viernes, 25 de junio de 2010

Inversión

Puede sostenerse con firmeza, para empezar, a pesar de las discusiones, que los niveles de inversión son relativamente buenos en la Argentina.
Después se puede mirar más profundamente para sacar conclusiones más útiles.
La inversión que se dio en estos años en Argentina (los años del kirchnerismo) estuvo ligada a una economía "artificialmente" recalentada.

Desincentivo al ahorro (porque las tasas reales negativas te lo licúan) y el tipo de cambio moviéndose para arriba pero menos que la inflación, hacen que las familias pongan la mira en el consumo (incluso como resguardo de su capital; "es mejor comprar un auto que comprar dólares y guardarlos en el colchón") y los sectores productivos, las empresas, decidan reinvertir utilidades, comprar máquinas mejores, agrandar las instalaciones, construir, también como resguardo del capital.
Esto tiene mucho que ver, y se evidencia claramente, en que alrededor de un 75% de la inversión se financie con capital propio de las empresas, o sea, sin crédito.

Todo este proceso está ligado, sin dudas, a las decisiones de política macroeconómica tomadas estos años: rajarle para adelante a la apreciación del peso, tolerar una inflación bastante alta, y sostener con estos lineamientos un superávit de balanza comercial y cuenta corriente.

Consiguiendo en definitiva que los dólares que le rebalsan al mundo entren por comercio exterior y no por cuenta financiera (en inversiones de corto plazo en títulos y acciones, por ejemplo). Al revés que los países "casi serios" de América Latina, principalmente Brasil, que tiene en rojo la cuenta corriente, pero es "investment grade".

Hay señales, sin embargo, que obligan a pensar que se podría producir un silencioso cambio de esquema.
Si esto es así, hay que poner de un lado las buenas y del otro las malas.

Buenas: paulatina baja de la inflación; en el mediano plazo, reestablecimiento de condiciones favorables para el crédito.
Malas: la paulatina normalización del sector financiero puede hacerse sobre la base de aspectos que condicionen el crecimiento y aún la sustentabilidad de algunos sectores productivos, con consecuencias en el empleo.

En cuanto a la inversión, cuantitativamente poco cambiaría, pero cualitativamente habría modificaciones, tanto en las fuentes de la misma (más crédito, incluido el externo, menos "capital propio", o sea menos reinversión de utilidades y más remesas al exterior), como en las actividades a las que se volcaría.

Hay que recordar el 2007, cuando se hablaba de "enfriar la economía" y el gobierno se resistía. Bueno, siempre en el terreno de las hipótesis, si la cosa va definitivamente para ese lado, la honestidad intelectual obligaría a los opositores a reconocer que se estaría "haciendo lo correcto" (por fin) y a los oficialistas a asumir que no se puede ser tan enfático en la defensa de ciertas posiciones, que después de todo se adoptan sólo de manera coyuntural.

Por supuesto, nos estamos adelantando a los hechos. La buena noticia para la Argentina es que cualquiera de estas cosas no implicarían ningún shock, ninguna tragedia, ningún escándalo. Y cualquier dirección indeseable que agarre "el tren" se puede corregir con relativo bajo costo. Para la historia argentina, es un montón.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

"reestablecimiento de condiciones favorables para el crédito"

??????

Los bancos no van a prestar nunca. Nunca. Las Lebacs equivalen a los encajes remunerados ochentosos.

Con la inflacion en 20% las condiciones son ideales para tomar, no para prestar evidentemente.

gorila gorila dijo...

los bancos van a prestar mientras el "spread" sea negocio.
Si vos te fondeás al 10 y prestás al 17 qué te importa que la inflación sea 20?.
El negocio bancario no tiene necesariamente que ver con la tasa real de interés. Es una regla básica del prestamista. Y si está muy líquido para qué va a tomar. Entonces presta.