domingo, 18 de octubre de 2009

El niño Wernher


Ahora supongamos que tu pibe tiene diez, doce años, esa edad en la que hacer cagadas es un deporte. Y supongamos que descubrió las propiedades impulsoras de las cañitas voladoras. Además, cuando era todavía más chico, vos le habías regalado un carrito de esos buenos, pesaditos, capaz de bancar su peso, un duravit, digamos. Entonces el sátrapa agarra y se compra un manojo de las cañitas voladoras más potentes, se las ingenia para atarlas al carrito, se lo lleva al centro del pueblo el sábado a la mañana, cuando está bien lleno de gente, dispone el carro en la calle central apuntando hacia los transeúntes, le ata un gato encima y enciende todos los cohetes.

Claro, el quilombo que arma es tal que la cana lo agarra de la oreja y, aunque la vieja pida de rodillas, al pibe lo guardan 24 horas en un calabozo como escarmiento.

Después se encamina. Más o menos. Secundaria. Facultad. Pero el padre lo alienta en su sueño de viajar al espacio. Al principio le compra libritos de cuentos con dibujitos de cohetes, después leen juntos “De la tierra a la luna”, el de Julio Verne y después lo alienta a comprar revistas tipo Mecánica Popular.

Y bueh, a los treinta y un años lo llama el Führer para conocerlo. El pibe ya es el corazón insustituible del proyecto Vergeltungswaffe 2 ó Venganza 2. En los últimos años de la guerra ese proyecto se convierte en una de las últimas esperanzas reales, si no de una victoria, al menos de una contención del frente occidental contra los ingleses, entanto le buscan una salida digna al despelote que armaron en Rusia.

Pero, a esta altura de la historia de la situación, es innegables reconocer que el pibe sabía todo. Él y los suyos habían armado un equipo de diseño e ingeniería y el Reich les había armado un laboratorio en Peenemünde. En ese laboratorio se dirimían los temas más críticos, fundamentalmente el asunto ligado al combustible. El hardware, o sea los vectores, se construían no lejos de allí, en la planta denominada Mittelwerk. Y el pibe era consciente que ahí se usaba mano de obra traída de los campos de concentración.

De hecho, el jefe militar de la base era un tal ingeniero Kammler, un tipo que venía de diseñar y construir, entre otras instalaciones, Auschwitz, el reino de la muerte. Existen elementos y testigos que prueban que nuestro hombre conocía el origen de los obreros y, en un reportaje que dio 25 anos más tarde, admitió haber estado en Büchenwald eligiendo a los prisioneros que consideró más aptos para trabajar en su Programa.

No venimos a caerle con toda la fuerza de una moral tardía, seguramente eran tiempos difíciles en los que las decisiones morales, la vida, la propia subsistencia, se ponían en juego con mucha más frecuencia y profundidad que en tiempos de paz. Pero tenía un pasado como SS, seguramente no como represor y soldado del régimen sino simplemente por pertenecer a una fuerza que estaba en manos del cocainómano Himmler, quien lo ascendió tres veces en dos años hasta hacerlo Mayor. Algo que sólo era entendible dado lo crítico de su tarea para el régimen.

Simétricamente, también es cierto que estuvo preso durante semanas, sospechado de una cierta afinidad comunista y que su equipo fue infiltrado y monitoreado por espías nazis durante todo el proyecto V2. Cerca de la rendición, tuvo la opción de elegir entre hacerlo con las tropas occidentales o las rusas. Como la mayoría, sabía que el trato a los prisioneros de guerra del lado Oeste era, sino más benevolente, al menos más público. Lo que no sabía era que estaba al tope de una lista que se llamaba Lista Negra.

No tenía el sentido de una lista negra actual. Por el contrario, los norteamericanos venían dispuestos a llevarse consigo todo el oro del botín nazi que pudieran, desde el momento mismo del desembarco en Normandía. Por más que alguna serie en HBO nos quieran edulcorar la historia, que será escrita por ellos mismos.

Y el oro del que hablamos no eran sólo bienes materiales sino también los cerebros. Con nuestro hombre a la cabeza de esa lista. Los aliados no podían dejar de envidiar a la mente que había podido lograr que esos monumentales V2 llenos de explosivos levantaran vuelo en Holanda e impactaran en el centro de Londres, con tanta precisión.

Lo que sigue es historia conocida. O mejor dicho desconocida. Dos días antes de pactar con los rusos cómo se dividía el territorio conquistado, los norteamericanos ejecutaron Operación Clip y se lo llevaron, junto con lo mejor de su equipo, a Estados Unidos. No hacen público que este personaje está en América hasta 8 meses después. Y cada vez que la prensa nacional intenta publicar o recoger información sobre el pasado de nuestro niño travieso, las presiones sobre los periodistas se hacen difíciles de resistir puesto que se invoca a cada momento la “Seguridad Nacional”, en un mundo cada vez más frío y bipolar.

Lo que llega hasta nosotros es que nuestro amiguito fue el hombre sin el cual el pie de Armstrong en la luna seguiría siendo una utopía. Y esa victoria final en la carrera espacial contra los rusos lo inmortalizó. Pero Wernher no trabajaba directamente para la NASA, sino para la Fuerza Aérea. Lo que permite suponer que también colaboró, directa o indirectamente, en desarrollos tales como los misiles intercontinentales y toda la gama de cohetería bélica que motorizó la maquinaria de defensa yankee, incluso hasta nuestros días.

Como pasa en estos casos, Wernher fue víctima y victimario de su tiempo. La ciencia sin guía ni restricción moral. El genio del intelecto supermaduro en un cuerpo físico y ético torpe como el de un adolescente.

En estos días se habla mucho del pasado totalitario de un argentino contemporáneo a él, que llegó a convertirse en la esperanza de millones de excluídos y olvidados en un país al sur del mundo. Se habla de su pasado filo-nazi, de su permisividad migratoria con los escapados y hasta de su amistad con algunos de ellos. Se menciona mucho un tal Richter y el Proyecto Huemul y se blande, no sin falta de escrúpulos, la vara de la culpa y la moralina.

Este post viene a poner algunas cosas en su lugar: en 1945 todos estaban atrás de lo mismo. A algunos les fue bien. A otros les fue mal.

La foto que ilustra este post es la de nuestro hombrecito con su mejor y más potente carrito, que en lugar de un gato cargaba tres hombres y en lugar de despelotar un mercado de feria, llevó al hombre a la luna.

Silencio los moralistas.





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2 comentarios:

ram dijo...

Y no se cuenta mucho que, para 1945, el proyecto que estaba en marcha y realmente avanzado era el V3, de muy largo alcance (Berlín - New York, "sin escalas").
Tampoco se menciona que junto con el personaje Werner (hay un video en el que se lo ve muy feliz fumando con sus "captores" yanquis) la remesa enviada a USA incluía TODOS los V2 disponibles, toda la documentación de todos los proyectos y planos acumulados en varios camiones más una legión de colaboradores del dulce werner. No los capturaron precisamente, rajaron al encuentro de las tropas norteamericanas para negciar el intercambio de regalos (cohetitos por impunidad y conchabo)
Tal vez formalmente no haya sido un criminal de guerra, pero sí es imposible que no estuviera al tanto de cómo se construían sus "joyas"; en túneles de minas abandonadas, por personal esclavo (judíos), en condiciones humanamente imposibles de tolerar y, de hecho, los "obreros" laburaban hasta morirse en el sitio; fueron cientos, miles, vaya uno a saber...
Es, entre otros, el ejemplo perfecto de cómo se distorsiona la historia, son los que reclutaron a este tipo (y a la gestapo en masa y a "científicos" menos conocidos que mengele, pero mucho más eficaces para la guerra bacteriológica - claro, eran reciclados como freedom fighters contra el totalitarismo soviético y se podían blanquear mejor que con lavandina)
Lo malo de Perón fue haber pretendido hacer lo mismo que las potencias vencedoras, acceder a tecnologías de punta (por ese entonces inevitablemente alemanas), eso fue lo verdaderamente imperdonable - en el jet set nazi, los que aparecieron por acá, eran perejiles (curiosamente, los mismos que se rasgan las vestiduras por los nazis, no tienen ninguna palabra para las empresas, Siemens, por ejemplo - seguramente era una empresa suiza cuando el adolfo, no?)
Breve listita de empresas que "sobrevivieron": Daimler Benz, Opel, Telefunken, BMW, Krupp!!!!, Blomm und Voss, Rheinmettal.... así casi hasta la IG Farben; no tuvieron nada que ver con el monstruo del bigotito. Nada.
Sólo Perón.
Es sencillamente repugnante cómo para sacar a pasear el antiperonismo más grosero, se termine recurriendo a la patraña del "refugio nazi" - cuando la verdad histórica es que muchos de esos "refugiados" laburaban para "occidente" o para esas virginales empresas alemanas que nunca vieron un nazi hasta verlo al Pocho.
También es raro que no se mencione nunca a Adolf Galland, contratado como instructor de la fuerza aérea argentina, un nene con experiencia desde la "Legión Cóndor" en España (1937) hasta mayo de 1945 volando en jets - seguramente no era nazi porque cuando se le terminó el contrato argentino, en 1955 era de los que estaban al frente de la resucitada Luftwaffe. Un "técnico" y nada más.
No hay como ver la historia propia con las anteojeras del prejuicio y la mala leche, made in USA, of course.
Saludos.

ram

Sirinivasa dijo...

Recién lo leo hoy, che.

Aplauso medalla y beso, clap clap clap!

Y Viva Perón