viernes, 22 de enero de 2010

Far West (no tan far)



Algo me hizo ruido cuando el lugareño me contó la historia. Me llegó, como le debe haber llegado a él, edulcorada, waltdisneyzada. Con buenos y malos. Sin grises. Sólo le faltaba una historia de amor imposible entre el muchachito y alguna moza del lugar, comprometida a algún terrateniente gordo y caprichoso.

Pero algo repicaba en mi cabeza: malos muy malos, pistoleros, pendencieros, cuatreros. Pero más de 500, armados y con caballos.

Inquieto como soy, me aboqué a averiguar si no había una historia atrás de la Historia. Y encontré esto.

La lucha por la independencia chilena fue un poco distinta que la rioplatense. La diferencia esencial radicaba en varios factores. Uno de ellos es que el país está mucho más expuesto que nosotros a la acción marítima: muchas de las grandes ciudades chilenas se ubican sobre la costa y esto confrontaba con el hecho de que España, la Metrópolis, era una potencia claramente superior en el mar. Defender Talcahuano, Valparaíso, La Serena, Antofagasta y los cuatro mil kilómetros de costa mediantes del asedio realista hizo que la guerra de la independencia fuera más larga y las intervenciones de aquellos más gravosas. El otro factor importante era la cercanía con el principal reducto militar de España en Sudamérica, Lima. Cercanía puesta en términos de la velocidad para unir Lima con cualquier puerto chileno que mostrara algún grado de rebeldía.

De manera que vivir en el Chile de la segunda década del siglo XIX era vivir en un lugar donde la identidad nacional todavía estaba en juego, nadie quería dejar de vindicarse como español al tiempo que muchos querían la independencia. Y la malaria era importante.

Así aparecen estos hermanitos, cuatro hombres y dos mujeres. José Antonio, el mayor, había formado parte de las fuerzas realistas, en particular frente a San Martín en Maipú, pero siendo casi un niño. Esta posición realista no lo abandonó cuando convenció a sus hermanos de iniciar una especie de acción foquista al sur de Santiago. Y por supuesto que rápidamente logró el acuerdo de estancieros españoles, terratenientes y la inefable Iglesia, temerosos todos de los resultados inciertos de un gobierno revolucionario y criollo.

Todo empezó siendo una acción armada detrás de ideales, pero pronto sus condiciones de liderazgo, de poder económico y político y de lealtad para con los suyos, convirtieron a la banda de los Pincheira en la verdadera avanzada española al sur del Bío-Bío, zona todavía no conquistada por los criollos y en plena disputa con los pehuenches.

En los valles del Varvarco (actualmente Neuquén) establecieron un villorrio de no menos de 6 mil habitantes, para lo cual establecieron pactos de paz y convivencia con los más importantes caciques de la región, como Neculman, Canumilla y Toriano. Y desde allí pronto exprimieron mecanismos de aceptación con los lugareños. Por ejemplo, ante la grave ausencia de alimentos como carnes y harinas, cuatrereaban y saqueaban del lado cuyano para luego cruzar la cordillera con las mercancías y seguir ganando adeptos a su causa. Durante un largo período de la década del 20 fueron amos y señores del norte neuquino, el sur mendocino y la araucanía chilena. Tenía su propio código de justicia interno y leyes básicas de convivencia. Llegaron hasta San Rafael y Bahía Blanca.

Pero para 1830 este pequeño grano en el sur de nuestras libertades empezaba a ser muy molesto y se dispusieron muchos recursos a ambos lados de la frontera para ponerle coto. Fueron cayendo uno a uno los hermanitos, a sangre y fuego, producto de traiciones y emboscadas.

Salvo José Antonio, que pactó su entrega y fue indultado. El presidente chileno Prieto, viejo zorro, supo aprovechar la experiencia del perdonado y le ofreció conchabo para cuidar y controlar sus extensas tierras en el sur chileno. Y en ellas, muchos años después, terminó muriendo como un viejo noble y bueno quien fuera el terror de los ejércitos patriotas y los pueblos liberados.

La foto que ilustra este post es de los Castillos de Pincheira, reducto donde solían guarecerse los hermanos después de alguna incursión.

Y lugar adonde anduvo el carrito cartonero de Contradicto hace algunos días, cerca de Malargüe.



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2 comentarios:

Javier dijo...

Me hiciste acordar cuando estuve por alli hace casi 4 años , y sobre todo porque tuve la buena o mala idea de irme solo en una bici alquilada desde Malargüe y creo que hasta los castillos de Pincheira eran 27Km de ripio y estuvo hermoso hacer los 54Km como no era habitualmente ciclista tuve dudas como estaria al dia siguiente , pero por suerte todo bien ). Lo molesto eran los camniones que pasaban porque habia extraccion de minas por la zona y dejaban una estela de polvo a su paso que lo inundaba todo . Gracias por el recuerdo
Un abrazo

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