jueves, 5 de noviembre de 2009

Diferencia de clase


Algo debe haber pasado en el medio.

A la mañana, la noticia era que se había levantado el corte de la 9 de julio. Y la vergüenza era que el Gobierno hubiera esperado tanto tiempo para ceder y ponerse de acuerdo (en ese orden) con las "organizaciones sociales".

A la noche, en cambio, Silvestre se indignaba por la forma en que los grupos piqueteros se financiaban, cobrándoles una "cuota" a los beneficiarios de planes (que va desde los 5 pesos, reconocida por los propios dirigentes). Y la vergüenza era que el Gobierno haya capitulado ante "las presiones de estas estructuras burocráticas que se aprovechan de las necesidades de los humildes".

Ahora, el debate es: ¿son necesarias las "estructuras burocráticas"? ¿ejercen el rol organizativo, que potencia colectivamente expresiones individuales que sin contención organizativa se manifestarían dispersas y por eso débiles? Porque si realmente son necesarias (aunque fuera como participantes activos de disputas corporativas), de alguna forma deben financiarse.

Podemos pegarle una ojeada a cómo funcionan otras "estructuras burocráticas", como los sindicatos, o (por qué no?) las asociaciones empresarias, y comparar.

Los sindicatos financian su imprescindible actividad con el aporte de sus representados. De esta forma mantienen en funcionamiento una estructura que consigue que se pauten condiciones laborales colectivas con la patronal (para darse cuenta de que son mejores para los empleados que lo que sería la media, si las condiciones se pautaran individualmente, basta con mirar el circuito del empleo en negro).

La asociaciones empresarias, por su parte, tienen roles muy diversos. Representan a la patronal en paritarias, organizan reuniones, coloquios, y demás, a los que invitan a personalidades "caras" (sí, a las que tienen que pagarles fortunas por hablar media horita), hacen lobby ferozmente, efectivizan el pago de retornos y se cargan al hombro las negociaciones con algunos funcionarios, eluden multas y controles, ponen a disposición de sus representados cuerpos de abogados y contadores avezados en un servicio muy valorado en el rubro: la evasión impositiva (a la que le asignan nombres muy elegantes, como consultoría tributaria, por ejemplo), "encuadran" (epa! clientelistas) a comunicadores sociales y referentes de la prensa para que desde sus columnas diarias o sus espacios radiales o televisivos traten con benevolencia, directa o indirectamente, sus causas.
En general, una misma empresa aporta a distintas asociaciones, que cumplen funciones complementarias (algunas tienen representación segmentada al rubro de producción y servicio, otras tienen un espectro más abarcativo).

Y eso que no me quiero poner quisquilloso, porque haciendo un razonamiento sencillo, las empresas miembros de estas asociaciones financian dichas actividades con aportes que, en última instancia, retacean del presupuesto para pagos de salarios, y cargan el costo en el precio del producto que paga el consumidor.

Entonces, es cada vez más evidente que toda la crítica a las organizaciones sociales responde únicamente a prejuicios clasistas y racistas.
En la foto, "Garpani" y Méndez, un rato después de mostrarse acongojados por la pobreza, y un rato antes de incorporarse unos canapés de caviar, regados con champú francés.

4 comentarios:

Mariano T. dijo...

Ya estas asumiendo una diferencia rotunda de clase entre un trabajador sindicalizado y un piquetero.
Será así? Tal vez lo sea, hay una nueva clase en la argentina que no podemos llamar proletariado o clase trabajadora?
Y por supuesto lo que el estado, que es el que pone la papota, tiene que evitar es que sean necesraios esos 5$, o lo que sea, para que el objeto de la ayuda la reciba. Hacerlo lo más directo posible, ganarle de mano. Si no lo hacen no se puede quejar.

Laura dijo...

revise por favor el concepto de clase, Sr Mariano T.
El estado no tiene por qué intervenir en la forma en que se organiza el movimiento social si esta forma garantiza la realización de los fines a los que destina el subsidio. No le pregunta a la Sociedad Rural cuánto les cobra a sus socios, cómo distribuye ganancias, ...por qué debería hacerlo con otros?

Mariano dijo...

Mariano T.: a mí me parece saludable que los "pobres" se den una organización, armen una estructura genuina.
Lo contrario a eso es una política nefasta de control de la pobreza, que consta de distintas etapas: individuación, desactivación y despolitización.
Se les da su limosna, se les exije garantía acerca de que la van a gastar en lo que el estado considera que deben gastarla, y se les niega cualquier tipo de organización colectiva que les permita reclamar o actuar en política directamente.
Ese es el proyecto de la CC: "tomen su limosna y ni se les ocurra organizarse, que para hacer política ya estamos nosotros, que no nos dejamos encadenar al clientelismo y tenemos la conciencia libre, no como ustedes, que su pobreza no los deja pensar bien".
Saludos

Andrés el Viejo dijo...

Un problema de larga data y de amplia difusión en el movimiento de los trabajadores es la dificultad (cuando no la incapacidad lisa y llana) para que las organizaciones sindicales asuman la representación de los sectores de trabajadores excluidos de la producción.
El período neoliberal convirtió a la desocupación de fenómeno vinculado al ciclo económico a una condición permanente para un sector proporcionalmente importante de los trabajadores.
Esto dio lugar al surgimiento de formas de organización diversas, una de las cuales es la de los piqueteros en la Argentina.
No son una clase, desde luego, pero sí una franja de la población trabajadora estructuralmente excluida de la relación salarial.
Como tal, cuenta con una forma de organización propia y busca mecanismos de inserción productiva, ya sea por la reincorporación al trabajo asalariado, ya sea por vía de emprendimientos económicos colectivos.
Saludos