viernes, 22 de mayo de 2015

Cuaderno de Notas I


Es pertinente todavía, después de tantos años, rehacernos la pregunta “por qué prendió con tanto éxito, tan hegemónicamente, en nuestra sociedad de los años 80 el discurso alsogaray-neustadista que ponía en el altar de lo sacro a la desregulación total y la privatización de empresas públicas y convertía al gasto público y a trenes y teléfonos del estado en el pecado original que nos conducía al infierno”?

No vale la pena hacernos, rehacernos, esa pregunta maldita, aquí y ahora? O es que suena muy anacrónico?

La primera respuesta facilista y simplificativa que podríamos anticipar de nuestros intelectuales clásicos podría ser que aquellos eran años en los que una suerte de ola neoliberal individualista inundaba cada esfera de nuestras vidas, empezando por la política, y que era una utopía impensable debatir y oponerse a los Chicago Boys, que bajaban al subcontinente con recetas inéditas y sencillas, aptas para ser aplicadas de una noche a una mañana.

Permítannos desestimarla, al menos parcialmente. Es cierto que la potencia discursiva de aquel relato era elevada. Pero aquel mundo no era mucho más neoliberal que este.

Actualmente, como ejemplo, uno de los principales enemigos de las recetas tímidamente progresistas y desarrollistas del nuevo gobierno griego es la mismísima España, que atraviesa una crisis del mismo orden de magnitud. Y, más específicamente, los eurodiputados del PSOE son de los más aguerridos enemigos de soluciones alternativas a la solución única que busca el nuevo gobierno griego: sólo admiten la "austeridad". El austericidio dice Paul Krugman. Subrayamos, para quien no lo recuerde, que PSOE significa SOCIALISMO: si esto no es hegemonía neoliberal mundial, quienes hacemos este blog no entendimos nada.

Si bien es cierto que la campaña mediática de los ochenta era robusta y eficaz y que quien inventó el término “la maquinita de imprimir" no fue ni Melconian ni mucho menos Lousteau, sino el propio Alvaro Alsogaray, está claro que él éxito de las políticas neoliberales, en particular desde los 90, se debe fundamentalmente a la existencia de un terreno fértil para su prosperidad en una sociedad fatigada por la recursiva y desgastante repetición de los típicos ciclos de stop&go en su pasado reciente.

No hay ciudadano, no hay emprendedor, no hay instituciones, por duro que se las entrene, dispuestos a transitar un camino en el que una vez cada dos años su poder adquisitivo es cepillado sistemáticamente y el peon que estaba a punto de coronar, deba retroceder 3 casilleros.

El éxito del neoliberalismo en nuestras tierras fue, antes que todo, avalado por el fallido de aquel desarrollismo nacional.

Y por qué estamos hablando de cosas que nos pasaron hace 40 años? 
Pues porque tienen una actualidad inesperadamente enorme.

Digamos que basado en la magnitud de una devaluación enorme (equivalente a llevar nuestros actuales 8.90 pesos por dólar a 32) que pauperizó a nuestra población a límites inimaginables y la subsecuente prolongación en el tiempo de los términos favorables de intercambio (el boom de las commodities llegó hasta casi 2012), además de un trabajoso tejido de condiciones por parte del kirchnerismo, el conjunto de estos tres factores hiciero que el primer ciclo “go” de este nuevo desarrollismo durara inusuales 12 años.

Pero la devaluación de enero de 2014 fue el primer semáforo rojo en esa desenfrenada pero fructífera carrera, que felizmente nos había devuelto a estándares socioeconómicos razonables. Lo que Néstor denominó salir del infierno.

La lectura de la realidad actual parece obvia: ya no están presentes las condiciones que ampararon el más largo y favorable ciclo económico de la historia argentina; no están dadas las condiciones para usar la devaluación como palanca competitiva, ni el precio de los commodities que exportamos está apalancado por una burbuja irresponsable, ni Brasil promete en el mediano plazo una economía dinámica, ni China crecerá a tasas ídem y, para completar el cuadro, atravesaremos las incertidumbres de un cambio de autoridad política en breve.

Pero es necesario dictaminar en este punto que el éxito de un modelo de inclusión y desarrollo como el que proponemos, en un país con las características del nuestro, requiere de una política industrial ACTIVA que el kirchnerismo, hasta el momento, no ejerció.
Su promoción, su crecimiento y su coronación son imprescindibles para convertirnos en el país que queremos.

Estamos diciendo que lo hecho no significa nada?
En absoluto. Lo hecho hasta aquí nos sacó del abismo de la disolución nacional y, no menor, demostró que el debate teórico en la economía desarrollismo vs neoliberalismo no sólo no fue saldado, sino que además hay clara evidencia de que hay un camino posible para “vivir con lo nuestro”. Que nuestro desarrollismo es un camino posible y deseable.

Pero permitannos esta toma de posición:
todavía no sabemos cuál es el precio y cuáles las consecuencias que ha pagado el "modelo" por 12 años de ausencia de una política industrial activa, representada por una gestión industrial inaceptable. Pudo haber servido políticamente para tejer una Pax Romana con algunos factores de poder clave al interior de la UIA, pero en su propio éxito político probablemente radique su fracaso económico, que paradójicamente en el tiempo podría convertirse también en político.

Por eso nos preguntamos, no sin temor, cuántos “stops” está dispuesta  a atravesar esta sociedad en los próximos años antes de que el olvido generacional de las penurias vividas en el 2001 y el canto permanente de los gurúes-sirena neoliberales vuelva a dar vuelta, irremediablemente, la fatigada taba de nuestra historia.

La presidente ha dicho que Kicillof es su mejor asesor. Sabiendo de dónde y con qué antecedentes viene, nos resulta inexplicable que no haya podido convencerla todavía del imprescindible golpe de timón que debe darse para dejar direccionado el barco en el sentido de más y mejor industrialización al próximo presidente que, todo parece indicar, estará ideológicamente circunscripto al neo-desarrollismo del FPV.

3 comentarios:

Erkekjetter Silenoz dijo...

Lo que pasa es que no cualquier economista está en codiciones de planificar una industrialización, de hecho no estoy seguro que estos puedan más allá de su empeño por eso creo yo que este es un trabajo interdisciplinario con varios puntos de vista y que recaiga sobre el Min de Industria

Resuelta la deuda en gran medida -no digo que esté totalmente en caja o que no pueda volver ehhh- el problema es que la restricción externa, tema que el kirchnerismo no resolvió (y no previó arriesgo), no se soluciona ni siquiera en el mediano plazo.

Por eso creo que lo primero que debemos tener muy presente para evitar frustaciones es que un proceso industrializador lleva décadas y con muchos problemas a resolver de todo tipo. Hay una cierta cantidad de fases que NO se pueden saltear y cada una llevará el tiempo que deba llevar. El tema es empezar a transitarlo y no detenerse o que las detensiones sean del menor tiempo posible, quizás en lo que viene necesitemos una especie de Gelbard

Tampoco se puede obviar el contexto ya que ningún país se desarrolló en situación de crisis mundial y es dificil hacer keynesianismo de a uno. Con todo si nos atenemos a las experiencias anteriores hace falta una mayor regulación económica además de planificación de mediano y largo plazo (aunque reconozco que es dificil planificar con una corrida cambiaria x año sin que los fundamentals así lo indiquen).

El principal problema a mi entender es de tipo social, en la medida que más sectores se inmiscuyan en el asunto las posibilidades y sus plazos se benefician.

A mi se me da que algo de esto está empezando a germinar en las cabezotas de algunos sindicalistas, empresarios y políticos

Respecto a cuántos "stop" estamos dispuestos a atravesar yo creo que ninguno o muy pocos, de hecho muchos economistas ortodoxos (como Levy Yeyati en su columna de ayer creo en La Nación) tampoco se animan a insisir excepto la secta de Blejer et al y sus sponsors con claros síntomas de sindrome del Teorema de Baglini

Saludos

Vincent Vega dijo...

Interesante su apreciación, Don Contradicto. Creo que también existe el problema de con qué funcionarios capaces contás para llevar adelante un proyecto muy demandante de sintonía fina. No porque ellos no existan, sino por las propias características del kirchnerismo oficial, que ha sido muy renuente a confiar en aliados ideológicos

Andrés dijo...

Buenas,

Habiendo vivido los 70 y los 80, creo que una de las razones por las que la ideología neoliberal prendió tanto es porque las empresas públicas se anquilisaron, no funcionaban muy bien.

Se tardaba años en obtener un teléfono, el agua en ciertos sectores faltaba alternadamente, y los trabajadores de las empresas de servicios públicos y sus gremios no mostraban mucho interés en mejorar el servicio sino al contrario, en empiojarlo para cobrar por debajo de la mesa de modo de resolver problemas.

El caballito de batalla del neoliberalismo de entonces fueron esas anquilosadas empresas públicas, y luego se extendió a otros sectores de la economía tan o más importantes que esas empresas pero con menor visibilidad. Aerolíneas y la CNEA son ejemplos de ello.

En esa época USA y Europa occidental mostraban una salud económica bastante buena comparada con la actual, crecían , recibían inmigrantes, tenían todo tipo de superavit y con ello financiaban unos cuantos programas sociales. Argentina se miraba en ese espejo.

Hoy ese espejo no muestra la imagen de la bella durmiente sino la de la bruja fea y mala. No creo que las condiciones estén dadas para una simple vuelta atrás.

Para mí, la clave para que nuestro proyecto avance es convencer a muchas asociaciones de PYMEs y cooperativas varias que pueden tomar el rol que la siempre esperada burguesía nacional nunca terminó de aceptar.

Tendremos que construir poder económico desde abajo, potenciar empresas para estatales como INVAP y esperar que el tiempo haga el resto.

Saludos,

Andrés