jueves, 24 de marzo de 2011

Kirchner Fu



No desesperes, pequeño saltamontes, habrá un lugar para ti en la selva. Los maestros Nest-Chi y Crist-Lu han creado, a su tiempo, cinco estilos para poder aventurarse en ella.

Desde el helado peñón del glaciar Moreno y a lo largo de otoños en el templo Shaolín Olivos, tomando lo más agudo y certero de cada uno de los cinco grandes hermanos animales, nuestros maestros nos enseñaron los grandes principios del combate, que nos sirven para vivir en el amor y la felicidad.

Del tigre el maestro Nest-Chi nos enseñó a capturar su potencia, su velocidad y su mirada, que causa terror en los ojos sobre los que se posa.

Del dragón, el maestro nos enseño a imitar su magia, su fuerza y su capacidad para volatilizarse en el aire, dejando al enemigo atónito e impotente.

De la gran grulla blanca, la madre de las aves, adoptamos su equilibrio, su paciencia y su precisión para atacar de manera contundente e inesperada.

De la hermana mantis el maestro nos instruye a observar su tesón, su resorte y su capacidad de mimetismo, para confundirse con el entorno y saltar sobre su víctima en el momento apropiado.

Pero, sin dudas, el modelo que nos subyuga es el del hermano mono. Es el más inteligente de todos y, a la vez, el más sencillo.

El estilo del mono tiene una defensa magnífica que está considerada por muchos como la mejor pues, como sabemos, el hermano mono suele ser atacado mucho más de lo que agrede a sus hermanos.

A veces el mono usa movimientos que parecen confusos. Otras veces usa movimientos divertidos. Difíciles de aprender, sin duda son los más efectivos.

El maestro Nest-Chi enseñó desde el primer día que ingresó en el templo Shaolín Olivos que, como el mono, debemos aprovechar la potencia desmedida y plena de resentimiento con que ataca el adversario, para reducirla en un punto focal de su avance y luego devolverla con potencia y dirección a su emisor. He ahí la verdadera sabiduría en ejercer el arte por parte del alumno.

Muchas veces, la mejor táctica del mono consiste simplemente en sentarse en las altas ramas del hermano árbol, en tanto el enemigo lanza sus dardos envenenados. El maestro Nest-Chi nos demostró que el éxito llegará tarde o temprano, como una manzana podrida que cae sobre la cabeza del agresor.

Para confirmarlo, pequeño saltamontes, el maestro Nest-Chi hoy nos preguntaría dónde está la hiena Brinzoni. O dónde está el desenfadado rinoceronte perfumado Nazareno. Nos preguntaría qué es de la vida de la serpiente Pando, tan madre, tan argentina, tan cristiana, tan occidental y, finalmente, tan gesticuladora.

Piensa, pequeño saltamontes, si no sería mejor dejar que el buitre peruano haga su rencoroso ataque desde los altos atriles de la Feria del Libro, antes de desbarrancar en el risco definitivo de un olvido que ya empieza a cernirse sobre su cabeza.

Y finalmente piensa, pequeño saltamontes, si no será que cuando el resto de los animales se burlan del mono, no están poniendo en evidencia cuánto les falta para alcanzarlo.



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