sábado, 15 de mayo de 2010
Receta de hoy: privatización de un Centro Cultural
Ingredientes
Un poder ejecutivo entero (cualquier marca: nacional, provincial o municipal)
2/3 kg de levantamanos legislativos
Un monje negro, fresco y listo para fermentar algún desfalco
Un beneficiario de la privatización: elíjalo usted mismo, que sea de marca amiga o conocida. Manténgalo en la oscuridad y el fresco.
6 huevos bien agarrados (de 3 representantes masculinos en los sistemas de contralor y los organismos anticorrupción)
Cuatro periodistas frescos, limpios de ética y con los escrúpulos separados aparte
Una cucharada de consenso de Washington
Un puñado de argumentos tipo Barbas de Durán
Dos kilos de fuerzas de seguridad, con gases y camiones hidrantes
Un Souto maduro, en su tinta
Una pizca de inteligencia (puede reemplazarse por un equipo de licenciados en administración de la UADE)
Insensibilidad social y desinformación a gusto.
Instrucciones
Tome el poder ejecutivo y mézclelo con el monje negro y una parte del amigo beneficiario, amase hasta lograr un bollo y utilícelo para identificar y evaluar el potencial económico de cualquier organización, institución o empresa pública que dependa directamente del poder ejecutivo que administra*
Una vez seleccionada la institución, deje reposar en ambiente cálido y húmedo esperando que leve, mientras aparte se contrata una consultora de opinión pública, mezclada con el Souto maduro y los periodistas frescos en trozos que articulen una campaña de desprestigio en su contra (recomendamos marca Neustadt o sucedáneos).
Inicie un proceso de acoso de los trabajadores de la institución. Azúcelos con despidos, amenace mientras revuelve y agregue argumentos como “es una institución deficitaria” o “pierde diez mil dólares por día” o "hay mafias enquistadas entre los trabajadores” o “el ausentismo es tremendo” o el también efectivo “está lleno de ñoquis”, etc., obtenidos al exprimir el Barbas de Durán.
Aparte ya se ha preparado un “Plan de Saneamiento”, el cual incluye la pizca de inteligencia y una cucharada generosa de consenso de Washington. No trate de hacer esto solo, sugerimos dejarlo en manos del amigo empresario beneficiado. Embébalo en un due dilligence solapado y permita que decida a cuántas personas despedirán. Recuerde que a usted (mejor dicho al Estado que representa) le corresponde pagar las indemnizaciones (que serán utilizadas seguramente para comprar un remis o poner un locutorio y así apantallar temporariamente la desocupación emergente) con todo el jugo.
Macere la campaña de desprestigio y luego viértala sobre la institución. Como parte de la misma puede utilizar algún recurso simbólico: por ejemplo organice un evento frívolo y absolutamente disfuncional bajo la excusa de "tarea imprescindible para recaudar fondos". Un cumpleaños de un empresario amigo o fiesta de disfraces se consigue en cualquier respostería.
Ya es el momento de enviar la institución inmediatamente “al horno” durante un par de meses a fuego moderado.
Prepare las fuerzas de seguridad para contener la protesta social y disponga a los periodistas amigos para neutralizar los reclamos de los trabajadores.
Aplique el final del Plan de Saneamiento, aumente del precio de las entradas, elimine los beneficios sociales aún existentes y los gastos superfluos, disminuya la oferta cultural y pase la institución por el tamiz, proceso que se conoce como "limpieza". Recibirá el oprobio de sectores minoritarios pero la aprobación de granes mayorías progres y bienpensantes, felices de poder adquirir la remerita y el merchandising inexistente durante la administración estatal previa, llena de corruptos e inútiles.
Recién entonces aplique el gratinado de la privatización definitiva.
Sirva en cazuelas calientes este plato para pocos.
*administrar: antigua palabra que cayó en desuso cuando un tal Macri llegó a la presidencia de Boca; fue reemplazada por "gestión, gestión y más gestión".
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2 comentarios:
De lo que te olvidás, Contradicto, es que ese tipo de actividades son estatales porque privadas no son rentables. El que quiere privatizarlas no sabe lo que está haciendo.
Paseo La Plaza, Av. Corrientes al 1650, Ciudad de Buenos Aires no es rentable? Habrá que avisarles urgentemente a los dueños, privados ellos.
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