Nuestro cartonero revolvedor de basura del primer mundo, enviado
especial a los containers de plástico verde de Washington, nos envía un sugestivo
casete con la inscripción “Recontra secreto”, en la que según nos dice está
registrada una conversación en 2011 entre la periodista KT McFarland, enviada
exclusivamente a Afganistán representando al presidente de Fox News, Roger Ailes,
con el entonces general David Petraeus, famoso comandante en jefe de las
operaciones en Irak, a quien tantea para chequear las intenciones de enfrentar a
Obama en la carrera presidencial de 2012, representando al Partido Republicano.
Lo dicho no sería material para un post cartonero si no
fuera porque el tanteo del que hablamos es en realidad algo más: la periodista
lleva consigo una de esas propuestas imposibles de rechazar para Petraeus, de parte del jefe de Ailes, el
inefable y corrupto Rupert Murdoch. En la conversación hay una evidente presión
a Petraeus para saltar a la arena política, con la promesa de Murdoch de bancar
económicamente el total de los gastos de su campaña presidencial y, por
supuesto, apoyo mediático de su gigante mediático Fox News, tout court.
El general americano, desconocemos sus razones, se excusa y agradece la generosa oferta. Pero este no es el punto. En el diario competidor del grupo Fox, el conservador
Washington Post, la nota fue publicada en la sección “Lifestyle”,
algo así como nuestra revista
dominical.
Como dice nuestro cartonero gringo, lo que esta historia
revela es la farsa del juego electoral norteamericano, en el cual una o varias poderosas
corporaciones en la elite manipulan el sistema mediante dinero y percusión
mediática para que los votantes sientan la fresca y digna libertad de votar por
uno de dos candidatos que están de acuerdo en el 80% de la agenda política, y
cuando esas diferencias se hacen ostensibles o irreconciliables, esos mismos
factores de poder se encargan de plancharlas detrás de bambalinas mediante
grupos de lobby, de manera pública mediante campañas de prensa o de manera
solapada mediante la coerción económica que ejerce Wall Street.
Que Rupert Murdoch es un peligro para la democracia no es la
noticia. La noticia es la absoluta dominación de lo que los votantes de la
democracia más robusta y visible del planeta ven, escuchan y degluten todos los días y de
cómo esa papilla es amasada por los grandes concentrados mediáticos.
Por suerte nosotros, habitantes de esta imperfecta y joven
democracia del sur debemos quedarnos tranquilos, ya que estas manipulaciones a
escala gigantesca aquí difícilmente ocurran.
Aquí son las crisis las que “causan
dos nuevas muertes”.
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