
El 21 de agosto de 2009, Boudou anunciaba un canje de deuda. Este canje estaba enmarcado por una serie de medidas, que fueron leídas como el intento de Argentina por volver a los mercados financieros internacionales. Las noticias fueron confirmándolo: la siempre en agenda discusión con el Club de Paris para normalizar el pago de la deuda de 6.000 millones de dólares, la reapertura del canje de 2005, con la suspensión de la llamada ley "cerrojo", para garantizar el "ingreso" de los "holdouts", algún nuevo tramo de canje de préstamos garantizados para despejar vencimientos.
La novedad de que Argentina estudia colocar un bono en pesos a los bancos locales (voluntario y no compulsivo) podría servir para confirmar que toda esta batería de medidas "normalizadoras" tenía por objeto la vuelta a los mercados voluntarios de crédito, pero no necesariamente a los mercados internacionales. Hoy el ingreso de divisas está garantizado en cuenta corriente, no hace falta pedirlas. Digamos, también, como primer indicio del éxito del plan de Boudou, que se vislumbra una buena aceptación por parte de los bancos de la emisión de ese bono.
Pero el canje del anuncio que abre el post tiene un condimento especial.
La novedad de que Argentina estudia colocar un bono en pesos a los bancos locales (voluntario y no compulsivo) podría servir para confirmar que toda esta batería de medidas "normalizadoras" tenía por objeto la vuelta a los mercados voluntarios de crédito, pero no necesariamente a los mercados internacionales. Hoy el ingreso de divisas está garantizado en cuenta corriente, no hace falta pedirlas. Digamos, también, como primer indicio del éxito del plan de Boudou, que se vislumbra una buena aceptación por parte de los bancos de la emisión de ese bono.
Pero el canje del anuncio que abre el post tiene un condimento especial.
Es el canje de bonos con vencimientos entre 2010 y 2012, que ajustan por CER.
Esos bonos canjeados por BONAR 14, que son los PRE9 y PR12, con su rendimiento, fueron los principales causantes de que a alguien en el Gobierno se le haya ocurrido la idea de manipular el índice de precios al consumidor (IPC), como forma de meter de facto, un componente de estabilización financiera. Como correlato, también fueron causa de la visibilidad mediática que éste a la postre desafortunado episodio tuvo.
Así, vamos a ir viendo cómo, lentamente, el IPC del INDEC tenderá a confluir con los números privados (en algunos casos exagerados, fruto del aprovechamiento político de la deficiencia técnica de no tener un número oficial confiable). Y las desavenencias que persistan, poco a poco perderán espacio en los diarios, que virarán, como ya vienen haciéndolo, a alimentar la desconfianza en otros guarismos e índices.
Como se acerca el final de la etapa, se puede empezar a bosquejar algún tipo de balance para ver qué consecuencias deja la manipulación del IPC. Más que consecuencias económicas (no demasiado importantes desde mi forma de ver), lo que quedan son secuelas políticas. Principlamente una: la pérdida total de confiabilidad en la palabra oficial.
Este detalle irremontable es el límite más duro de traspasar para el proyecto político de Kirchner.
La manipulación del IPC fue una forma improvisada, nacida en el apuro, de colocar un elemento más de sostén a un modelo económico que practicó (con aciertos y deficiencias) una transferencia de recursos desde el sector financiero al sector productivo. Los retoques del IPC, directamente, fueron eso. A lo bruto, sin prolijidad y, repito, con muchísima improvisación, hasta el punto de que ni siquiera se midieron consecuencias (en momentos en que no había mucho margen para pararse a medir nada). Pero fueron eso, de manera explícita y descarnada. Una forma brutal de transferir recursos desde el sector financiero hacia el productivo.
La paradoja es que, por todo este episodio, Kirchner no será votado nunca más por los "beneficiarios" de la manipulación.