Diálogos en varias esferas y por distintos medios desde que
se supo la continuidad de Lino Barañao al frente de la cartera de Ciencia,
Tecnología e Innovación Productiva (CTI) del gobierno macrista, comentarios
recibidos, valoraciones positivas recibidas y esta interesante nota en el Suplemento Cash
de Página12 nos impulsaron a aprovechar el confort de nuestro blog para esta(s) entrada(s).
No es posible ir al meollo del asunto (esto es, si creemos
que la actitud de Barañao es o no impropia, independientemente del aval expresado desde la Presidente) sin antes expresar claramente lo que entendemos por Política y
Gestión CTI.
Sabiendo de antemano que nos metemos en un terreno
delicadísimo: la hegemonía que por casi 1500 años desplegó en occidente la fe
católica, tanto que cualquier crítica o acusación en sus momentos de máximo
esplendor hubiera significado una suerte de suicidio en vida, amenizado por
acusaciones de herejía y oportunidad de redención mediante tortura, esa
hegemonía, decíamos, hoy es detentada por lo que llamamos Ciencia.
Allí donde un obispo delimitó plenipotenciariamente el comienzo
del bien y el final del mal, hoy un doctor delimita la verdad de la falsedad.
Si este comentario le resulta impasable, se debe a la
definición misma de hegemonía. Es muy difícil pensar y pensarse fuera de ella.
Pero, lamentamos decirlo, los sacerdotes shamanes de nuestro tiempo son
nuestros PhD. Los que militan las ciencias “duras” lo son por definición. Los
que tienen la suerte (o desgracia) de operar en las “blandas” (sociales o
humanas) buscan serlo por aproximación.
En ciertas circunstancias este intento de “endurecer” a la
ciencia tiene resultados patéticos: es el caso de los economistas ortodoxos
empecinados en demostrar que la economía se monta en una axiomática exacta, por
ejemplo la ley de oferta y demanda, que sin ir más lejor que el caso del dólar
en Argentina, donde su demanda crece con el aumento de su precio. Plop.
Y como prevemos los dedos objetores con el argumento de que
su médico, un miembro de la sagrada secta de los Científicos, aplicó el
implacable proceso de hipótesis-tesis-demostración para solucionarles exitosamente
sus problemas de hongos en las patas, mal aliento o cáncer.
La clave del entuerto reside en confundir en este debate los
productos y procesos científicos con ese paraguas protector, ese paragolpes
denominado Política Científica. No discutimos los mecanismos para llegar a la
Verdad de la misma manera que no dudamos de que masturbarnos nos llevará al
Infierno.
No están en discusión las eficacias y eficiencias de la Ciencia,
sino cómo esta ha sido utilizada exitosamente para convertirse en instrumento
de control social.
Nada conspirativo: la Ciencia que nos es hoy un vasto y complejo
campo de operaciones desde donde se despliega una agenda política deliberada,
con ganadores y perdedores.
Puede hacer muy muy visible en sectores como el de la
industria farmacéutica, en el que grandes laboratorios transnacionales con
centros de investigación, desarrollo y diseño ubicados en países centrales
aprovechan la brecha de conocimiento para ejercer políticas comerciales globales
con las que buscan cristalizar la relación asimétrica con países periféricos, a
veces con poder de fuego para imponer exitosamente su propia agenda a quienes
dictan las políticas nacionales.
Hace ya muchas décadas la Ciencia dejó de ser lo que hacían
individuos aislados en laboratorios personales y únicos siguiendo una receta
intransferible. Recorriendo los laboratorios científicos actuales se identifica
rápidamente que la frontera de conocimiento no es empujada por personas sino
por grandes equipos multidisciplinarios, profusamente interconectados, con amplios
recursos en horas, infraestructura y equipos, coordinados y planeados por esa
persona cuyo apellido será, finalmente, el que suba al estrado a recibir su
Premio Nobel.
En este escenario, en el que intervienen de manera
insoslayable los productos de las recientes revoluciones tecnológicas en TIC
(telecomunicacionoes e informática), los colectivos de investigadores que
forman el corpus científico de un país en desarrollo como el nuestro no pueden
ser tomados como jugadores autónomos e independientes, “dueños” de su propia
línea de investigación: por regla general son apéndices más o menos irreemplazables
de un equipo de investigación cuyo diseño y planificación ocurren en laboratorios
en países centrales, los que a su vez están cada vez más controlados por fondos
y agenda privada que pública, aún cuando el laboratorio se encuadre en una
disposición universitaria o estatal.
Esto no disminuye en un ápice el valor y la reverencia que
les debemos por ser engranajes irreemplazables en el motor del avance humano. Ahora
bien, mezclar ese además con un cheque al patriotismo es una típica confusión
producto de la hegemonía cultural de la Ciencia, que nos viene haciendo creer
que los científicos argentinos, trabajando en Argentina, tomando mate y
comiendo asado, hacen Ciencia argentina. Y por lo tanto Ciencia útil para los
argentinos.
Los intereses nacionales en esa agenda de avance científico
no están garantizados detrás de la mera existencia de científicos localizados.
Llevando las cosas al extremo como nos gusta en este blog, podría ocurrir que
alguno de los más de mil científicos argentinos repatriados en los últimos años
a nuestro costo, continuaran trabajando (ahora a distancia) sobre las mismas
líneas investigativas que transitaban antes de venir, detrás de una vacuna, un
medicamento o un alimento que curara una enfermedad, que sus esfuerzos y los de
sus directores llegaran a buen puerto con un compuesto, que el mismo fuese
exitosamente comercializado en el mundo e incluso que el laboratorio
propietario de la patente entrara en colisión con nuestras autoridades
sanitarias por los motivos que fueran: podríamos con tranquilidad enfrentar la paradoja
de haber colaborado en el descubrimiento y desarrollo de un producto del que
luego tenemos derecho a beneficiarnos.
Esta paradoja está lejos del improbable. La clave es que,
por encima de científicos repatriados, de avances locales en tal o cual
disciplina, de la inauguración de nuevos laboratorios, de convenios con
prestigiosos institutos internacionales, de la puesta en marcha de tal o cual
superequipo o de cualquier otro esfuerzo particular que, por encima y en
control de todo debe existir una agenda de política científica nacional,
armónica, alineada y funcional a la agenda política vigente, mejor aún si esa
etá engarzada con el crecimiento y el desarrollo inclusivo e instrumentada con
herramientas de promoción de un avance científico-tecnológico absolutamente
alineado a nuestros intereses.
Demasiada perorata hasta acá. En próxima entrega daremos nuestra opinión sobre cómo debería estar configurado un Ministerio de Ciencia, sobre la gestión Barañao al frente del actual MinCyT y quizás podamos poner algún ejemplo que ilustre esta opinión.
8 comentarios:
mira vos, esty casi de acuerdo en todo
ayj
Chau, cerramos el blog.
De acuerdo, creo que sería bueno ver cómo nuestro propio sistema nos amarra a las naves primermundistas. Si querés sobrevivir, debés publicar en revistas "internacionales con referato", como bien sabés. Y no hay mucho tutía, si no querés un informe desfavorable o buscás una promoción...
dije casi, no es para tanto, hay una mezcla de ivory tower con la pregunta eterna, cuanto es el rendimiento de la inversion en C&T (no hablo de basica), ni hablo del estudio de las gargolas, o de los romances franceses del siglo 15, tambien se gasta plata en eso.
Pero, viste, al final terminamos en los mangos, implicito o casi explicito en la 2da parte de tu post, y en la accountability.
Es como siempre, los peronistas hacen todo, despues lo correcto como reza el viejo dicho.
Si y no, Vincent, las publicaciones son en general para basica y ahi necesitas referato, la aplicada es patentable en general, los metodos no lo son.
Recuerdo epocas en que Becarios del Conicet fabricaban fuentes de alimentacion para el CERN
ayj
Las patentes también se han ido convirtiendo en el nuevo paper. En Brasil se decidió, hace ya años, darle impulso al patentamiento en universidades. Se crearon oficinas para eso en las "estaduales" de Sao Paulo (USP, UNICAMP). El patentamiento aumentó, pero de cosas en general no útiles, por decirlo en términos suaves. Pero ahora ese investigador hace "cosas útiles".
Amilcar Herrera,integrante del grupo que con Sábato, Oteiza y Varsavsky pensaban estos temas, en un texto fundante de 1970 , Ciencia y Política en Amércia Latina postulaba que " para establecer una política para la ciencia, es necesario que el poder político tenga una conciencia clara de las necesidades y de los objetivos nacionales y sepa formularlos en términos de estudio científico (...) ". Habrá que ver cuales son los objetivos que plantee el macrismo para el pensamiento científico, pero lo que es claro que los sacerdotes enamorados de su propia práctica siempre han olvidado las necesidades de la feligresía, cuando no han sido directamente negadores de su problemática.
Lo de las patentes es un enorme (otro) y maravilloso engañapichanga.
Hijo de un abordaje BancoMundial.
Rompemos un paradigma con otro peor o tan ineficaz como el anterior.
Slds.
Foto: "El Monasterio de San Millán de Suso o Monasterio de Suso ("suso" significa "arriba" en castellano, aunque ya está en desuso) se halla ubicado cerca de la villa de San Millán de la Cogolla, Comunidad Autónoma de La Rioja, España, en la margen izquierda del río Cárdenas y forma parte del conjunto monumental de dos monasterios, con otro construido posteriormente y que se sitúa más abajo, llamado Monasterio de San Millán de Yuso, los dos declarados Patrimonio de la Humanidad."
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