Desde hace un tiempo se instaló una suerte de polémica sobre el tipo de cambio, de la que participaron y participan aún distintas voces. Hay quienes dicen que permitir una devaluación brusca tendría consecuencias sociales difícilmente reversibles, y quienes sostienen que de no hacerlo, el peso “sobrevaluado” (así estaría actualmente según esta visión) terminaría estrangulando al aparato productivo y, como consecuencia, Argentina comenzaría a desandar el proceso de crecimiento post-devaluación de 2002.
La polémica cruza transversalmente el arco ideológico. Incluso, dentro de la misma facción gobernante hay distintas posturas al respecto, ambas igualmente fervorosas en la defensa del actual modelo.
Están entonces los que piensan que hay que dejar devaluar más el peso. O, más precisamente, piden al BCRA que no se resista a la devaluación, que es de alguna forma lo que decidió hacer cada vez que optó por vender dólares para calmar los desequilibrios generados por una demanda sobreapalancada por expectativas y tal vez por liquidez. Del mismo modo que comprando dólares plantó oposición, en los años anteriores, a las tendencias revaluadoras cuando lo que provocaba desequilibrios era la exagerada oferta de dólares, producto de los altos precios de los commodities (una hipótesis a trabajar para entender la función del BCRA en estos años sería la que sugiere que intenta evitar contracíclicamente el "overshooting", pero es tema para post de alguien más entendido).
Quienes defienden esta línea argumental, lo hacen desde una postura de defensa de la competitividad de las empresas argentinas. Y hablan del tipo de cambio multilateral.
Uno de los aspectos de este tópico enfoca a la relación con Brasil. Desatada la crisis internacional, Brasil sufrió una fuerte devaluación. El dólar alto en Brasil implica que los productos brasileros se abaraten en relación a los argentinos. Lo cual trae aparejado el riesgo de que las empresas argentinas se vean en situación desventajosa para competir con los productos importados desde Brasil, por poner un ejemplo. O que se les cierren mercados de exportación (Brasil mismo, o países donde argentinos y brasileros eventualmente compiten por convencer a los mismos compradores).
Según puede observarse acá, en el momento de mayor devaluación del real, su cotización en pesos andaba por $1,33. Pero la tendencia actual indicaría que el argumento estaría diluyéndose. El real, ayer, cotizó $1,95. La semana pasada había cerrado $1,89. Parece que los productos brasileros vuelven a encarecerse en relación a los argentinos. Tal vez por esta vía, Argentina recupere competitividad respecto de Brasil, sin necesidad de devaluar (más) contra el dólar.
2 comentarios:
Estoy de acuerdo en esta linea. Y la suba de las monedas emergentes esta fuertemente correlacionada con los precios de los commodities.
Gracias por comentar Pentangeli.
Saludos
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