sábado, 1 de diciembre de 2012

Creo en la justicia... creo


Las togas.
Y las pelucas.

Las fojas.
Y los autos.

Los arcaísmos.
Y las señorías.

Lo críptico.
Y el Servicio Penitenciario.

Los crucifijos sobre el estrado.
Y los circunloquios.

Las faltas de mérito.
Y la prescripción de la causa.

Cárceles atestadas de perejiles sin sentencia firme.
Y el Padre Grassi viviendo enfrente de los pibes que sodomizaba.

Miles de chorros hijos de la miseria y el hambre del 2001.
Y María Julia, solita mi alma.

Los amparos eternos.
Y los cargos eternos.

Los Oyarbides.
Y los Galeanos.

No jodamos.
Y no perdamos mucho tiempo.

La justicia es el último y más robusto reducto de demostración de poder real del establishment.

La justicia, ESTA justicia, con poder de fuego y al nivel de los otros dos poderes, ambos de sustrato democrático y popular, es el grano en el orto de las causas populares.

En los últimos meses, Cristina ha desarrollado una formidable estrategia, que los ajedrecistas delicados guardarán en sus manuales secretos, y ha burlado meridianamente ese “abrazo del oso” con el que la esperaba el grupo Clarín en la Cámara Federal.

Cristina  ha sido torazo en rodeo ajeno. Aplaudimos de pie.

Pero las buenas causas populares, las futuras, las que vengan a dignificarnos, no pueden ser presa de los tentáculos secretos y reales del Opus Dei, ni de un Colegio de Abogados de la calle Montevideo, ni de la Fundación Pensar, ni de abogados de cachets siderales.

Hay que ir a una reforma profunda, prístina y democrática del sistema judicial.

La balas pegan muy cerca. 
El ejemplo de Brasil no puede pasarnos desapercibido. Un Tribunal Superior de Justicia con vínculos en los oligopolios mediáticos se está llevando puesto al Partido de los Trabajadores, única opción de poder real con capacidad de enfrentar al neoliberalismo verde-amarelo. Ha sentenciado al Aníbal Fernández de Lula, José Dirceu, el alfil más preclaro de la izquierda brasileña, bajo la teoría del “dominio dos fatos”, el dominio de los hechos, es decir que la única prueba que tuvieron para inculparlo fue que, por ser Ministro de la Cartera, “debía saber lo que pasaba”.

Con ese único argumento, una justicia travestida fue el ariete con el que el poder fáctico brasileño arremetió contra Lula.

Que no nos pase.

Desenpolven al hermano del Chivo Rossi



2 comentarios:

Luis Quijote dijo...

También creo en "la justicia", pero no en LOS JUECES.
En Corporación judicial dice el encabezado:
El destino de toda diferencia de opiniones es otra opinión: la del juez.

Muchos jueces son absolutamente incorruptibles; nadie puede inducirles a hacer justicia.
·Bertolt Brecht·

Y hay otros más "escrachados" en el blog.
De a poco (lamentablemente), pero se van cayendo las caretas.

Cuando decimos "la justicia sentenció", cometemos un grave error.
La justicia es una figura, a quien representan los jueces; y hay tantas interpretaciones como magistrados.
Conste que no menciono -aún- los INTERESES que tiene cada uno de ellos.
Es imprescindible indicar, en la información, el nombre y apellido de cada uno para que los CIUDADANOS sepamos su biografía.
Por vos, por mí, por todos.

Comandante Cansado dijo...

Muy bueno, adhiero.