sábado, 20 de junio de 2009

D'Alembert


Jean le Rond nació ilegítimo de la poeta Claudine Guérin de Tencin y del oficial artillero Louis Camus Destouches. Por aquellos años era tan grande la culpa que un evento así generaba, que a pocos días de nacer el niño fue abandonado en el atrio de la iglesia Saint Jean le Rond, en París. Se crió en un orfanato y recibió por nombre el de la iglesia que lo amparó.

Por suerte su padre biológico, Destouches, pagó secretamente su educación (aún cuando nunca le reconoció filiación legal). Y no lo digo porque en este blog mantengamos algún prurito moral frente a las relaciones extramaritales (al contrario, nos encantan): lo digo porque sin educación quizás nos hubiéramos perdido uno de los tipos, uno de los filósofos, matemáticos, mecánicos, físicos, uno de los poetas y probabilistas más jugosos de su época.

Sería largo y árido intentar resumir aquí su vida, sus estudios, sus logros. Hay decenas de lugares en los que nuestros visitantes van a poder lograr una buena perspectiva. Digamos, eso sí, que a los 23 años Jean enfrentó uno de los desafíos más improbables que planteaba la física de ese momento. Probablemente ni él mismo lo supiera. Se trataba de ponerle leyes y sentido al caótico e inestables mundo de los fluidos.

El gran genio inglés, el maestro de maestros que lo antecedía poco había podido hacer en este campo: las herramientas con las que contaba y la prioridad que le asignó a otros temas (la mecánica, la gravitación y la óptica) fueron manteniendo aquel territorio en la virginidad.
Pero el joven y audaz Jean lo enfrentó. Vamos a tratar de ahorrarle tecnicismos al lector: los fluidos, es decir los líquidos y gases son un área dura de la física por varias razones. Economicemos justificaciones y digamos que son el único lugar donde ocurren cosas como los torbellinos, el caos estable y las variaciones masivas en la respuesta debidas a cambios mínimos en las variables de entrada. Y por lo tanto, son un bagual bastante inquieto.

Como era habitual en aquellos tiempos, un físico que se preciara de tal debía ser un buen matemático y esto dotó de cierto sesgo algebrista a Jean, que en ese campo era excelente (los buenos timberos le deben diversos aportes). Durante unos 15 años trabajó sobre un modelo descriptivo que, cuando lo concluyó, ofrecía una perspectiva hasta ese momento inédita; su modelo describía los fluidos de una manera matemáticamente sencilla y operativamente práctica, pero su mayor virtud radicaba en una cierta seducción estética y en la sencillez pedagógica que proponía. Sus resultados y conclusiones aparentaban tanta afinidad (al menos en aspecto y apariencia) al comportamiento de los fluidos verdaderos y resultaban tan fáciles de explicar que rápidamente se convirtieron en objeto de culto en las aulas de los claustros de la época.

Sin saber de su carácter anticipatorio y sin que siquiera el fútbol existiera, Jean ya explicaba en 1757 la comba del golazo de tiro libre que Diego le hizo a la Unión Soviética en la final del ’79, en Tokio. Pero tuvo la honestidad intelectual, que no tiene Manolo, de anunciar que su modelo presentaba restricciones. Tantas y tan importantes que no pudo explicar, por ejemplo, algo bastante evidente como el “arrastre”, esto es la fuerza antagónica al sentido del movimiento que sufre un cuerpo inmerso en una corriente: tiempo después se bautizó esta incongruencia como “La Paradoja de D’Alembert”.

250 años más tarde nosotros sabemos que existe un fluido que se ajusta casi a la perfección a las hipótesis que Jean proponía para su modelo (que el medio fuera incompresible y que no tuviera viscosidad): se trata de gas helio enfriado a unos 250 grados debajo del cero. Allí, su comportamiento es prácticamente el de un fluido ideal, que era lo que la teoría de Jean satisfacía.
Para mensurar una vez más la magnitud del problema físico y matemático que Jean enfrentó, baste decir que tuvieron que pasar casi 70 años hasta que alguien describiera correctamente el problema en su totalidad (otro francés, Navier). Hablamos de describirlo, de escribirlo en ecuaciones. Ni siquiera hablamos de resolverlo. Es más, a la fecha, la solución analítica se mantiene en el limbo de los grandes problemas irresueltos de la física. Es uno de los problemas que el Instituto Clay incluyó en el año 2000 dentro de los denominados “Problemas del Milenio” por cuyas soluciones paga a razón de un millón de dólares cada una (no hay apuro, muchachos, van 9 años y no pasa naranja)

Pensaba en todo esto mientras empujaba mi carro cartonero. Pensaba en modelos, pensaba en soluciones “agradables”, pensaba en simpleza y en belleza.

Pensaba en la época en la que la Ilustración amparó en su seno a grandes pensadores que, temiéndose y hasta sabiéndose equivocados, parieron de una manera magistral lo bello y lo simple. Y pensaba en cómo el resto de nosotros sentimos una atracción irresistible hacia esas descripciones.

Pensaba en cómo las bautizaban, marcando que tenían en claro las fuertes restricciones a las que están sometidas: fluido ideal, mercado perfecto, en fin... 

Pensaba en lo poco que aprendimos después de tantos años. En cómo seguimos, hoy, buscando la razón y la explicación en lo elemental, lo mínimo, en lo bello.

Pensaba en la coincidencia de que Jean fuera contemporáneo a otro grande, Adam Smith.

Pensaba que, a diferencia de la economía, en la mayoría de los casos la física puede darse el lujo de crear un laboratorio, un aparato, una máquina, cualquier caja cuasi-mágica en la que replicar el fenómeno que la hace dudar. Y que en su lugar, la economía no tiene otra salida que esperar a que el fenómeno ocurra en algún lugar del mundo en el que las hipótesis se verifican para poder tomar la decisión de aferrarse a ellas o abandonar las teorías que la desvelan para siempre.

Pensaba en la belleza de la teoría de la mano invisible del mercado que ajusta mágicamente el precio determinado a oferta y demanda. Pensaba en lo bello de su descripción y lo simple que debe ser enseñarla. Pensaba en cuántos de sus seguidores toavía hoy, más de 230 años después de ser enunciada, la toman por general siendo particular.

Pensaba en su potencia y en su belleza, que todavía hoy convoca a tantos discípulos, algunos de ellos verdaderos talibanes de Occidente que no dudarían en dar su vida por la Escuela de Chicago.

Pensaba en Keynes como el Navier de la economía, avisándole al mundo en plena crisis del 30 que la hermosa teoría de Adam Smith sólo representa un conjunto especial y acotado dentro de la gran economía.

¿O será, simplemente, que la física es un poco más neutra que la economía? ¿Que la física, salvo cuando se la requiere para construir misiles y armas de destrucción masiva, no requiere ser el brazo de ninguna política, de ninguna estrategia de dominación sobre los países periféricos?

En todas estas cosas pensaba cuando de pronto recordé que en Belgrano y Piedras me esperaba Mariano para embolsar el rejunte del día. Y pensé en comentarle mis desvaríos.



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10 comentarios:

Mariano dijo...

Contradicto: no sobrevalúe mis capacidades esperando que dé respuestas fértiles a sus dudas.
Realmente sí pareciera haber una fuerte afinidad en los discursos científicos contemporáneos, como el de D´Alembert y Smith. Foucault trabajó, en su etapa "arqueológica", mucho con esa idea: digamos brevemente, los campos discursivos a partir de los cuales es esperable que surjan formaciones discursivas respetuosas de ciertos parámetros no del todo explícitos, que el arqueólogo Foucault se encargaba de buscar. Hay que leer "Arqueología del saber" y "Las palabras y las cosas". Tal vez no tanto para encontrar respuestas definitivas a dudas y planteos, sino más bien para enontrarse con esa sensación tan especial de asombro placentero, a la vez que sencillez y claridad, que uno experimenta ante alguna teoría que parece explicar lo que hasta entonces parecía inexplicable. Que es, en definitva, la sensación de la belleza. Y que es lo que emparenta irremediablemente, y muy a pesar de muchos, a la ciencia con el arte.
Demasiado irracionalista me levanté hoy. Será porque por culpa de tu post me acordé de algunos tiempos no tan lejanos en los que dedicaba bastante rato a cosas como éstas.
Para terminar, te pido un favor: aclará lo de que en este blog nos encantan las relaciones extramaritales antes de que me terminen de tirar por la ventana la poca ropa que me queda en el placard.

Abrazo.

Coneja dijo...

Contradicto,
Interesante la nota como asi tambien sus declaraciones acerca de su gusto por las relaciones extramaritales. Lo tendre en cuenta a la hora de evaluar posible convivencia y/o casamiento con ud.
Saludos,
Paula

Contradicto de San Telmo dijo...

Oops!! Tuto, caca, ese señor Destouches!!

Un inmoral el oficial artillero, una porquería, bah!..

Andrés el Viejo dijo...

La expresión "por el contrario, nos encantan" debe entenderse como una observación estética de mirón. En manera alguna debe interpretarse como una postura activa. Sería como acusar de caníbal a quien relate con algún dejo de simpatía los rituales antropófagos de algunos pueblos antiguos de Borneo o Nueva Guinea.
Recuérdese que en este blog campea el espíritu científico, siempre alerta a las diferentes manifestaciones de la cultura, pero tan sólo con un encomiable afán de ampliar el conocimiento y la empatía interhumana.
Contradicto: en lo sucesivo, será prudente que usted no sea tan telegráfico en sus apreciaciones, especialmente cuando se rozan temas socialmente mal considerados.

Contradicto de San Telmo dijo...

No sólo se mueve bien en el área, amigo Andrés, sino que además baja a defender y le pone garra.

Iba adentro esa pelota?...

santix dijo...

Muy buen texto. Gracias.
El tipo se manda un analisis sobre las fronteras del conocimiento humano y sus abordajes preteritos y actuales, el fundamentalismo, etc...
Y sobre que nos enganchamos a comentar?
No, asi no! diria la chiqui.
Estamos condenados a Tinelli entonces?

Contradicto de San Telmo dijo...

Compañer@ Santix,

En reflexiones como la suya se deja entrever la soledad de los grandes...

Eso mismo. Pongo en evidencia la particularidad de la ley fundamental de la economía, en una elaborada teoría la relaciono a través del Iluminismo con una teoría análoga en el campo de la físico-matemática, correlaciono todo esto con la influencia del calentamiento atmosférico y la sociedad de consumo y que...?

Encuentran una pelusa en un comentario relativo a la permanencia de las relaciones amorosas en el ámbito de las relaciones humanas occidentales, modernas y cristianas.

En los pasillos de la Fundación que crearán a mi muerte bajo mi nombre (con guita de algún filantrópico rico nord-europeo porque no pienso poner un mango), para estudiar toda aquella temática, las becarias le lanzarán los galgos a los docentes y viceversa, con la única excusa de hacerle honor al prócer fundador, que parece que era bastante "flojo de cascos".

Se da cuenta?

Tre-men-do, diría un blogger entrerriano.

Bueh, ahora la dejo que tengo que ver Show-Match.

Mariano dijo...

Santix: no subestimemos el tema que se estuvo tratando. Está fresco para dormir afuera. Si para que no me cambien la cerradura es necesario tinellizarse, me tinellizo.
Le debo un temita de jazz. Ya voy a pagar.
Abrazo.

Sirinivasa dijo...

Así es la cosa Estimado Contradicto, por una pelusa... le tiran al bombo.

Cuenta Richard P. Feynmann que un físico cuyo nombre no recuerdo, acababa de descular cierto problemita relacionado con las condiciones de la fusión atómica que se produce en el cuore de las estrellas. Aún con el vértigo que le había generado el hallazgo, esa noche salió de programa con una scholar de la uni que lo cobijaba. Estaban apretujados en el pasto, románticamente, ella le habla del firmamento estrellado en términos poéticos. Y él le acota "y sabés una cosa? en este momento estás con la única persona sobre la tierra que sabe porqué brillan?". La rubia -porque, sí, debía ser rubia- le contesta algo que en rioplatense sería traducido como: "andaaa, zonzo, mirá con lo que me estás chamuyando!".

La vida es cruel e ingrata, Contradicto, y el que ahonda en las profundidades del pensamiento conoce la mayor de las soledades.

Era preferible quizá, cuando Tinelli nos entretenía con el caño.

santix dijo...

Para no confindir: me llamo Santiago.
Tengo la Franquicia de Reconversion Productiva de Elementos Industriales y Domiciliarios del Area Metropolitana de Rosario"...
Bah, cartonero de Rosario.

Contradicto, se lo notó inspirado con este post, seguro que encontró un taquito de buen cognac en las bolsas.