Mientras aquí el truco de nuestro establishment y sus usinas mediáticas es deshidratar la dimensión política dentro de las opciones posibles en el debate de política económica en el que estamos embarcados, como medio para condicionar la percepción e imponer su agenda en el bienio que se inicia, de cara a las elecciones de 2015;
Mientras hacen un esfuerzo ciclópeo por volver a capturar el
mango de la sartén que perdieron hace más de 10 años y traer la disputa de
nuestro futuro al terreno de las “decisiones racionales”, las “medidas técnicas
coherentes”, el “debate desideologizado”;
Mientras nos proponen que la disputa sea en el césped de esa
supuesta coherencia sistémica que presenta la macroeconomía del ajuste y la
racionalización, recetas con las que vienen dosificando la medicación a
griegos, italianos, portugueses, turcos y españoles como si fuera la última
terapia de moda, mientras que los índices de vitalidad de la sociedad, su nivel
de desocupados, su hambre, su pobreza, su nivel de autonomía ligado al
desendeudamiento no ha hecho más que arrastrarse en el barro de la miseria en
los últimos 6 años;
Mientras todo esto ocurre, en la potencia hegemónica mundial
se está volviendo a despertar la bella durmiente de un cuento que ya conocimos
en la década del 80, el de la turbulencia cambiaria, que como siempre viene
acompañada por su vieja y querida nodriza, la inestabilidad política.
La crisis financiera internacional de 2008, que tuvo su
origen en Wall Street (y que la izquierda vernácula en ese ejercicio permanente
de hacerse encima bautizó por enésima vez “crisis final del capitalismo”), ha
sido surfeada por las autoridades económicas de Estados Unidos de manera
impecable.
Impecable decimos, porque para las elites a las que esas
autoridades representan, en tanto los índices macro de la economía norteamericana
actual no son mucho peores de lo que lo eran en períodos previos a 2008, su 1%
más rico ha pasado en los últimos 6 años a participar en un 14% más de su renta,
en tanto que su mitad más pobre hoy percibe 2% menos. Es de entenderse que a
los dueños del mundo realmente no les importa mucho si sos un pobre laburante
bengalí o un pobre laburante de Carolina del Sur: saben que estás del lado de
los que perdieron.
Este es el marco de redistribución regresiva de la riqueza
que ocurre en todo el mundo, con la excepción de diktaduras latinoamericanas
como la del socialismo venezolano, el reformismo brasileño o el populismo
argentino, que hace unos seis meses la elite gobernante ha decidido cristalizar
en estas exactas condiciones, recurriendo a la misma herramienta que aplicó en
1979 y que convirtió a la del 80 en “la década perdida”.
Herramienta que tuvo como consecuencia, digámoslo, clausurar
un montón de dictaduras bananeras sangrientas (de esas en las que no caceroleaba
nadie) pero nefasta para el desarrollo económico posterior de nuestra región.
De manera que, repitiendo la historia, podríamos repetir los
resultados: medidas funcionales para los sectores ricos dentro de los países ricos
y un terremoto en la estructura de las economías en desarrollo.
Hace poquísimos años la presidente de Brasil decía en la
Asamblea General de la ONU una frase que le quitaba la máscara al rey: Guerra
Cambiaria.
Ahora el Banco Central norteamericano (la Reserva Federal) considera
que la recuperación del país está en marcha y concluye la temporada de dinero
fácil y emisión devaluatoria brutal. Al subir su tasa de interés, que es la referencia
global del gran capital, todos los pasivos de países en desarrollo sufren un
drenaje que va a buscar rendimientos buenos y seguros con el tío Sam (adivine
adónde estaban yendo los verdes del Banco Central “paralelo” que denunció Kicillof).
Este efecto pega directo sobre el tipo de cambio de todos
los países, que es donde se define cuál será el poder real de compra de los salarios
nacionales, cuál su inserción económica internacional, cuál el papel de sus
exportaciones e importaciones, cuál el tipo de empleo y cuál el tipo de mercado
interno que le convendrá incentivar.
Parece una cuestión técnica.
Pero es meramente política.
Porque, como siempre, define ganadores y perdedores.
En nuestro caso (y en el de nuestros vecinos) va a pesar el saldo de
los logros de la última década.
Quien aprovechó el relajamiento cambiario como riesgo
calculado y construyó una economía en la que la musculatura de las clases
populares permite disputar la siguiente pantalla, corre con margen para
maniobrar. Y eventualmente seguir creciendo.
En una semblanza de “Ghost in the Machine”, nuestra robustez
se mide por nuestra industrialización y por el tamaño de nuestra clase media (que
no es precisamente gente que veranea en Punta): la primera es la gran usina
generadora de productividad, la segunda es el alma que la impulsa.
En tal sentido el Mercosur mantiene todavía una enorme deuda política son sus hijos: haber dejado pasar una década de oportunidades en la que construir un escudo de coordinación y autodefensa, un fondo común anti-cíclico, un bastidor que suelde destinos comunes y que le emita una inequívoca señal política a los especuladores de siempre, diciendo que pasaron más de treinta años desde aquell, pero que no fueron en balde.
No tuvimos eso. Y es un pecado, porque vuelven tiempos turbulentos. Pero los vimos hablar entre ellos, avisarse y comprometerse, amarrar bien la carga y afirmarse al timón. La magnitud de la preocupación queda en evidencia por el hecho de que 33 presidentes capitanes de barco mantuvieron esta semana un hermético cónclave de 5 horas en Cuba.
En tal sentido el Mercosur mantiene todavía una enorme deuda política son sus hijos: haber dejado pasar una década de oportunidades en la que construir un escudo de coordinación y autodefensa, un fondo común anti-cíclico, un bastidor que suelde destinos comunes y que le emita una inequívoca señal política a los especuladores de siempre, diciendo que pasaron más de treinta años desde aquell, pero que no fueron en balde.
No tuvimos eso. Y es un pecado, porque vuelven tiempos turbulentos. Pero los vimos hablar entre ellos, avisarse y comprometerse, amarrar bien la carga y afirmarse al timón. La magnitud de la preocupación queda en evidencia por el hecho de que 33 presidentes capitanes de barco mantuvieron esta semana un hermético cónclave de 5 horas en Cuba.
Estaban jugando un TEG.
Pero uno denserio.
3 comentarios:
Asi es, Banco del Sur en el aire, moneda de intercambio comercial comun en puras ganas y por casa
http://poesiayramosgenerales.blogspot.com.ar/2014/01/ahorro-credito-y-dolarcuando-se-deja-de.html
Creo que no salió lo que escribí.
"Quien aprovechó el relajamiento cambiario como riesgo calculado y construyó una economía en la que la musculatura de las clases populares permite disputar la siguiente pantalla, corre con margen para maniobrar. Y eventualmente seguir creciendo."
Lo segundo creo que lo cumplimos mejor que nuestros vecinos, pero en lo primero venimos flojos. La restricción externa se nos manifestó antes y con más gravedad. En parte claro, porque no logramos salir del default.
Con el tema de las tasas en USA,según leí bajaron los salvatajes, pero la tasa todavía no la suben hasta que no baje el desempleo, puede ser?
EEUU va a aspirar fondos.No es de malvados, ya no necesitan tasas del 0,5% anual, si quieren evitar inflacion.
Los paises que no recibimos nada, poco debemos.
Los que recibieron, veremos como se prepararon para esta eventualidad.
El problema nuestro es cuánto pega en los commodities.
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