viernes, 28 de mayo de 2010

Águilas de gallinero


Esquina de diagonal norte y corrientes. Es la noche del martes y estoy con Ranita en el mejor rincón en el que nos pudimos acomodar. La gente, adelante nuestro va y viene y nosotros tratamos, juntos, de identificar cada etapa en un desfile alucinado. Todavía le estoy contando historias de los milicos púrpura del Paraná cuando nos sobresaltan dos bombazos tremendos en el mar argentino austral. La inmediata caída de los soldaditos malvinenses y su metamorfosis en cruces blancas me nubla los ojos con lágrimas que no terminan de brotar.

Mientras me desajusto el nudo de la tráquea, escucho al lado nuestro a dos muchachones con acento caribeño que, tan pasmados como nosotros, conversan. La proximidad y el gentío hacen que sea inevitable escuchar oleadas de sus diálogos que llegan desde la rambla de La Habana.

Es evidente que uno de ellos, el mayor, ya lleva algunos años acá. Se le escapa un “che” o un “grosso” y lo deja en orsai. Pero el otro es más nuevo, con el umbral de sorpresa todavía muy bajo, casi virgen.

La procesión increíble a la que asistimos va terminando y ellos van cerrando su charla. Las pausas se hacen más prolongadas. Hasta que llega una verdaderamente larga, con la última carroza. Como una alambrada alta, difícil de trasponer, el más joven rompe a correr y la salta con una frase tremenda:

“Qué joder, hermano! Son un gran país…”

El amigo, con el cuero más curtido y un gesto de suficiencia, le replica:

“Sí. Pero todavía no se dieron cuenta…”




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5 comentarios:

Andrea dijo...

tal cual...

Favric dijo...

la verdad? piel de gallo!

Anónimo dijo...

Es emocionante lo representado y el reconocinmiento a estos hombres que a los 18 años estuvieron ahi.Ni hablar imaginarse o transladarse una horita al abril del 82

Chiclana dijo...

Los Veteranos de Malvinas entraron al desfile por su cuenta, ya que no habían sido invitados.
Por supuesto es más emocionante la versión artística, a los verdaderos hay que seguir escondiendolos.

Verboamérica dijo...

Muy bueno... en mi vagón del tren, el marte, había vecinos de la zona sur de todos los orígenes: desde peruanos a los chinos, que habían cerrado el super, por primera vez.