sábado, 21 de noviembre de 2015

Biblia y Calefón



Se rompió el calefón y hay que cambiarlo. Anduvo bastante bien durante muchos años. En estos últimos hizo algunos ruidos, perdió agua, se apagó un par de veces, pero cumpir, cumplió.

Ese es el enfoque que un sector de la sociedad le asigna a lo que ocurrirá mañana. Para ese sector, la política es un calefón, un mal necesario. Como los árbitros del fútbol, el mejor de todos es el que pasa más inadvertido.

Lo interesante es que ese sector de la sociedad, realmente no tan significativo en tamaño, mañana será la monedita que inclinará el fiel de la balanza. Votar para muchos de ellos es, incluso, una molestia. Porque es someterse a la política. Y no terminan de entender cuándo es que la política se hace recíproca y se somete a ellos.

Hay algo de este ciudadano en todos los estratos sociales. Agudizado por un contexto capitalista y hasta no hace mucho, de un individualismo fogoneado por el neoliberalismo.

Mañana ese ciudadano irá al cuarto oscuro y se encontrará con dos modelos. Ambos al mismo precio: cero pesos. Y la boleta electoral no es un prospecto: los costos, las contraindicaciones, los efectos colaterales no figuran (para eso fue la campaña; pero ojo, cuando llegaba el espacio publicitario dedicado a los partidos en disputa, nuestro sujeto cambiaba de radio, buscaba una radio con música noventosa).

Dos modelos, decíamos: uno que se puso muy de moda últimamente; importado, diseño europeo (no está claro si lo fabrican en China), todo color plateado, mucho brillo, impacta a la vista, lucecitas por acá y por allá, chirimbolitos de todo tipo, funciones. Muchísima manija en la tele, los vendedores te dicen que todos llevan ese, que en España, Portugal, Irlanda, Grecia se vendió a lo loco.

Dicen que lo colgás y sale funcionando sin problemas, no necesita nada. Pero no está claro y nadie responde definitivamente a esas preguntas: un vendedor te dice una cosa, otro otra.

También dicen que tiene un chirimbolo que mide la temperatura del agua y se supone que es muy útil, pero un instalador que sabe del tema nos contó que apenas lo instalás, los primeros chorros son tan calientes que vaporiza y te quema. Dicen. Y dicen que la marca no tiene representantes en Argentina todavía. No está claro a quién se le pide servicio posventa y los repuestos.

El otro es el clásico, el nacional. Blanquito, sencillo, robusto. Más conocido que la ruda. Viene con varias mejoras porque en la fábrica se dieron cuenta de los problemas de los anteriores. Trae unos relojitos para medir temperatura y caudal, un par de cositas más, pero nada complejo. Buenas terminaciones, fácil de instalar porque calza bastante justo en los tornillos del anterior, garantía y servicio seguro porque lo conocen hasta los porteros de edificio.

Los que siguen este blog saben que estamos eligiendo mucho más que un calefón. Que es relevante las manos de qué trabajadores lo construyeron, su arquitectura, su diseño y las consecuencias de su uso  y, eventualmente, de sus fallas.

Mañana se conocerán las consecuencias de 12 años de kirchnerismo. Mañana sabremos si existe eso que las élites denominan “batalla cultural” (concepto del cual descreemos) y, en tal caso, quién la ganó.


Mañana, de una manera cruel e indefectible, sabremos mucho más sobre nuestro futuro que el nombre del próximo Presidente.

2 comentarios:

Alejandro Gómez dijo...

Mañana, de una manera cruel e indefectible, sabremos mucho más sobre nuestro futuro que el nombre del próximo Presidente.

PD: a mi,a veces poco modesto, entender "la batalla cultural" la tenemos perdida, o, en el mejor de los casos, que volver a empezar a dar, pero en otro "campo de batalla" que a simple vista es el mejor para nuestros "enemigos"

Nunca Menos!

Diego de Lurentis dijo...

Por Dios... mañana se termina la mentira K.... ¿12 años de industrialización?

En el mejor de los caso ensamblado de componentes importados con mínimo aporte de valor agregado.... tremenda metáfora del modelo sojero K.