un alfiler más. Sus evasivas y su expresión lo decían todo: “nuestros halcones quieren que Don Gato se cocine en su propio fuego”.

Hay nuevas oportunidades de romper la lógica del puercoespín. Cristina recibiendo en Casa Rosada a víctimas referenciales de los saqueos y ofreciéndoles un plan de créditos híper-blandos para que recuperen sus bienes, además de un puente con la angustiada población cordobesa, sería por añadidura un misil teledirigido a la patética gestión de Don Gato.

8 comentarios:

Best Seller dijo...

Comparto cada palabra, impecable el análisis!
Saludos.

Ricardo dijo...

Excelente reflexión.
Comparto.

ram dijo...

Y probablemente no hubiera estado (ni caído) mal la opción Intervención Federal", dada la seguramente nula voluntad de resolver aunque sea mínimamente las cuestiones de fondo de don peluca.

ruta 66 dijo...

pero lo que vos pedis seria como actuaria un gobierno serio y responsable, no esta manga de ineptos.

Pablo Pehrsson dijo...

Como cordobes, peronista y kirchenrista, SUSCRIBO en un 100 % lo dicho

Anónimo dijo...

Hola,

con respecto a:

«En las que desde el gobierno nacional prevalecen estrategias de confrontación pueriles y olvidables, soslayando las oportunidades de beneficio simbólico que le es puesto al alcance de la mano».

No estoy tan segura de la validez de la premisa… Algo de eso hay, es cierto, pero no sé si se puede hablar de confrontación pueril u olvidable. Sin embargo, sería una diferencia de opinión que ni siquiera podría argumentar con solidez (ya que no estoy segura, ☺☺).

En el caso de los sucesos de Córdoba, acuerdo cien por cien. El gobierno nacional no podía enviar fuerzas armadas a la provincia sin la solicitud del gobierno provincial, eso está claro. Pero sí podía tomar otras medidas, incluyendo enviar rápidamente funcionarios de primera y segunda línea para dar su apoyo y colaborar en lo que fuese posible.

Lo que siento, y me preocupa mucho, es que los sucesos mostraron una fisura fenomenal en el poder político (también en el judicial). En síntesis, todo se trató de la fuerza de las armas y la violencia: la policía que se acuarteló, los que tomaron por asalto la ciudad, los que se atrincheraron y armaron para defenderse de esos asaltos, la discusión centrada en si sí o si no más fuerzas armadas (gendarmería) y, como corolario, la policía ganando lo que querían obtener.
¿Y la política? Casi ausente. Casi ausente a la hora de dar respuesta a las personas de a pie. El Estado no estuvo.
No me parece un hecho menor.

Saludos.
Esther

Politico Aficionado dijo...

Si el gobierno nacional hubiera enviado al mas modesto veedor, hubieran salido a los gritos de que se estaba violando el federalismo, con la aviesa intención de intervenir la provincia y privarla de su maravilloso gobierno cordobesista.

Politico Aficionado dijo...

Y por supuesto negarían haber enviado el tweet de las 3 de la mañana, calificándolo de invento kirchnerista.