lunes, 22 de junio de 2009

En la loma de Kerala


Kerala es un lugar raro, distinto. Resulta ser una de las 25 provincias de la India, una larga franja sobre el litoral occidental del país, bañado por el Índico. Contiene sólo el 3% de la población del país, mayoritariamente población rural con actividad agrícola. Pero presenta unos parámetros demográficos que se parecen más a los nuestros que a los del país que lo contiene. Cómo cuernos..? Hablemos un poco de Kerala.



De lo primero que vale la pena hablar en Kerala es de control de la natalidad: India ha hecho enormes esfuerzos en ese sentido sin recurrir a la coacción estatal que utilizó China, pero los mejores resultados se verificaron en Kerala. Cómo? Pues en lugar de recurrir al enfoque clásico del control de natalidad (el usual reparto de condones gratuitos o la implementación masiva de seminarios informativos entre mujeres jóvenes), lo que verdaderamente les dio resultado fue el acceso a la información y una alta receptividad a los cambios sociales que naturalmente iban a darse como consecuencia: en una sociedad de castas milenaria y tradicionalmente machista, se propició darle a la mujer su cuota equitativa de poder, crear un sistema de seguridad social y empleo que hiciera foco en ellas y garantizarles independencia económica sobre el final de su vida (lo que redundó en que planificaran menos hijos y esperaran que fuera el Estado y no ellos los que la cuidaran en la vejez). Ya desde los años 70, Kerala fue modelo de solución al problema de la natalidad, en especial para los cientistas del desarrollo de Naciones Unidas: una región tropical en la que la tasa de natalidad y la mortalidad infantil decaían, mientras que la expectativa de vida media se acercaba a los setenta años y la gran mayoría de los adultos podía leer y escribir.

Kerala estuvo gobernada durante decenios por el Partido Comunista de la India, pero debe decirse que ninguno de los cambios indicados fue provocado de manera compulsiva o violenta; lo que sí se alentó fue una sociedad permanentemente movilizada. Sin necesidad de revoluciones rojas, verdes o industriales (obsérvese que aún hoy el ingreso per capita keralí es menor que el promedio indio), las políticas que reforzaron el acceso igualitario a satisfacer demandas básicas ha mejorado la vida de sus habitantes. Ya en 1975 la ONU publicó un informe enfatizando los “positivos logros de Kerala en materia de equidad, balance social, educación y salud”.

Tampoco debe soslayarse un hecho social particular: en Kerala, las castas superiores y los inmigrantes cristianos (mayoritariamente ingleses) siempre le asignaron preferencia a la educación como valor social. Esto parece haber "derramado" sobre las castas ubicadas más abajo, que asociaban educación con status y por tal motivo pronto buscaron acceder a las escuelas abiertas por los misioneros europeos. Fue obvio que la educación abrió puertas a fuentes de trabajo basadas en el comercio y los servicios, valiosas y novedosas en el ámbito de ese estado eminentemente agrario y pobre.



El sistema educativo de Kerala estimulaba la igualdad de oportunidades, basado en una acción educativa amplia y profunda. La gente quería educación para sus hijos y el Partido Comunista de Kerala, único en el país con responsabilidades ejecutivas en los '70 y bajo una fuerte presión por sostener y aumentar su popularidad (muchos acá dirían la palabra “populismo”), aportó fondos para más y mejores escuelas. Probablemente esto generó que la mayoría de los habitantes de Kerala tuvieran su primer acercamiento a la política a través del sistema escolar.

Y gatilló una sociedad con un interés especial en la política, lo que estimuló una intensa competencia partidaria en ese Estado, con un nivel de participación mayor al de cualquier otro lugar de India. Contando desde una elección estatal en 1957, la participación más baja en elecciones en Kerala fue 8% mayor que la más alta de toda la India. Un periodista inglés escribió: “un electorado agudo, demandante y elecciones frecuentes (cada dos años) han llevado a los políticos de Kerala a presentar programas en educación y en reformas agraria y sanitaria que alimentaban mejoras perceptibles en la vida de la gente.”

El acceso a la información y a la educación ha sido crucial en Kerala. Miles de mujeres docentes han ganado salarios por casi un siglo, y la educación enlas mujeres jóvenes ha aumentado la edad promedio en que contraen casamiento. Las mujeres alfabetizadas cuidan a sus bebés más exitosamente que las analfabetas. Las escuelas de Kerala son su industria más grande (38% del presupuesto estatal de 1984 y en ascenso desde entonces). Las escuelas son el foco de una intensa competencia entre estructuras gubernamentales y no gubernamentales. Este interés educativo le provee a las “organizaciones comunitarias” un rico sustrato desde el cual fomentar la creatividad social y la competencia entre ellas ha permitido convertir a la política en algo rutinario, positivo y respetable.

Es sobre estas articulaciones que ha emergido un sistema político denso en el que la demanda popular ha encontrado contención en especial en las últimas tres décadas del siglo que terminó.


Si usted escucha a los economistas neoliberales que estudian el caso Kerala, el primer argumento que se les cae, con cierto tono despectivo, es que el éxito de Kerala ha sido su ubicación geográfica, que permitió que una parte de su población masculina económicamente activa pudiera migrar a los jóvenes países árabes construidos a petrodólares, de manera de conseguir trabajos simples en la industria de la construcción y remesar cantidades significativas de dinero a sus familias en sus lugares de origen.



Nosotros preferimos dudar de esas explicaciones simplistas. Ha llegado a nuestras manos un dato que nos trata con menos ingenuidad: la cantidad de huelgas obreras y lockouts patronales, la conflictividad laboral desde 1973, por cada mil trabajadores industriales en Kerala. Observemos bien, quizás allí, en esa tensión social permanente, en negociaciones normadas y concertadas pero no poco virulentas (especialmente al principio de los '70), en gremios aguerridos y sectores patronales que han sabido contener la demanda de trabajadores, podemos explicar el "milagro de Kerala".



Aún cuando esto provoque esa evidente sensación de zozobra en nuestras republicanas clases medias urbanas.


Con toda esta información, cuántas veces hemos visto a los organismos multilaterales mandar misiones a nuestro país en los años '90 que fueran a auditar la construcción y terminación efectiva de escuelas a lo largo y ancho del país?



2 comentarios:

chubutense dijo...

No se gaste contradicto, le van decir que la cultura keralí y patatín patatán.

Contradicto de San Telmo dijo...

Dijo Pino: "lo que no se puede entender de este gobierno es que keralice el correo pero no keralice el subsuelo"

Dijo Lilita: "ahora vienen por la clase media keralí"

Dijo Macri: "we will keralize you"

Dijo Buzzi: "Kerala es otra cortina de humo del gobierno"