miércoles, 3 de octubre de 2012

Pei atenshon, plis


Así como hubo un claro período posterior a la noche de la votación en el Senado de la Resolución 125, en el que la militancia kirchnerista y los funcionarios del gobierno se llamaron a silencio, entendiendo que esa actitud era mucho más sana y efectiva que la de terminar discutiendo innecesariamente con quienes creían que Cobos venía a liberarnos de una dictadura de orden stalinista.
Lo que el patriarca Artemio llamó “espiral de silencio”, en este caso operando a favor de la oposición que aparentaba más de lo que era debido a la pasividad de sus antagonistas.

En la medida que los resultados efectivos de ese gobierno parlamentarista liderado por los figurones del Grupo A, Morales, Pato Bullrich, Lilita, etc, se probaron inexistentes y que el Gobierno hizo una relectura de la realidad y tuvo la capacidad de autocrítica para recrearse (llámese ley de medios, AUH, fiesta del Bicentenario, etc.), ese silencio se fue rompiendo, al principio paulatinamente y más adelante, quizás con punto de inflexión en el acto de Ferro, ya de manera ostensible y sin solución de continuidad hasta llegar al 54% de octubre de 2011.

Todo parece indicar que ese resultado, que parecía congelar de manera permanente la relación de fuerzas, vuelve a quedar atrás para abrir paso a una nueva etapa en la que quienes rompen la espiral de silencio son quienes no comulgan con el gobierno. Lo único permanente es el cambio y esto se hace patente con la magnitud del cacerolazo del pasado 13 de septiembre.

Esto provoca que las fuerzas oficialistas dejen los festejos, levanten la guardia y vuelvan a la contienda política que es donde mejor se desempeñan. Traeremos en este punto el agudo Teorema de la Marmikok que tan bien desarrollaron los muchachos de la Mesa de Autoayuda K.

Algo similar ha ocurrido en Venezuela. Es altamente probable que Chavez gane las próximas elecciones, y sin embargo ya nada será lo que fue. La masiva movilización de cierre de campaña del candidato opositor Capriles permite pensar que la oposición ya no es una murga lamentable y desordenada sino que el “pitiyankee” podría convertirse en el principal y más significativo desafiante en la contienda política. Bien otra es la perspectiva de ascenso al poder cuando todos los críticos encuentran un mínimo común denominador que puede articular una frase completa de 16 palabras de manera comprensible, tan distinto de lo que ocurre por estos pagos.

Capriles construyó un discurso que atrae los descontentos, no sólo las clases adineradas urbanas sino también a todos aquellos sectores que, justificada o injustificada, deliberada o accidentalmente, el chavismo hizo bajar del barco. Por supuesto que atrás de la puesta en escena de Capriles hay toda una estructura. No se puede dar un golpe blando apelando a la desfachatez y la brutalidad ostensible de la aplicada en la primavera árabe, en el golpe a Khadaffi o en Afganistán. El golpe blando requiere muchos recursos, una aceitada maquinaria mediática y una intensa guerra sicológica.

Algo similar empieza a despertar en Brasil, donde un candidato como Serra mide menos potencial que una pila usada, pero aparece un Russomanno, que ya empieza a preparar el terreno, llenándolo de frases amigables, de slogans de publicidad barata y de artefactos de fijación de imagen (ya se olvidó de los globitos amarillos?) de manera inteligente para que el 2014, si al menos no desencadena una victoria, deje en el campo de batalla la clara sensación de que el Lulismo y el PT no la tendrán sencilla. No les perdonan haber aumentado el ingreso del decil más pobre un 90% mientras que el del más rico aumentó el 17%.

Uno de los peligros de estos liderazgos es que toma pedazos de verdades provistos por la misma izquierda idiota de siempre: de esos pedazos estos personajes exprimen las pocas gotas de credibilidad con que luego intentan deshidratar a los adversarios. Ocurre, amigos, que la simple transferencia de renta que ha sido la principal herramienta de los inesperados procesos populares sudamericanos del siglo XXI, no alcanza para desbaratar los planes del establishment.

Los Capriles, los Russomano, los Macri, los Piñera tienen la capacidad de generar espejismos y dirigir el foco de atención a las chispeantes vitrinas del supermercado global, en las que se vende el engaño de la felicidad motorizada por el consumo: cambie el televisor por un nuevo plasma, deshágase de ese viejo tocadiscos por un microcomponentes, renueve ese presidente con olor a viejo y a pobres por uno joven y moderno.

Aunque parezca una pregunta irresponsable: es posible que las política basadas en la transferência de renta tengan un punto de agotamiento, una fase a partir de la cual una sociedad que se ha visto beneficiada por la ecualización de ingresos empiece a analizar las cosas corriéndose lenta pero irremediablemente a la derecha?

2 comentarios:

OMIX dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
OMIX dijo...

Habria que pensar en otra pregunta paralela a la que hacés.
¿Podemos abogar por la continuidad de aquellos que durante una decada consiguieron bastante pero a juicio de la experiencia ya hace rato que son conservadores gatopardistas de esos avances que fueron amortizados?

Hay veces que es mejor plantearse que toda fijación en un tiempo determinado significa esclerosis y muerte.

Nunca menos, a veces, quiere decir: detenerse, desensillar hasta que aclare, y empezar a ver que hay muchos decididos a ir por mas en términos concretos y de grandes victorias que son la milanesa a caballo con papas fritas de la historia, las pequeñas victorias que puedan darnos es mero chicle.

El 2003 es hoy. A no conformarse.