lunes, 28 de febrero de 2011

Papistas


Justo lo que necesitábamos. A Diana Conti desbocada. Confirmando en una radio del litoral algo que tiene que ver con la reelección de Cristina.

Absoluta incontinencia de criterio y total falta de timing. Se suma al Eternauta de Telam. Más adelante vendrán la lectura obligatoria de La Razón de mi Vida en la escuela y el uso obligatorio de la divisa roja punzó.

Sí. Ya sé. Va a venir un compañero con gesto sobrador y una adecuada dosis de guiños y frasecitas tipo “mentendés?” a convencernos de que, en realidad, es una opereta para atacar a Fulano, re-posicionar a Mengano y, de carambola, pegarle un toque final a Zutano, que viene desbarrancando.

Sabés qué? Zaraza alta pureza. Zaraza colombiana recién desembarcada. Si no lo saben, ya estamos en campaña.

Ló último que necesita la coyuntura es una guarrada como esta. Quien la lanzó está en el microclima del exitismo, contando los muertos antes de que se enfríen…

Alguien que le cuente que de un lado estamos nosotros, los convecidos. Digamos que somos un tercio. No mucho más que eso.

En el otro rincón está el gorilaje inconvencible. Por garcas o por idiotas (en el sentido más aristotélico de la palabra). Seamos conservadores y digamos que es otro 30%.

El 40% que está en el medio, los grises, los volubles, los que votan hoy a Zamora, mañana a López Murphy y la semana que viene a Lilita, esos, lo último que quieren escuchar es un proyecto reeleccionista (ya no importa si es reelección indefinida o lo que sea). Lo último que esos tipos quieren, es escuchar sobre un proyecto de perpetuación. Y debo recordar que “esos tipos” son los que nos llevan a la victoria en octubre.

Los que estaban orgullosos del Paseo del Bicentenario pero no entienden qué pasa en el Indec. Los que saben que está bien defender el mercado interno pero no se explican por qué el gobierno se peleó con el campo. Los que no creen mucho en Clarin pero son testigos de que las cosas aumentan. Los que son mayoría.

Necesitamos pruebas de la pobreza táctica de esta maniobra? Llegó antes a la tapa de Clarín que a la de Tiempo Argentino. Y Magnetto está restregándose las manos mientras dice “Excelente!” y llama por interno a Smitters Bonelli para que convoque a Diana Conti a la próxima edición de “A dos toses”. Le van a poner enfrente uno de sus clásicos constitucionalistas todo terreno para tratar de pegarla a la re-re de la Rata en el 98. Y van a traccionar todos los malos recuerdos que puedan.

Muchachos, los de este lado: el triunfo de octubre se logra trabajando cada voto. Cada uno de los nuestros, de los convencidos, convence a uno de los grises. Uno sólo. Le habla. Lo mima. Lo esclarece. Le explica. Lo milita. Pero, fundamentalmente, lo ESCUCHA. Y le hace acordar aquellas vacaciones del 2003 en las que prefirió quedarse en casa porque no sabía si cuando volvía, la fábrica todavía estaba ahí. Le hace acordar a cuántos cumpleaños tuvo que llevar a los hijos con un “te debo el regalo, te lo traemos después” frente a la mirada siempre comprensiva del huésped. Le recuerda como remó la deuda con la tarjeta o con EfectivoYa.

Le explica que la crispación, la tensión kirchnerista, esa que exaspera y que llena titulares, no es un producto buscado sino una consecuencia inevitable. Es la que surge cuando los que venían tirando de la soga y acarreándonos en nuestro camino al matadero se encuentran con que nos plantamos. Con que nos negamos a ir adonde ellos quieran. Y apenas nos afirmamos a la tierra, como mulas, la soga empieza a tirar. Fuerte.

La soga tira fuerte porque, aún con errores, no vamos al FMI. No vamos a las relaciones carnales. No vamos a privatizar. No vamos a enfriar. No vamos a ajustar. No vamos a achicar el gasto. No vamos a un aumento indiscriminado de tarifas. VAMOS A DONDE NOSOTROS QUEREMOS. Y aguantamos la soga. Y los trapos.

Esa es la tensión que hay que bancarse. Hay que darle un sorbo a la caña, morder ese tiento y aguantar. Porque vale la pena. Siempre es mucho mejor que una olla popular en un piquete al costado de una ruta.

La señal perpetuatoria es una de las peores señales, incluso puertas adentro. Muestra que no somos capaces de sostener proyectos, sino personas. Y, qué quieren que les diga, no es serio. No es serio pensar que Cristina no puede bancarse una pausa entre 2015 y 2019 y pasear su aura y su vuelo circular cuando el delfin haga boludeces. En el 2019, cuando cumpla 66 pirulos, va a ser una veterana espectacular.

Abajo los comentarios para putearme. Abrazo a todos.


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Deconstruyendo a Cleto



La vida es como la timba, recibís buenas cartas, recibís malas cartas...pero, al final, siempre gana la banca. Eso sí, no significa que no te hayas divertido.

Woody Allen




Cleto, parece que, despacio, empezás a sentir el regusto amargo de la traición.
La ejecutada.
Y, mucho más amarga, la recibida.
Ojalá te hayas divertido.



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miércoles, 23 de febrero de 2011

Volvé Ber Gelbard!



Donde están los miles de pequeños y medianos emprendedores que, al amparo de un modelo que impulsó el consumo interno como nunca en décadas, encontraron la oportunidad de vivir o revivir en el oasis kirchnerista?

En qué piensan los que se benefician minuto a minuto de las licencias aduaneras que el gobierno defiende a capa y espada, incluso frente a la sincera bronca de amigos y aliados?

A quién van a votar los que importaban containers llenos de berretadas de China y hoy tienen por principal preocupación el resultado de las próximas paritarias?

Tendrán por enemigo principal al cuerpo de delegados puertas adentro del taller o al proveedor monopólico superindustrial que mueve los precios a discreción y penaliza de manera irreversible a quien ose sacar los pies de su plato?

Sabrán que están primeros en la lista de cosas que se sacrificarán en el fuego sagrado de la restauración si el modelo cae?

Todavía toman sus decisiones al amparo de las apocalípticas predicciones de gurúes de cuarta invitados a programas de cable subsidiarios del monopolio mediático?

Dónde está la CGE que no se oye?

Qué está haciendo AAPYME que no se ve?

Qué están debatiendo en CAME que no se escucha?

Y, peor, cómo está aprovechando semejante capital político el Gobierno?

Qué está haciendo para brindarles un plafond de visibilidad y expresión, no sólo en favor de ellas sino fundamentalmente en el propio, para marcarle la cancha a los mismos cuatro garcas de siempre que, cuando no están presionando desde la UIA, están destituyendo desde AEA?

Esos empresarios pyme son tan valiosos como todos esos chicos que, desde hace un año, ingresaron a la vida gracias a la AUH.

Los únicos privilegiados son los niños. Y los burgueses industriales pymes creados y fortalecidos al calor del kirchnerismo.




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lunes, 21 de febrero de 2011

La Mesa de los Argentino IV: Honestidad Política


Acá postulamos que existe, en los gobiernos populares, una transferencia de un voto de confianza unidireccional, ni formal ni expresa, desde los gobernados hacia el gobernante. Es una cesión asimétrica de una línea de crédito, no monetaria por supuesto, aunque sin el consabido pagaré esperable para cualquier relación comercial. Pero esta es una relación política. “Crédito” en su más genuina expresión. Una comunión secular y pagana en la que se bautiza al gobernante como “mandatario”: porta el mandato que emerge de este pacto.

El pueblo libera esta suerte de fondos “morales” sin respaldo. Lo único que espera, con esta transferencia, es que el mandatario lo conduzca por el camino de la mejora, esperablemente el crecimiento y el desarrollo, sin mayores reglas ni limitaciones.

Es falso, postulamos, que las limitaciones sean institucionales. Si el camino elegido es muy bueno, el pueblo es el primero en romper la institucionalidad. La dificultad radica en que el gobernante sepa interpretar “el bien común” de manera armónica, consonante, con su pueblo. De allí radica su aptitud como gobernante, en poder y saber interpretar cabalmente el mandato. Si no, estadista sería cualquiera, hasta De La Rua.

Lo que emerge de estos postulados es que la gobernabilidad, en esencia, radica en no deshonrar la tácita deuda contraída. El gobierno va a evolucionar sin “novedades”, más o menos cerca del bien común, en tanto no traicione su crédito. Algunos gobernantes no lo entienden, pero romper ese delicado nexo es minar su propia gobernabilidad.

Estas ideas son consistentes a la hora de entender por qué reelegimos a la Rata en 1995 y por qué, a pesar de esa reelección, unos años más tarde era el político con mayor imagen negativa (que permitió que, aún ganador en la primera vuelta en 2003, prefiriera ilegitimar a su contrincante retirándose de la segunda vuelta).

Vale decir, además, que lo antedicho es independiente del carácter de la agenda. Podrá ser más progresista o más conservadora. Podrá ser de izquierda o de derecha. Para este análisis no reviste importancia. Podemos invocar el caso de la actual gestión del Macri y el Pro en la Ciudad de Buenos Aires. Ahí tenemos un ejemplo de un gobernante que no ha traicionado. Lo que los resultados de las elecciones de 2011 nos dirán es si ha decepcionado, pero Macri que es Maurizio, nunca ha traicionado.

Por el contrario, estamos seguros que la caída de Alfonsín tiene fecha de inicio: las pascuas del 87. Traición inequívoca a su contrato de poder. Aún cuando él y sus correligionarios insistan en hacernos creer (pero mucho peor, creerse) que la mejor solución a la rebelión carapintada eran las leyes del perdón. La hiperinflación del 89 fue sólo la cuña solitaria y final que se clavó en la grieta abierta por su engaño preexistente.

El kirchnerismo, con altas y con bajas, con avances y retrocesos, puede hoy, después de 8 años, decir que definitivamente no ha traicionado su mandato. Por el contrario, el mapa de decisiones desde el 25 de mayo de 2003 a la fecha parece mucho más el de recorrer un camino que va progresivamente ajustándose a su agenda, en lugar de divergir de ella (mientras la furia desenfrenada del establishment recorre el camino inverso).

Cada vez que aparecieron dudas en el rumbo kirchnerista (y no fueron pocas oportunidades), en lugar de pegar un volantazo, le pegaron un toque al freno de mano para ajustar la nave y apretaron aún más su acelerador. Lo que Cristina va decidiendo es, cada vez más, “esperable”. Genera certidumbre y horizonte político.

La mayor virtud de este activo kirchnerista es absoluta y relativa. Absoluta como demostración de activo político clave. Relativa en comparación a los gobiernos precedentes. Porque le da pruebas a quienes abjuraban de la política, en especial los jóvenes, que después de muchos años de “traiciones”, la honestidad política, la consistencia de decisiones, es un legado posible.

Néstor Kirchner ha dictado un curso práctico sobre cómo, incluso con un origen errático e incierto, la política y la honestidad son un combo invencible, inexorablemente destinado a una comunión masiva de ideales.

CFK nos está dictando la segunda parte de la materia. Bienvenidos.


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miércoles, 16 de febrero de 2011

La Mesa de los Argentino III: Juventud


Decíamos acá que la Autoestima es un activo recuperado por este gobierno. Y acá tratábamos de justificarnos.

Le toca el turno a la Juventud. Intentaremos una suerte de demostración por el opuesto.

Para entender por qué la Juventud es un activo central dentro del conjunto de factores reivindicados por el kirchnerismo y elegidos por este blog, basta con preguntarse por qué, de las 30 mil almas que se cargó la última dictadura, una parte mayoritaria estaba compuesta por compatriotas que no superaban los 30, 35 años.

No sólo se los llevaban porque eran de los que tenían la Autoestima más alta. Se los llevaban porque la juventud representa dos valores que merecen, para el establishment, un peligro pasible de merecer aniquilación.

Dos valores que, pareciendo antagónicos, son en realidas dos caras de la misma moneda respecto del horizonte vital del proceso colectivo que hoy vivimos.

- Por un lado la Juventud le impone al proceso que adscribe una suerte de control ideológico blando, a través del cual y de manera difusa, convalida (o se siente indiferente o, en el peor de los casos, confronta) con la praxis gubernamental. Los jóvenes, encolumnados tras el estandarte del idealismo y llevando en la mochila su diámica y su primavera, van haciendo una lectura cercana y persistente del accionar oficial. Colmados de nobleza de ideales cuando tienen 15 (y no mucho más que eso). El lomo más castigado y las neuronas más despiertas cuando arriman a los 30 y ya han sido material de descarte o víctima de algún zorro viejo de la politiquería. Pero en todas las circunstancias reflejando de manera visceral y automática su opinión sobre las decisiones de agenda.

De hecho, cualquier caudillo de pueblo puede discursear desde el atril, recurriendo a expresiones ya deshilachadas como “la juventud es nuestro tesoro” o “los jóvenes son los protagonistas del futuro” para ganar un aplauso fácil desde el sector joven de la concurrencia. Pero bancarse y administrar sabiamente las impaciencias de la sangre joven, compatibilizar adecuadamente las aspiraciones de un pueblo relegado con el capital político acumulado para inaugurar nuevos frentes de pugna en los que se presuman mínimas probabilidades de éxito, es una responsabilidad que no todos asumen con la suficiencia con que lo ha hecho el kirchnerismo. Si hasta el mismísimo General tuvo que, en algún momento, hacer de tripas corazón y forzar el distanciamineto de los "estúpidos imberbes".

- Por el otro la Juventud le aporta al proyecto político el certificado de garantía de continuidad. El obvio trasvasamiento generacional que cualquier líder popular genuino, aquel que está convencido de que el camino elegido es el más favorable, presume que debe legar a las generaciones siguientes.

El kirchnerismo ha sabido llevar adelante este proceso que, como le es genético, realizó involuntaria y desordenadamente. Si lo sabrán jóvenes como Tomás, que mucho antes de los velatorios y las tristes jornadas de noviembre, pedían a gritos un sistema de coordenadas que les permitiera un marco de comprensión para mejor valorar las complejidades de aquellas horas.

Néstor primero y Cristina luego, encararon la tarea con mucho más ética de la ejemplaridad que redes de contención. Y recoge los frutos por estas horas. Solo. Único.

O alguien se imagina un potencial nombre, sólo uno, para un Subsecretario de Políticas Juveniles frente a un hipotético gobierno de Sanz, Cobos o Rodriguez Saa? Qué cae en el otro platillo de la balanza cuando de este lado se agrupan los Abal Medina, los Recaldes, los Moyanitos, los Larroques?

Por qué ninguna fuerza ha podido siquiera arrimarse a la explosión contante y sonante de los Rossi, los Randazzo, los Eliceche, los Capitanich, muchachones que ya no tiernizan al primer hervor pero que lustran todos los días el bastón que cargan en la mochila, con las ganas reprimidas pero intactas tras 30 años de traiciones y vías muertas?

Eso sin mencionar las canteras que se están generando por decenas en forma de agrupaciones y movimientos sociales que pueblan cada rincón de la Argentina. Desde las más vapuleadas por la hegemonía mediática como La Cámpora (rara esa perseverancia en la denostación por parte del poder, no?), pasando por las menos elitistas pero más pobladas como el Movimiento Evita, la Tupac, o esas mínimas pero imprescindibles agrupaciones pueblerinas y barriales, esos insociables que escriben blogs oficialistas o esos grupitos Facebook 678 que se juntan a tomar mate en la plazoleta de un olvidado pueblo en el que eso, precisamente eso, es la militancia.

Esos jóvenes, todos, cada uno, cada día, donde esté, donde están, honran con la desacartonada ceremonia de su acción y de su ética a aquellos 30 mil que nos faltan.



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jueves, 10 de febrero de 2011

La Mesa de los Argentinos II: Autoestima



Ya algo mencionamos en un lejano y oscuro pasado sobre este tema.

Autoestima, no en su acepción psicológica estricta, sino como fenómeno individual que contagia y se propaga socialmente.

La autoestima, la estima por uno mismo, la conciencia realista de conocer, además de las propias limitaciones, fundamentalmente las propias habilidades y competencias, es el sustrato, la argamasa con la cual se construyen mentes y actitudes personales de disposición para enfrentar los desafíos y materializar avances sociales con cierto destino de permanencia. Y es un insumo esencial en la construcción de identidad comunitaria, mucho más efectiva que el festival de Cosquín.

Nada, absolutamente nada, es un avance genuino y perenne si no fue antes y en principio, el producto de una auto-percepción positiva de las propias capacidades y del poder para concretarlo. Luego llegan la ejecución y la síntesis. Y hasta podrá llegar el soplido del lobo para derribar la casa n veces: si hay autoestima, la casa se levantará n veces más una.

Todo tuvo y tiene sentido cuando podemos decir “Yes, I can. Yes, we can”.

El ejemplo pertinente: Autoestima es el producto resultante de la primera destilación de cualquier discurso del State of the Union cada enero. Esos que le gustan tanto a Tomás. Porque quizás él no lo sepa, pero la Autoestima, en pequeñas dosis genera sensación de euforia y en dosis mayores, genera adicción. Y, si la sobredosis es grande, puede causar deseos irrefrenables de exportar democracia y libertad a monarquías pre-renacentistas de Medio Oriente.

Ese concentrado, tan parecido a la merca, que embota los sentidos de Tomás cuando se le entrega de cuerpo y alma, eso tan fácil de conseguir en la primera potencia global, eso es Autoestima. Y Tomás es un adicto. Pero Argentina fue durante muchos años un país de tránsito, no de consumo.

Notable y contrariamente a la blanca colombiana, eso sí, la Autoestima corre en mayores cantidades a medida que se desciende en los estratos sociales. Creo que Gramsci y la hegemonía cultural alcanzan para explicarlo: pero el formoseño que visita por primera vez el Cabildo se siente en armonía con su pasado, con su presente y su futuro, y no necesita más que eso. Mientras que el hijo de un acomodado profesional de San Isidro que sigue los pasos del padre, supone que su mala suerte es la de haber nacido en el peor país del mundo. Sentimiento que sólo se sosiega módicamente en los días previos a un mundial de fútbol. Pero apenas termina, el pibe sigue fantaseando con ascender a algún euro-paraíso con un pasaporte color bordó y un abuelo piamontés.

Algunos viejos adictos conocieron de primera mano el prohibido sabor de la Autoestima. Y sus efectos. Pienso en la generación de Manolo y la de Abel. Más tarde pienso en la generación del setenta. Testigos impúberes de los coletazos finales de un país donde la Autoestima se levantaba temprano cada mañana, y se iba en bicicleta a la fábrica para fichar a las seis. Los sábados iba al cine del barrio a ver una de Demare, con Zully Moreno y Enrique Muiño en los protagónicos. Y los domingos tomaba sol en las plazas mientras planeaba comprarse una heladera Siam, o un Torino, o soñar un día con ver pasar un Pulqui.

El poder, pronto, se dio cuenta de que ella era autora y responsable. La convirtió en su enemigo secreto y diseñó un silencioso y aceitado plan de debilitamiento primero, y destrucción después (y puesto a destruir, el poder real es mejor que Dios). Mientras nosotros, deambulábamos zombis de la cuotita del lavarropas al viaje a Disneylandia, como ex adictos en una granja rehab en Paso del Rey.

Así, hubo un peor resultado que 30 mil desaparecidos (perdón, Madres: divagues de cartonero). Hubo un peor saldo que el de un tejido industrial PyME triturado hasta que sólo quedaran sus hilachas. Hubo algo peor que la tristeza infinita de quienes debieron exiliarse y la silenciosa indignación frente a los responsables del crucero Belgrano, propios o extranjeros. Algo peor que las películas de Pino. Me refiero a la larga agonía de nuestra Autoestima.

Pero, como Terminator, la Autoestima nunca muere del todo y aunque la joven democracia hizo poco por defenderla, más preocupada por las cajas pan y los levantamientos carapintada, el poder debió tomarse el trabajo de mantenerla recluida y sedada. En manos de carceleros especializados como fueron los mediáticos Bernardo y Mariano. Quienes se encargarían de recordarnos una y otra vez que éramos unos buenos para nada. Que no sabíamos administrar un simple sistema ferroviario (inútiles que perdíamos un millón de dólares por día). Que éramos unos idiotas incapaces de entregar un teléfono del Megatel antes de dos años.

Cada cross que estos "servicios" aplicaron a la mandíbula del Estado, no nos equivoquemos, era un golpe a Nosotros (no hay Nosotros más genuino, por ahora, que nuestra versión decimonónica del Estado). Un mantra antitético repetido hasta el hartazgo: “No, we can’t”.

Hasta que un día llegó Néstor. Liberador.

E hizo algunas convocaciones y clavo bandos con recompensas en los árboles de sus primeros discursos. Después abandonó las palabras; y pasó a los hechos. Era tan gigante la tarea que no había lugar para arengas directrices. Había que hacer y hacer y hacer. La Autoestima podía tardar más o menos, pero finalmente reaparecería, consecuencia de los hechos.

También la convocó nuestro Sumo Sacerdote Aldo Ferrer, bajo el homónimo de “densidad nacional”. Y ella, desconfiando por tantos años de maltrato pero feliz por los cambios, finalmente retornó.

Alguien puede aducir que no la ha probado todavía. Lo más probable es que, habiéndolo hecho, no haya caído en la cuenta. Valga una rápida mención al paseo del Bicentenario el pasado mayo, a los días subsiguientes, a las caras de las gentes que lo recorrían, los niños en hombros, el globo o la banderita en la mano vivando a los soldados, al provinciano que vive en el conurbano hace años pero se prometió arrimarse al mostrador de un chiringuito inundado de perfumes y caras de su Salta natal, a la charla descuidada frente a la sorpresa por la multitud, a la piel de gallina ante el paso de los soldaditos malvinenses de Fuerza Bruta, al himno del 25 a la medianoche, a los mensajes en las radios, a la emoción contenida en los panelistas de 678, a la admiración respetuosa y silenciosa de presidentes invitados. Esas caras. Esos ojos. Alta en el cielo, renacida, ahí estaba la Autoestima.

A no engañarse. La negativa del macrismo a permitir Tecnópolis no fue revanchismo. Ni devolución de favores. Ni chicana oportunista. Y por supuesto, mucho menos un problema de tránsito. El no a Tecnópolis no es otra cosa que la negativa del establishment a permitir que la Autoestima se siga contagiando. A que muchos argentinos que podrían ser mejores con una nueva dosis de Autoestima a bajo precio con simplemente mirar el trabajo inteligente y el esfuerzo organizado de compatriotas desconocidos pero estimados, no lo logren. Que sigan, imbecilizados, aplaudiendo el ingreso kitsch de tantos Ricardo Fort a la reinauguración del Teatro Colón. Eso sí, detrás del vallado.

Porque, admitámoslo, la Autoestima en poder del pueblo, es kriptonita en el corazón del establishment.


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miércoles, 9 de febrero de 2011

La Mesa de los Argentinos I


No es moneda corriente dedicarse a un balance de gestión cuando todavía faltan meses para el final del mandato presidencial de esta segunda administración kirchnerista. Menos aún cuando esos meses van a estar inundados por la dinámica de campaña, llena de slogans, conceptos vacíos, chicanas y debates más artificiosos que medulares, seguramente monitoreados por la perversa agenda mediática.

Quizás asumiendo, y no es audacia, que el devenir político de aquí hasta el 10 de diciembre va a ser, en términos de gestión, pura continuidad. Y quizás aprovechando ese resquicio de calma que precede a la tormenta proselitista que ya empieza a sentirse, es que nos dedicamos a tratar de sintetizar lo que vino ocurriendo y lo que eso deja para el futuro.

Como es esperable, si este fuera un blog de análisis económico, nos dedicaríamos a alabar los superávits gemelos, o la re-captación de los fondos previsionales por parte del Estado o el sostenimiento de una política redistributiva consistente. Y, por supuesto, alertaríamos amigablemente respecto de la inflación y de algunos aspectos de nuestra microeconomía industrial.

Si este fuera un blog de análisis político, nos dedicaríamos a alabar la resiliencia kirchnerista, su capacidad de protagonismo y hasta su habilidad, que terminará de cotejarse estos meses, de dominar las taimadas aguas del mar de las contradicciones internas (progresismo K versus ortodoxia pejotista su casus belli actualísimo). Y a dar voces de aviso respecto de una débil capacidad de publicitar actos de gobierno y de la necesidad de una re-priorización de los destinatarios centrales de políticas sociales activas.

Si este fuera un blog ultra K, nos dedicaríamos a alabar las chicanas radiales de Aníbal F, o las escuelas, hospitales y kilómetros de asfalto volcados durante los últimos 7 años y pico sobre el mapa nacional. Y alertaríamos sobre Magnetto y la genuflexión de algunos políticos opositores respecto de sus preferencias.

Si este fuera un blog de análisis deportivo, nos dedicaríamos a destacar monotemáticamente la belleza de Gisela Dulko. Y nada más.

Pero como este es un blog cartonero, tratamos de encontrar lo que necesitamos: material para reciclado. O, mejor decir, tres activos simbólicos que definen un legado sustentable que el kirchnerismo ya le dejo al país por venir.

Y si usted pregunta por qué tres, pues porque somos vagos. Y porque tres puntos, decía nuestra maestra de matemática de quinto grado, definen un plano. Eso sí, para ser válidos y genuinos, los tres factores elegidos tienen que ser autónomos y por tanto, ninguno de ellos surgir como consecuencia de los restantes (la única premisa para un plano geométrico es que los tres puntos no estén alineados, no?).

En resumen, y para que nuestros lectores no demoren ya más su acostumbrada “recorrida por los blogs”, postulamos los que consideramos tres grandes legados que deja el kirchnerismo. Tome nota señora, tome nota señora:

· Autoestima
· Juventud
· Honestidad política

En futuros posts hablaremos de cada uno de ellos.

Pero ya ninguno depende de Cristina. Como los buenos legados, ya la superaron. Ya ninguno de los tres es reversible en el mediano plazo. Y ya, ninguno de los tres, es soslayable.

Ya tiramos la piedra. Ahora escondemos la mano.
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