martes, 18 de agosto de 2009

La canción que pasó sobre los frentes de guerra

Durante la Segunda Guerra Mundial, una canción, originariamente emitida por la radio que la Wehrmacht dirigía a las tropas, logró una difusión que nada hacía esperar, dados sus modestos orígenes. Pese a la opinión adversa de los jerarcas nazis, la exigencia de los soldados hizo que la radio militar pusiera la canción todas las noches. Y, atravesando los frentes de batalla, la misma canción cautivó a los soldados de todos los ejércitos en pugna. Antes de terminar la guerra, prácticamente había versiones grabadas en todos los idiomas de los países beligerantes e, incluso, la actriz y cantante alemana antinazi Marlene Dietrich había hecho su propia versión en alemán. Aunque no fue su título original, se la conoció y se la conoce hoy día como Lilí Marleen.


La historia de esta melancólica canción muestra cómo, muchas veces, la suerte o infortunio de una obra no depende sólo de sus méritos o deméritos, sino de la forma en que se inserte en un momento determinado y responda a sentimientos profundos y ampliamente extendidos.



Un soldado alemán movilizado en la Primera Guerra Mundial, Hans Leip, escribió en el frente oriental una poesía, recordando a su novia Lili. En realidad, en los versos, la llama Lili Marleen, circunstancia que ha sido explicada de diversas maneras: que Leip sufría una forma de indecisión aguda que le hacía tener dos novias (Lili y Marleen) y recordarlas con igual nostalgia; que Marleen era una enfermera que había conocido en el frente; o que usó el nombre de la novia de un amigo para completar las sílabas de sus versos. Como quiera que sea, la añorada muchacha pasó a llamarse Lili Marleen. Pero Leip tituló a su poema Canción de un joven soldado de guardia. Con semejante título, no iba a ir muy lejos y, efectivamente, no fue muy lejos. La poesía permaneció olvidada por dos décadas.


La rescató en 1937 un músico relativamente conocido, Norbert Schultze, que le puso música a los versos de Leip, pero dio a la canción otro título: La muchacha bajo el farol, pues el poema se refería justamente a los encuentros debajo de un farol de la calle.



En 1939, grabó el tema una cantante de cabaret llamada Lale Andersen. Como había ocurrido con el poema original y con la música de Schultze, el disco tuvo poca suerte. Una de las pocas copias vendidas, sin embargo, iba a cambiar el rumbo y convertir a la canción en un éxito como pocos.



Ya en 1940, en plena guerra, un suboficial que tenía el disco se lo hizo escuchar a sus compañeros, a quienes les gustó tanto que adoptaron la canción como emblema de su compañía. Un teniente de ese grupo fue enviado al año siguiente para encargarse de la Soldatensender Belgrad, la radio militar para las tropas instalada en la Belgrado ocupada. Llevó el disco de Lale Andersen, que fue emitido por primera vez el 18 de agosto de 1941. El éxito fue instantáneo. La nostalgia de la canción tocaba directamente a los sentimientos de hombres metidos en la matanza de la guerra, que no sabían si volverían a ver a la mujer querida (o a cualquier otra mujer).




Desde todos los frentes de combate llegaron pedidos para que se repitiera la emisión de la canción, que ya todos llamaban Lili Marleen, sin la menor preocupación por su título oficial. La popularidad del tema llegó a oídos del ministro de Propaganda hitlerista, Josef Goebbels, que pidió que se lo mandaran para evaluarlo. Casi le dio un ataque; la canción era nostálgica y melancólica y el ministro la consideró nociva para la moral combatiente de las tropas. Pretendió sacarla del aire y se topó con la dura realidad: soldados, suboficiales y oficiales reclamaban todas las noches su ración de nostalgia, en la voz de Lale Andersen y los versos de Hans Leip. Goebbels no tuvo más remedio que ceder y Lili Marleen siguió sonando todas las noches en las radios militares. La que pagó el pato fue la cantante, que no pudo actuar durante nueve meses, como castigo por haber grabado la incómoda canción (también influyó en el castigo la amistad de Andersen con un artista judío).




Pero la radio no reconoce fronteras ni frentes de batalla. Las tropas aliadas también escuchaban la radio alemana y también reconocieron sus propios sentimientos en la canción. Con más pragmatismo que Goebbels, los generales anglonorteamericanos y rusos adoptaron la canción y la hicieron traducir a sus idiomas.



Así fue como Lili Marleen se convirtió en la canción más escuchada por todos los soldados de la Segunda Guerra Mundial y una de las más famosas canciones de amor en el mundo.


Para escuchar la grabación original de Lale Andersen en 1939, hacer clic aquí.


(La foto muestra una escultura que representa a la cantante Lale Andersen bajo el farol, como en la letra de la canción. Se encuentra en Langeoog, donde la intérprete vivió después de la guerra.)


7 comentarios:

Anónimo dijo...

Que lindo relato señor Andrés. Uno se siente niño leyendo estas historias. Una especie de reconcialiación con ese mundo egoista.

grace dijo...

Gracias por tanta erudición. Tengo la versión de Marlene Dietrich, que escucho cada tanto y me gusta un montón. Ahora, cuando la escuche, agregaré todo lo que con usté he aprendido.
No hay caso, como le digo a mis amistades, lo cartonero de San Telmo son lo más.

Natalio Ruiz dijo...

Muy bueno.

Udi dijo...

Estimado Andrés: mi abuelo, que fue suboficial del ejército rojo en el frente del Vístula, escuchaba Lilí Marlene por las noches en una radio que le había decomisado a los nazis en retirada. Lamentablemente, para él, la sensibilidad patriótica por aquellos días estaba un tanto exacerbada, al contrario de lo que uno hubiese podido pensar respecto a la declamada vocación "internacionalista" del PCUS, por lo tanto su comisario político le decomisó el susodicho aparato radiofónico, salvándose del juicio marcial y fusilamiento gracias a que era el único del batallón que chapurreaba algo de alemán.
El viejo, de puro rencoroso, se hizo trotzkysta, y al terminar la guerra se vino a la Argentina, dónde tenía mujer y dos hijas, pero esa es otra historia, que contaré llegado el momento.
Gesundheit! Mein lieber Andrew Alt

Andrés el Viejo dijo...

Tengan más mesura con los elogios, porque en este blog ya somos bastante creídos.
De Vierde Man:
Gracias, comprovinciano. Es verdad que un relato a veces lo devuelve a uno a la infancia.
Grace:
Hermosa versión también la de Marlene, pero a mí me gusta más la de Lale.
Natalio:
Me alegra que por una vez coincidamos.
Udi:
Qué historia la de su abuelo. A la luz de las cosas que se han conocido bien en los últimos veinticinco años, lo más probable es que el comisario político quisiera la radio para darse él un panzada de emisiones prohibidas. El viejo tuvo razón en hacerse trotskista y espero, por su bien, que no haya vivido para ver a los lamentables troscos de ahora.
Gesundheit! Creo que la adecuada forma de mi nombre sería Andreas der Ältere, pero no me tiente a meterme con el alemán, porque recorre la blogosfera una señora que mortifica a los que cometemos errores en la lengua de Goethe.
Gracias a todos por comentar

El Canilla dijo...

Que cosa el espíritu alemán, capaz de cantar lieders en medio del Sturm und Drang.
Grüsses für alles und sich, Ältere Andreas, es ist richtig.

Andrés el Viejo dijo...

Canilla:
Danke schön.