Alguien miró el fenómeno y le puso nombre: la “Trampa de los
Países de Ingreso Medio”. Está bien un nombre así, que intimide. Desde la Segunda
Guerra para acá las estadísticas nacionales han mejorado mucho. Se tienen hoy bases
de datos que responden a preguntas bastante complejas y para los economistas
esas bases son una especie de paraíso en el que juegan a probar sus hipótesis y
eligiendo las series apropiadas.
Existe un conjunto de países que no reúne las condiciones de
los países avanzados para incluirse en el lo que llamamos desarrollados, al
tiempo que sus condiciones estructurales y sociales también los separan de
países pobres, sea estructural o coyunturalmente. Se utiliza un indicador
bastante básico como el PBI per capita (que, por ejemplo, no da cuenta de la
distribución del ingreso al interior del país: Emiratos Arabes tiene un muy
alto ingreso per capita). A los países en los que aquel valor se ubica en la
brecha de 9 a 22 mil dólares anuales, se los llama países de ingreso medio. Por
supuesto que estamos, aquí y ahora, escribiendo esta nota porque Argentina, con
unos 15mil dólares PBI per capita es uno de ellos. También lo son muchos delos
otros “grandes” latinoamericanos: Chile, Brasil, México, Uruguay, etc.
Avancemos: los académicos han observado, desde el final de
la Segunda Guerra a la fecha, unos cuántos países que se ubicaron en este
estrato, pero lo que más llamó la atención fue el hecho de que pocos países
pudieron, en el tiempo, perforar el techo de este grupo de países “clase media”
para convertirse en países de renta alta. Las cuentas dicen que aproximadamente
unos 110 países estuvieron en el estrato medio y se contabilizaron sólo 13 concretando
el pasaje exitoso a la clase alta.
Frente a tan baja tasa de éxito, los teóricos hablan de una
suerte de conjuro que se manifiesta contra esta clase de países, al que
denominan la Trampa del Ingreso Medio y es materia de estudio en pequeños
círculos heterodoxos que se dedican a la economía del desarrollo hace una
década. El más visible, no por la calidad de sus estudios sino por ser un activo
referente político dentro de la Concertación chilena es Alejandro Foxley. Desde
ya recomendamos su trabajo, sin dejar de anticipar nuestra opinión: la posición
política de Foxley en Chile convierte al texto en una oda a la esperanza para
el país trasandino, y todos sabemos que la realidad es mucho más dura.
A los autores de este blog, ilusos que soñamos en llegar a la luna en un Torino, también nos atrapa el asunto,
seguramente porque estos últimos doce años de kirchnerismo en el país tuvieron
un efecto muy “Pirámide de Maslow” en nuestras meditaciones y porque en esta
etapa de balance frente al cambio de gobierno, tenemos el tiempo y la
motivación para pensar el futuro y pensarnos “out of the box”.
En primer lugar identifiquemos a los dichosos 13 países que “lo
lograron”: Japón (actualmente 42.000 dólares de PBI per capita según la base de
datos del Banco Mundial), Corea del Sur (27.090), Finlandia (48.910), España (29.940),
Portugal (21.320), Irlanda (44.660), Singapur (55.150), Taiwan (sin datos),
Hong Kong (40.320), Eslovaquia (17.810), República Checa (18.970), Eslovenia (23.220)
y Grecia (22.090).
De sólo observar esa lista, el debate que se preveía económico,
se sale del camino y entra de lleno a campo traviesa: es un debate
eminentemente político. De sólo observar la lista anterior vemos como es pertinente
pensar que varios de los 13 países no hicieron su ingreso al selecto club por
condiciones estrictamente endógenas, por mérito propio diríamos, sino como resultado
de una coyuntura geopolítica obvia. Tomemos Corea del Sur: además de la significativa
dictadura del General Park, el país está enclavado en una de las fronteras
calientes de la Guerra Fría. Sería razonable que si el capitalismo tiene que
mostrarse triunfante, este pequeño país casi sin recursos naturales específicos,
se convierta en una perla de la economía de mercado.
Razonamientos de orden similar quizás merecen los ejemplos
de la “periferia” europea: Portugal, España, Irlanda y Grecia. Es impostergable
observar como estos “alumnos ejemplares” vienen sufriendo un castigo económico
enorme en el último lustro. Nos lleva a la inevitable pregunta de cuáles eran,
en los años de éxito, los drivers genuinos de aumento de productividad,
competitividad y desarrollo en esos países. El manto de duda no tarda en
cubrirlo todo.
También surgen preguntas sobre los tres ex miembros del
Pacto de Varsovia: República Checa, Eslovaquia y Eslovenia. Están tan cerca del
umbral piso de países de alta renta, y hace tan poco tiempo, que nos parece
sugerible dejar pasar algunos años de su afianzamiento para no encontrarnos
justificando un festejo precoz.
Seguir en esta línea de análisis hace que tiemblen la
mayoría de los países de esa lista. Como toda taxonomía, su grado de
arbitrariedad nunca es menor.
El análisis de Foxley, asumimos que otros autores se mueven
sobre las mismas líneas de razonamiento aunque variando el énfasis, define lo
que denomina “vectores críticos” del desarrollo. Siendo este un proceso multidimensional,
el autor ha identificado lo que define como factores comunes relevantes al
cambio de pantalla. Abrimos al debate:
- El dinamismo de las exportaciones, así como la diversificación de los productos y destinos: se pone al comercio exterior como un importante driver del desarrollo, que no sólo hace foco cuantitativo en los montos y volúmenes, sino en el qué, en el cómo, en el dónde y en el cuándo. Para países como Chile, en el que el cobre se lleva una cuota mayoritaria, el autor lo considera una restricción. La nuestra o la brasileña serían, bajo este abordaje, canastas exportadoras más sanas.
- La existencia de redes de protección social: enunciado de esta curiosa manera, el autor caracteriza este factor mediante el índice de igualdad de Gini. Nos está diciendo que valora muy positivamente una estructura social homogénea y cohesionada como aval del desarrollo. Desde este aburrido y reiterativo blog no necesitamos profundizar nuestra opinión sobre este punto.
- El mercado laboral y la formación de capital humano: en su adn más ortodoxo Foxley le apunta a la necesidad de flexibilizar el contrato entre capital y trabajo, pero también habla de la demanda de una formación educativa robusta y compleja como sine qua non del desarrollo.
- La productividad y competitividad basal de la economía: en el fondo este factor redunda, si se mide a los países por pbi per capita quedan subsumidas tanto la productividad general de una economía como su competitividad. Asumimos que la convergencia de los factores anteriores en una economía tienen por efecto una mejora en la productividad.
En el deporte de armar rankings, Foxley presenta la lista de
países que él prevé como potencial para afrontar el desafío de realizar este pasaje
con éxito. Los postulantes son Brasil, Chile, Colombia, México, Perú, Uruguay, Bulgaria,
Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia, Rumania, Malasia, Tailandia y Argentina (al que etiqueta como histórico fallido de este club).
Creemos que este, y no los tanques en las villas miseria, y
no el hipotético millón de créditos hipotecarios equivalente a casi tres veces el volumen de reservas del BCRA, este decíamos es el debate pertinente. Este es el verdadero desafío. Y es inmediato. Preparar nuestro barco para atravesar este Mar de los
Sargazos del subdesarrollo.
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