Se dice por ahí que para cocinar una rana no sirve meterla
en la olla con el agua hirviendo. Apenas
en contacto con tan altas temperaturas, la rana se escapará del suplicio con un
salto.
Pero se puede probar a meter la rana en agua fresca y
empezar a calentarla hasta su ebullición: la rana disfrutará, sin ánimo de
rebelión, eso que empieza como un plácido baño y termina como un puchero.
Todo parece indicar que establishment financiero
internacional, los dueños del mundo por decirlo de alguna manera, amargados por
los inesperados resultados de la experiencia argentina, están poniendo en
práctica la lección de la rana. Y lo hacen nada menos que con Grecia.
Si bien la situación económica argentina no venía para nada
bien, y mucho menos a partir de la devaluación brasileña de 1999, claramente el
estallido de la crisis causado por el corralito instaurado en diciembre de 2001
fue el punto cuspidal en la aplicación de la estrategia de shock en nuestro
país. Y 2002 el año con las peores estadísticas sociales y económicas.
En Grecia la aplicación de recetas de ajuste neoliberal ya
pasan de los 5 años. Los gráficos comparan índices socioeconómicos críticos de la
Argentina de 2002 con el proceso griego actual.
Y si las comparaciones son crueles, también sirven para
explicar porqué la sociedad griega todavía no voló por los aires (o por lo menos todavía no inició un
proceso de segregación violenta al estilo de la primavera árabe).
Es porque los poderosos están aplicando la estrategia de la
sopa de rana.
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