Llegaron y se posaron sobre el lóbulo superior, ahí
precisamente encima del lóbulo frontal.
Enviaron la sonda y en instantes ya estaban mandando paquetes de información
no totalmente chequeada a la superficie exterior del hemisferio izquierdo.
Enviaban quantums que tenían su propia lógica, consistentes
en si mismos, con una lógica interna que convirtiera en natural lo artificial.
Allí estuvieron un tiempo y no tardaron en extender un segundo brazo al
hemisferio derecho, allí donde algunos de los datos inoculados empezaban a
hacer ruido.
No fue tarea fácil. Pero tampoco un imposible en un sujeto
que hacía 35 años venían formateando con bastante éxito.
La operación sobre el hemisferio derecho, allí donde se
analizan las metáforas, los símbolos, el metamensaje, también fue exitosa. Y en
poco tiempo, con amplio control de flujo de información, ya había lugar para
enviar además de lógica racional, mensajes cifrados, insinuaciones e ilusiones
que reemplazaban a la realidad.
Paulatina pero firmemente fueron ocupando toda la corteza, sin
encontrar mayores resistencias. Y pudo haber seguido así por años, pero el plan
era otro.
Asaltaron en algún momento, siguiendo un meticuloso plan, el
sistema límbico. Allí donde el sujeto maneja y controla sus emociones
primarias. Allí se encontró con la alegría, la tristeza, la ternura, pero
especialmente con la ira. Y la rodeó hasta aislarla, hasta subyugarla. Empezó
entonces una operación inédita: presionó, apretó, agitó, revolvió
incesantemente.
En cuestión de días nuestro hombre había retornado a un
lugar de su evolución en el que nunca antes había estado. La inquina, el despecho,
el enfado permanente lo convertían en un hombre amargo y áspero. Su malhumor
pasaba a convertirse en el modo central de relación con el resto de su tribu,
su irritación fue tiñendo los espacios en los que era habitué. Y su mejor modo
de relación era encontrarse con otros, muchos, en su misma condición.
No tardó en encontrar oportunidad de escribir “Andate
Kretina Yegua Chorra” en un cartelito y salir a la calle junto a sus prójimos.
Desde entonces es un militante de la causa del libre
albedrío.
1 comentario:
Para los cultores de la evolución y expansión lineales... se puede involucionar, se puede. No debería poderse, pero... se puede, pruebas a la vista.
En realidad todo comenzó a tornarse negro cuando cuando descubrieron los publicistas una idea-fuerza, tan simple como eficaz: ESTAMOS CRISPADOS.
Y una masa despedazada por los 90 y 2001, huérfana de contenciones (y verdadera ética individual) encontró por fin una patria donde cobijar sus viejas frustraciones y contenidos internos difusos: la crispación.
De chiripa, los publicistas la habían pegado. Y luego, todavía más sorprendidos, asistieron al segundo gran milagro en su vida profesional: millones de tipos laburaban gratis para ellos (que por el contrario sí estaban a sueldo del Lobo y los vampiros que contrataban a éste).
Así que estos conversos comenzaron a expandir la ideología y mandatos de una clase a la que siempre habían deseado pero que sabían lejana y altiva. Ahora, eran una comunidad. No importa si de imbéciles - eso no cuenta -, importaba la pertenencia. Luego, por supuesto, ante tan buen resultado, aterrizó la segunda idea-fuerza del barbado publicista, patriarca de los grandes engaños: ¡ABUSARON DEL PODER! (sí, una frase que para gran resultado debe repetirse no menos de 5 veces seguidas ante masivo y enfurecido auditorio de grandes capitales -.
Los fabricantes de camisas pardas y negras festejaron, los de bandas rojinegras para el brazo, también. Habría mucho trabajo para ellos.
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