"Kirchnerismo"
Imposible decir algo más sin antes definir lo que en esta
nota significa ese kirchnerismo entre comillas: hablamos de la novedad política
argentina que revirtió y re-encauzó ese proceso deliberado de desigualdad y
empobrecimiento que empezó con el Rodrigazo de 1975 y sólo tuvo algunos chispazos
obstructivos genuinos con el dúo Alfonsín/Grinspun.
Escuchó? DE-LI-BE-RA-DO dije.
No estamos hablando de materia difusa, discutible o sustentada
por media biblioteca. Estamos hablando de estadística, de números concretos.
Estamos diciendo que, tomando cualquier métrica (diseñada a este efecto: ratio
entre primer y último decil, índice Gini, primer y último quintil, apropiación del
1% más rico), en los últimos diez años se ha achicado consistente y
sistemáticamente la brecha de desigualdad y los pobres se han acercado a los
ricos. Estamos diciendo que negros choripaneros del conurbano ahora se toman
vacaciones, y cada vez más cerca de Cariló (tiemblen, caceroleros).
Avalado por la CEPAL. Punto.
Desde este argumento-ancla, este argumento-Terminator que,
correctamente utilizado, disuelve y define a su favor cualquier discusión con
ese cuñado-cabeza-de-tanque que sigue aportando argumentos lanatistas basados
en la irrenunciable responsabilidad del gobierno nacional en la muerte de un chico
Qom o sandeces por el estilo, desde ese punto bien se pueden escribir dos
posts.
Por hoy y para no abusar, elegimos escribir uno solo.
El hecho de que haya “kirchnerismo” a nivel nacional dice
poco y nada del “kirchnerismo” en los órdenes sub-nacionales de la estructura
del Estado, ordenados de manera federal.
Así, podremos tener alineamientos políticos más o menos estables,
más o menos oportunistas.
Y sin dejar de mencionar que, como es el caso, cuando una
administración federal logra canalizar (a fuerza de “kirchnerismo”, justamente)
un flujo inédito y bastante estable de fondos con el que gobernadores e intendentes
puedan “hacer política” y que operará como una fuerza kirchnerípeta permanente.
Pero el análisis de la calidad “kirchnerista” de cada
administración, como se entiende desde esta perspectiva, sólo es aceptable
siguiendo un criterio “caso por caso”.
De nada sirve que Capitanich esté en todos los actos a los
que lo convocan desde Casa de Gobierno. Nada dice del “kirchnerismo” de Insfran
que los diputados formoseños del FPV acompañen los proyectos de ley del PEN. Poco
importa que Omar Goye haya ganado elecciones, en Bariloche, con el apoyo del
jefe de bancada peronista del Senado.
Existen los alineamientos políticos en el sentido lábil y
coyuntural de los alineamientos políticos. Y, en política, salvo que te apoye un partido de nazis declarados como el de Biondini, todo suma. Uno debe juntar poder para gobernar y enfrentar poderes fácticos, no se hace cargo de los prontuarios amigos.
Sólo en la cancha de la redistribución del ingreso se ven
los kirchnepingos. En la cancha de la política de memoria, verdad y justicia. Todo
lo demás es sanata.
Y si bien lo antedicho puede ser un nuevo choque de frente
con el camión de Perogrullo, en el devenir diario el concepto se le diluye a
mucha gente. Cuánto?
Tanto como para mantener altos picos de audiencia en el
prime time de la noche del domingo en canal 13, con el alquimista Lanata destilando en vivo
para hacer más digerible el odio crudo de Magnetto por las políticas populares,
convirtiendo en general lo particular y uniendo con un puente de oro las
trapisondas locales de un goberna zorro con la perversión y pestilencia
cristinista. Sus televidentes, ajenos de estos pensamientos, son víctimas de
esta confusión. Y un tal Novaro los confirma en A Dos Voces: cómo es que Cristina no interviene Formosa?
La realidad es que el “Kirchnerismo” es un fenómeno, un rara
avis en la política. No a nivel nacional. Sino a nivel mundial. Cuando el “Kirchnerismo”
emerge, el establishment reacciona. Lo sube a la pila de su hoguera y lo demoniza.
Quiere saber dónde hay Kirchnerismo? En Cuba hace más de 50
años. En Venezuela, a full. En Bolivia. En el Brasil de Lula.
Y en Argentina.
Pero, paradójicamente, habiendo Kirchnerismo en Argentina, falta “Kirchnerismo” por todos lados. Es interminable la lista de bastiones
auto-denominados oficialistas en los que las políticas Robin Hood brillan por
su ausencia o, peor, son reemplazadas por continuidades neoliberales impúdicas.
Por ejemplo Bariloche: primero cayó ceniza volcánica, luego
nieve y finalmente fondos nacionales a mansalva para palear la situación. De “Kirchnerismo”
en serio, ni noticias. La malaria arrecia y los estratos intocables siguen así.
No se trata de pedirle Kirchnerismo a guapos de novela como De La Sota, cuya ética ignora de qué carajo hablamos, pero hay una larga lista de lugares en los que sus líderes no quieren ni pueden entender los beneficios y ventajas de
este proceso, tanto en favor de sus comunidades como en favor de sí mismos, de
su sustentabilidad política y de su crecimiento.
En fin, usté el kirchnerómetro ya lo tiene: cuánto y cuán rápido un
gobierno toma medidas para igualizar a la sociedad que representa, contra todos los crujidos,
tensiones y rupturas que se producen a su interior.
Regalo de este blog. Gratis. Úselo a discreción.
1 comentario:
Muy lindo, supongo que regala el post, no el blog. Ya que hace el buen trabajo de análisis, sería interesante para buscadores o lectores como yo, que incluya ejemplos positivos, no se, debe haber, ya que los mencionados sólo repiten noticias ya leídas, digo.
Igual gracias por el resumen.
Si le parece bien, siga con el blog.
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