Alguna vez las clases ilustradas de nuestro país no padecían
de auto(sub)estima, ese virus que se ha convertido en enfermedad endémica y que
cala tan profundo en hombres y mujeres expertos en socializar su propio fracaso
y asignarle ignotas enfermedades contagiosas a la sociedad en la que viven.
Nuestras grandes ciudades están llenas de estos tipitos, en
los supermercados, en las colas del banco, en las salas de espera del
odontólogo. Capaces de diseñar las explicaciónes más inverosímiles que se
requieran para demostrarnos por qué no pudieron.
Alguna vez, en épocas que sólo recuerdan los audaces, este
país tuvo un sueño ambicioso y digno, que fue construir sus propios
aviones.
Y al decir construirlos decir dominar cada eslabón de la
cadena sistémica que habilita a pensar en una industria aeronáutica.
Para quien no está alerta, en su génesis, ese triágunlo formado por la central
hidroeléctrica ubicada en Futaleufú, que energiza la planta de producción electrolítica de aluminio en Puerto Madryn (Aluar) y
el puerto de aguas profundas a su lado no eran otra cosa que el lugar desde
el cual saldría el aluminio argentino de los aviones argentinos.
Aluminio que iba a ser transformado en chapas, largueros,
cuadernas y comandos, gracias a un robusto tejido de aeropartistas especializados, un enjambre de esfuerzos que iban a converger en la Fábrica de Aviones de Área
Material Córdoba.
Habría tiempo para encarar luego, con otros plazos, otros desafíos más delicados como el diseño y producción de las plantas de poder,
las telecomunicaciones y la aviónica.
De aquel país, de aquel sueño, quedan hoy los últimos
testigos, ancianos, mudos, olvidados. Están en la foto que ilustra esta entrada. No fue el proyecto de mentes afiebradas,
sino el de argentinos que tenían por buena su inteligencia, su audacia, su
tenacidad. Se lo llamó proyecto IA58 Pucará.
Cuando nuestros viejos los ven
zurcar los cielos, retienen una lágrima recordando el país aquel que debíamos
ser: un país de corajudos a los que el futuro les tenía respeto, no uno de
llorones por las estadísticas del indec o por la negociación con los buitres.
Es el mismo país que en un par de meses ingresará al club de
los 8 países que pusieron en órbita un satélite de comunicaciones geoestacionario de
mano propia. Esto no fue hecho por belgas que inmigraron secretamente en un
submarino. Fue hecho por argentinos iguales a usté, pero vacunados de pibes contra
la auto(sub)estima que diariamente, desde pantallas y titulares, nos inoculan.
Aquel complejo del aluminio argentino pensado como un enorme
dinamizador social hoy está escindido de un proyecto nacional y en manos de una
de nuestras “familias” tradicionales, que sólo persigue renta y beneficio propio.
La única e
inequívoca forma de defender aquellos sueños de un gran país y de mantenerlo a
salvo de nuestras “familias” se denomina Conducción Política Soberana y Popular.
Es lo único que necesitamos.
Veamos cómo.
6 comentarios:
Bien ahí, Cumpa. Una cosita, se traduce mal "plantas de poder", es "planta de potencia", que es casi lo mismo, pero no es igual
En algún lugar del cuore, desde la ofi, se extraña el playón.
Ahá, una pregunta ¿no es que hace 5 años reestatizaron la fábrica de aviones?
Sería mejor hacer un post repasando qué ocurrió durante estos 5 años, ilustraría como nada la mentira peronista K... menos sentimentalismo y más autocrítica le vendrían muy bien al país.
Ah, el tarado de Acevedo también por acá. Es una máquina de decir imbecilidades sin sustento, afirmar cosas sin fuentes ni lógica, y recibir respuestas que lo humillan, lo desmienten y lo dejan como el gil que es. Pero el tipo insiste. ¡Bravo Acédedo! Que ser boludo y mala leche es una lucha diaria, siga posteando.
Muy bueno!!! Si gusta, corrija el zurcar por surcar.
La joda es que se reestatizó algo que ya no era una fábrica, con suerte era un taller de mantenimiento; detalle que no es para nada menor.
Como tampoco es menor que no sólo no había equipos con qué fabricar algo, sino que ni siquiera perdonaron la matricería del Pucará, lo que impide fabricar nuevos o contar con elementos aptos para reciclar y/o reformular los existentes, como no sea canibalizando algunos o cambiar motores, electrónica pero sin modificar en esencia lo que haya.
Menos que menos vender al exterior, porque aunque no lo parezca, es todavía un diseño válido para determinadas tareas operativas de combate o patrulla.
El impotente de mala leche del alcides, bien podría consultarle a los ingleses acerca de la "mentira" Pucará, reacondicionaron uno capturado en Malvinas, lo probaron a fondo y, ay, los pobrecitos lo encontraron excelente. Hoy, descansa en un museo como trofeo.
Lindo contraste de opiniones, no?
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