lunes, 24 de agosto de 2009

Cartón for espor VII: Conclusiones y Final


Creemos que lo ofrecido hasta acá (o sea acá, acá y acá) dice bastante sobre el tema exportaciones, quizás demasiado. Pero no queremos privarnos de emitir opinión, concientes de que nos caracteriza nuestra porfía y no nuestra sutileza.

Al analizar los grandes números de las exportaciones podemos ver que las primeras 5 secciones (de las 20 que componen el super-rubro MOI) se llevan el 80% de los 22.200 palos verdes despachados al mundo por la industria argentina a lo largo de 2008. La mitad de ese 80% corresponde a exportaciones de 2 grupos que se identifican con alto valor agregado, muchos de ellos destinados directamente a consumo: “Transporte Terrestre” y “Máquinas, Aparatos y Equipo Eléctrico”. Una rápida indagación de cada grupo muestra que además de automóviles terminados, también van camiones, tractores, locomotoras, equipos auxiliares, conjuntos, autopartes, satélites espaciales, reactores nucleares, tableros eléctricos, etc. Esta es la mitad de las buenas noticias y no ocultamos que, cuando encontramos estas bolsas, pensábamos que nuestra decepción iba a ser mayor.

Ahorremos un comentario seguro: nada hemos dicho sobre las importaciones de insumos y bienes necesarios para esas producciones (motores, máquinas herramientas, electrónica, etc.) Sabemos que, puntualmente, la balanza comercial automotriz es deficitaria pero también sabemos que tanto gobierno como industria están trabajando para, si no revertirla, al menos amortiguarla.

La otra mitad representa la mitad vacía del vaso. Un lugar donde hay mucho por hacer (y se hace poco). Las tres secciones que la integran son los productos químicos, los metales (y sus transformaciones) y los plásticos (y subproductos). Productos en general básicos, mayoritariamente despachados a granel (el acero en bobinas, el aluminio en lingotes, el polietileno en pellets, el PVC en barriles en suspensión, el biodiesel en "bulk", etc.) destinados a alimentar procesos de transformación que se ejecutan en otros países con mayor nivel de desarrollo. Lo que el mundo conoce como commodities. Esta estructura de exportaciones industriales refleja, de alguna manera, nuestro mapa industrial. Complejo, asimétrico, descompensado. La burocracia del Ministerio de la Producción (oia! nao tem link porque nao tem website) podría competir con estos humildes cartoneros y mostrar, en tiempos razonablemente cortos, resultados significativamente sorprendentes.

Reconocemos, sí, que la actual estructura industrial tiene sus causas. Pero no nos alcanza para justificarla; creemos que hay que trabajar para modificarla. Veamos.

Por un lado, nuestro país le ofrece a los productores de bienes un mercado pequeño (además de muy empobrecido en las últimas décadas) comparado con las escalas de producción mínimas rentables que deben atender los emplazamientos productivos modernos. Escalas de producción que, además, crecen con cada nuevo salto tecnológico. Un ejemplo automotriz viene al caso: la vieja planta de General Motors en San Martín (GBA) produjo en 19 años (1959 a 1978) la misma cantidad de automóviles que la actual planta en General Alvear, cerca de Rosario, podría producir en 3.

Esto provoca que las plantas localizadas en el país (tanto para materias primas e insumos como para bienes elaborados) pongan rápidamente su foco de atención en los seductores mercados externos: ellos imponen una demanda firme (y usualmente generosa) que, en algunos casos, además implica colocarse y mantenerse en la frontera tecnológica (bajo costo, productividad, calidad, etc). Simultáneamente, eso sí, se convierten en gigantes del mercado doméstico, al que atienden con un criterio mucho más político que comercial.

Si a esto le agregamos el proceso de destrucción del tejido industrial, aplicado especialmente sobre PyMEs nacionales que se vivió desde 1976 para acá (alguien recuerda la CGE?), el fuerte proceso de transnacionalización de los '90 y la baja eficacia de la acción reconstructiva estatal a partir de 2003, los incentivos realmente existentes para recrear y reforzar el tejido industrial local son pobres. Y, muchas veces, esta falta de protección es el terreno propicio en el que los peces grandes, por opción estratégica o por simple displicencia, operen antagónicamente respecto de los peces pequeños, proponiéndo políticas comerciales y productivas altamente inflexibles (remember el cartel del cemento).

Están tan afianzados en su negocio que no tienen incentivo para adoptar un cambio de enfoque. Y ahí es donde debe llegar el único árbitro que puede domarlos, encamisarlos, contener demandas. Somos nosotros. La sociedad. O su representación, el Estado. ¿Quién, si no?

Hemos aprendido, con el lomo, que a estos representantes del Capital, que prefieren la libertad de empresa como relato hegemónico, se les habla con el bolsillo. Nos lo enseñó el recordado “Zorro” Pugliese, con una demostración por el absurdo.

El Estado debe utilizar, por lo tanto, herramientas de política económica para lograr este propósito. Por ejemplo usando los derechos de exportación (sí, eso, las meneadas retenciones), acompañados por sus hermanos mellizos, los reintegros.

En nuestro país, después de aplicar un esquema de emergencia (5% plano a todas las MOI) que nos permitió apagar el incendio desatado en 2001, el Estado debió haber comenzado un trabajo de sintonía fina que busque reordenar el sistema de retenciones industriales. Nunca es tarde. Un sistema que penalice la exportación de commodities y que premie el agregado de valor (y su usualmente alto aporte de mano de obra, directa e indirecta).

Tomemos, a modo de ejemplo, uno cualquiera de los productos a los que hicimos referencia en esta zaga: pudo haber sido el PVC o el polietileno o el mineral de cobre o el zinc en lingotes, o el rollo de acero crudo laminado caliente, pero arbitrariamente elegimos el aluminio. Argentina lo exportó en 2008 por valor de 1.100 millones de dólares. El 82% de ese monto, nada menos, lo hizo en formatos primarios, los que corresponden a lingotes exportados por el principal (en rigor, el único, por aquello de las escalas productivas) productor nacional, Aluar, desde Puerto Madryn.
El 18% restante es aluminio exportado con mayor o menor grado de transformación. Pero recordemos: tanto los lingotes patagónicos (a unos 1600 dólares la tonelada) como TODOS sus transformados y, aguas abajo, un satélite espacial que pudiese fabricar y exportar INVAP (digamos 0.3 toneladas de aluminio a unos 2 palos verdes) pagan 5% de retenciones.

La realidad es que, de no existir otros incentivos (o restricciones), los peces grandes prefieren pagar ese 5% (bastante menos cuando es neteado de reintegros que se pagan tarde y mal, pero se pagan) pero mantener contentos a sus clientes del exterior. En 35 años de vida, la presencia del pez grande del aluminio en nuestro país no ha garantizado que su presencia haya recreado y reforzado el entramado industrial a su alrededor; por el contrario, todo parece indicar que se debilitó. Lo que hay son individuos y empresas en esfuerzos autónomos, que además se levantan cada mañana dedicando una plegaria para que San Aluar no endurezca sus términos comerciales (o no estamos en una economía de libre mercado?).

A estas asimetrías nos referimos cuando hablamos de involucrar a los grandes en el encadenamiento productivo por la vía de tocarles el bolsillo. Opciones en las que hacer caja (que, dicho sea de paso, es una opción válida) no son la verdadera prioridad. Donde las retenciones se convierten en las herramientas con que la Sociedad ordena las preferencias de los agentes detrás de un objetivo socialmente deseable (lo que nos permite subrayar por enésima vez la importancia de mantener una amplia brecha entre retenciones agropecuarias a la soja y al resto de cereales y oleaginosas, buscando incentivar preferencias en los productores).

Algún agudo comentarista , en capítulos anteriores de esta zaga, hablaba de otras N formas de promoción. Lo decimos, todas son aceptables. La diferencia con las retenciones es que la guita para poner en práctica esas otras opciones, termina saliendo de las arcas de nuestro Estado. Un Estado que todavía no termina de salir de la anestesia aplicada durante 30 años; y que probablemente no tenga la "estructura" para controlar la eficacia con que se aplican esos recursos.

Involucrar a los grandes productores que, en general, se han visto protegidos por prebendas y beneficios especiales desde su creación, es una forma de devolver el esfuerzo en ellos depositado y de continuar (convenientemente actualizado) un proyecto de desarrollo que dejamos trunco en el 76.

Dicho todo esto, alguien nos hará acordar que existe la política, y sugerirá que las restricciones y los alineamientos políticos del momento son demasiado exigentes como para pensar en otro frente de tormenta. Nosotros tenemos nuestra opinión, pero dejaremos el espacio de los comentarios para discutir el punto.

Esto, también, es redistribución del ingreso.

Y lo demás? Lo demás es biri biri.




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11 comentarios:

el Klamar dijo...

Totalmente de acuerdo.
Hay que agregar algo a lo de INVAP, los satélites y el aluminio. En realidad le sucede a la gran mayoría de los productos industriales en serio: TODOS están gravados con 5% de D.E. Mientras tanto, como resultado de un acuerdo con la mesa de enlace a fines del año pasado, algunas frutas (como los cítricos, que embalan en la zona franca de Tucumán para ahorrarse el pago de impuestos sobre los evases, por ejemplo)y la gran mayoría de las hortalizas quedaron gravadas con un DE del 2,5%. Ni hablemos de los lácteos, que no pagan derechos de exportación desde esa fecha.
Pero es cierto lo que dice en el último párrafo, nadie se anima (o nadie quiere) hacer una revisión integral del esquema de derechos de exportación. Los reintegros son otro tema, pero bien vale meterlos en la revisión.

Pregunto: se animaría Ud. a hacer un ejercicio eliminando retenciones a todo el universo de mercaderías y gravar sólo a los commodities agrícolas e industriales? Yo creo que se pueden garantizar los ingresos fiscales actuales subiendo unos puntitos más a la soja y los minerales.

No es que yo no quiera hacerlo, sabe, pero la verdad que me da fiaca..

Salvador Estado dijo...

Me parece que todo tu esfuerzo es vano. Vos lo dijiste "la vieja planta de General Motors en San Martín (GBA) produjo en 19 años (1959 a 1978) la misma cantidad de automóviles que la actual planta en General Alvear, cerca de Rosario, podría producir en 3". Hace la cuenta con la gente que trabajaba en la vieja planta y la que trabaja en la nueva y te va a dar peor. Esto vale para cualquier industria. No industrialicemos a la fuerza es un camino sin salido. Hay que pensar en "negocios" actividades que den guita, mentalidad comercial, olvidense de los espejitos de colores de la industria el mundo es distinto a los 70.

Contradicto de San Telmo dijo...

klamar: también nos gusta decepcionar, tenemos la misma fiaca que usté. El ejercicio matemático que propone está bien, pero no sé si tiene sentido penalizar sólo las commodities. Me parece que se trata de encontrar una fórmula que preferencie hacia el valor agregado...se podrían encontrar resquicios y encontrar un transformado con bajos DE que no sufre verdadera transformación. Hay que tener cuidado. Nuestros empresarios saben especializarse en encontrar grietas en el sistema.

Salvador: bella propuesta. Coméntenos, si quiere, un caso de economía/país hecho en base a negocios (servicios) y no a bienes. Y lo discutimos. Coincidimos con usté que laburar en serio es horrible.

el Klamar dijo...

Sí, es cierto.
Pero se me ocurrió que gravar con alícuotas altas únicamente las materias primas sería una propuesta más fácil de cerrar políticamente demostrando el verdadero sentido de la aplicación de los DE. Después también pensé que se nos pueden venir encima con la perorata que el mercado interno no consume toda la producción de tal insumo básico y que blablablabla la rentabilidad y sararasasa la función de producción.

En fin, quizás tiene razón don Salvador y deberíamos dedicarnos todos a la prostitución.

Saludos

Andrés el Viejo dijo...

¿Vio, Contradicto? Hay gente que cree que se puede negociar, tener mentalidad comercial sin que se fabriquen cosas. ¿Qué van a comerciar? No preguntemos pavadas, che. No seamos antiguos. No nos quedemos en los 70. Dediquémonos a los derivados financieros, así la plata se hace sola. Claro, a los dos o tres años se derrumba todo. Pero ya los muchachos de FIEL y CEMA van a encontrar la manera de echarle la culpa al populismo y al estatismo.
Saludos

Salvador Estado dijo...

Estimados, yo trabajo desde hace 20 años en industrias nacionales, ¿uds alguna vez trabajaron en alguna? evidentemente no, porque la pregunta es al revez ¿que vas a fabricar si no es negocio? Paises hechos en base a negocios es complicado de nombrar, porque desde mi trabajo los veo a todos en la misma hacer negocios. Es lo que nos pasamos haciendo en la industria negocios, para poder darle trabajo a la planta y la gente que trabaja en ella, si no hacemos negocios no hay planta muchachos. El mundo funciona así mal que les pese.

Andrés el Viejo dijo...

Veamos, don Salvador. Usted puede alegar que se expresó descuidadamente en el comentario anterior y, como a todos nos puede pasar, nadie le va a pasar una factura.
Pero no nos enrosque la víbora. Usted escribió "olvidense de los espejitos de colores de la industria el mundo es distinto a los 70" y propuso hacer "negocios". Lo que le hemos criticado es oponer la industria a la posibilidad de hacer negocios.
Nadie dijo que las empresas industriales tengan que perder plata o fabricar cosas perfectamente inútiles que nadie va a comprar.
El mundo funciona "así", dice usted. Le aviso que la ventaja que nos lleva Brasil económicamente se basa en que ese país construyó una gran industria y el nuestro la destruyó.
Saludos

Salvador Estado dijo...

La industria que Brasil desarrollo hace "negocios", la desarrollo para hacer negocios. Petrobras gana plata, no es subsidiada por el estado brasileño, YPF nunca llego a ganar lo que Petrobras ganó en un año. Embraer gana plata fabricando aviones, nosotros no pasamos del Pulqui a costa de los bolsillos de los contribuyentes. Me refiero a olvidense de hacer planes industriales, piensen en planes de negocios, la industria vendrá por añadidura.

santix dijo...

Eso, basta de hacer huevos, hagamos la gallina directamente.
Vendamos petroleo, una vez que lo vendimos, busquemos los yacimientos, seguro que los encontramos. Vendamos aviones por email, cuando tengamos suficientes pedidos, empezamos con el galponcito.

Hay cosas que si no las motoriza el estado, no lo hace nadie.
El problema de Argentina es que viendo la historia no hay periodos ni de cinco años de estabilidad politica o economica, ni hablar de las dos al mismo tiempo.
Eso, mas un estado colonizado por los poderosos grupos economicos, destruyo todo, hasta a YPF.

Salvador Estado dijo...

¿Sabes cuantas veces salvamos el galponcito, y los que laburan adentro, porque empezamos a vender los aviones por e-mail y despues nos pusimos a fabricarlos?
¿El Estado argentino es incapaz de hacer algo bien, ni lo que tiene que hacer, y vos crees que puede hacer guita? Vas a ver en que termina lo del futbol.

santix dijo...

Clarisima su posicion, don Salva.
Siga asi, dele nomas.