martes, 20 de octubre de 2009

En Brasil, la renta extraordinaria, es la financiera.


Brasil tomó la decisión de empezar a cobrar un impuesto al ingreso de capitales especulativos. Al revés que en Argentina, que lamenta la fuga, Brasil sufre por el ingreso desmedido de capitales.

Convendría hacer un breve repaso, para ver la cuestión en perspectiva.

En el período anterior a la crisis financiera internacional, entre 2002 y 2008, Argentina llevó a cabo un modelo que consistió en mantener en una banda de previsibilidad el tipo de cambio, en un nivel más alto que el que se le aconsejaba: había ingreso abundante de dólares vía comercio exterior, el BCRA los compraba con emisión de pesos (que intentaba esterilizar con Letras y Notas). El proceso se caracterizó por una inflación relativamente alta, con tasas de interés negativas, y con la transferencia de recursos desde los sectores rentistas hacia los productivos (empresarios, y en menor medida, asalariados) que tal situación genera.

Brasil, si bien también pudo fortalecer en gran medida su posición de reservas internacionales, llevó a cabo algo distinto. Se puso meta de inflación, el banco central se dedicó a operar sobre los agregados monetarios ortodoxamente, haciendo hincapié en el comportamiento cuantitativo del dinero. Mantuvo una inflación baja, tasas de interés atractivas, y un tipo de cambio flotante relativamente bajo. Un clásico modelo en que los inversionistas se llevan la mayor tajada, relegando a los sectores productivos.

Las bajas tasas de interés del dólar, sirvieron a los dos países para que les ingresaran abundantes divisas verdes: en Argentina, vía balanza comercial; en Brasil, vía cuenta financiera.


Una vez desatada la crisis internacional, ambos países también se plantaron distinto.

Argentina siguió priorizando la previsibilidad cambiaria. El menor ingreso de divisas por la baja de precios de commodities, sumado al refugio en el dólar de los inversores y ahorristas (que paradójicamente buscaban inversiones "seguras") hacían que, al revés que en el período anterior, el tipo de cambio tendiera a subir. El BCRA vendía reservas y se resistía sin devaluar demasiado (como pedían, por ejemplo, en la UIA).

Brasil también sufrió los efectos en el mismo sentido. Los dólares que antes le ingresaban, ahora se le iban. Fiel a la convicción mostrada en el período anterior, la opción que tomaron nuestros vecinos fue la de permitir que el tipo de cambio ajustara de acuerdo al mercado. El Banco central perdió gran cantidad de reservas, y el Real se devaluó fuertemente.

Esta situación hizo que proliferaran los pedidos de devaluación en Argentina. Ratazzi, recuerdo, hablaba del "interesante dólar que tenían en Brasil". El dólar cotizaba a bastante más de 2 reales. Y esto encarecía el peso, en relación al real. 1 real = 1,60 pesos. Conclusión: productos brasileros baratos y productos argentinos caros, en relación.


Pero esta situación duró poquito. Se empezó a normalizar el mercado, y ahora el real se revalúa cada vez más haciéndole perder competitividad a los productos brasileros.

Hoy el real cotiza en pesos a 2,26. Las vacaciones en Brasil, tan atractivas el verano pasado para los argentinos, se van haciendo un poquito más difíciles de alcanzar cada día.

Hoy, Brasil, tiene que tomar medidas para que el Investment Grade, y la sabia política de metas de inflación no lo terminen ahorcando.

Decisión que reconoce la existencia de una "renta extraordinaria" en ciertos actores del sector financiero, promovida en parte por el modelo económico, que transfiere desde los sectores productivos a los inversionistas, en parte por la bajas tasas de la FED, que inunda el mundo de dólares, y en parte, también, por haber dejado devaluar el real más de lo que deberían haberlo dejado (recuerdo haber participado de discusiones en que se mencionaba el over-shooting).

Todo, finalmente, conjugado en una volatilidad cambiaria, que, no sé por qué, pero a los empresarios brasileros les debe molestar bastante (en Argentina, probablemente, una situación similar sería motivo de abuso de la palabra "caos").


5 comentarios:

chacall dijo...

Le consulto Mariano, cuando usted escribe en negritas, "Un clásico modelo en que los inversionistas se llevan la mayor tajada, relegando a los sectores productivos."

Está diciendo realmente que Brasil implementó un modelo que relegó a los sectores productivos, porque logró desarrollar el sector financiero? No lo tenía tan binario a usted.

Entiendo yo que no poner este impuesto si podría llegar a tensar la cuerda más allá de lo deseable, y terminar relegando a el sector productivo.

Ahora bien, entiendo que entre poner un impuesto al ingreso externo de capitales, en el momento en que no sabés como reaccionar ante la inundación de estos, y mantener un encaje del 30% para los fondos extranjeros hay toda una gama de grises que permitiría optimizar un poco las necesidades de la realidad.

saludos!

Mariano dijo...

Chacall: cómo andás? No te tomes tan a pecho lo que digo del modelo brasilero.
Varias veces discutimos sobre este tema. Mi visión tiende siempre a sostener que Brasil, en varios aspectos, tiene un modelo que constituye un óptimo...para Brasil.
"Relegar", es en términos relativos. El sector productivo de Brasil tiene espalda suficiente como para no ahogarse tan fácilmente. Pero también es cierto que un modelo como el brasilero asigna al sector financiero recursos que, con otro tipo de decisiones podrían ser asignados al sector productivo (dentro del cual incluyo a los asalariados). Ojo, no le fue mal a Brasil con eso, al contrario.
El mismo modelo en Argentina, creo, podría haber dejado alguna secuela lamentable. Lo cual tampoco implica que el modelo actual no tenga ningún costo, al contrario (otra vez).
Un abrazo.

chacall dijo...

No puedo estar más de acuerdo con la siguiente afirmación: "en varios aspectos, tiene un modelo que constituye un óptimo...para Brasil"

Extrapolar cosas conocidas en dominios distintos, NO ES COPIAR, y eso solo puede arrojar resultados desconocidos. (Eso de copiar los países que hacen las cosas bien).

Ojo, no quiere decir que tengamos que hacer lo mismo ni todo lo contrario, sino encontrar el punto justo. Optimizar las políticas para nuestro beneficio.

Un país puede tener una mochila de políticas, medidas, téncias y demás acciones a encarar, y usar en cada momento la adecuada. Pero las mismas son hijas de su tiempo y se pueden medir en su contexto, ni antes ni después.

Estoy siendo tan genérico que sería imposible no acordar. Pero a veces me da la impresión que, en este país, determinadas políticas se defienden no por sus bondades o por cuanto contribuyen al objetivo planteado, sino porque políticamente son correctas, o porque son las opuestas a las que hacen "los niños mimados de los mercados".

Que quiere que le diga considero tan acertada esta medida como lo fueron en su tiempo en este país medidas similares. Pero no creo que hoy en este país, medidas similares fuesen acertadas.

Y si, entiendo que en términos relativos puede ser que haya sido relegado. Aunque voy a revisar los números (el IBGE l suele desagregar con bastante detalle sus series)

saludos!

Mariano dijo...

Chacall: no tiene nada que ver con esto, pero me comentaron (juro que es así, desconozco el tema) que los números del IBGE no tienen mucha credibilidad en Brasil.
Saludos

Andrés el Viejo dijo...

No me consta que haya algún país en el mundo donde las estadísticas oficiales no sean cuestionadas. Y mucho menos que gocen de credibilidad popular. En los países donde yo he vivido, desde luego que no. Brasil es uno de ellos.
Es motivo de burla, en particular, el IPC. ¿Gracioso, no?
Saludos