jueves, 23 de julio de 2009

Lycaon pictus

O perro salvaje africano.

Lo definen algunas actitudes que tiene hacia adentro de la jauría. Se ha observado en algunas instancias, mientras comparte ocio con sus crías y sus congéneres, que se retira del grupo unos tres o cuatro metros, se sienta y con una pata trasera se rasca enérgicamente el cuello. Es una señal de educación y de respeto. Busca proteger a los suyos de sus propios parásitos.

Cuando el hombre decide monitorear ejemplares al azar, lo más usual es que decida instalarle un collar de seguimiento, para lo cual debe adormecerlo. La tarea se realiza en terreno. Y la víctima elegida nunca es abandonada por los ojos de sus compañeros de jauría, que monitorean con angustia lo que le ocurre al hermano dormido. Apenas los humanos abandonan el lugar, sus compañeros vienen a buscarlo y lo arrastran de vuelta hacia el terreno en el que se concentra la jauría. Van tirándolo del mismo collar que acaban de instalarle los humanos y habitualmente dos o tres machos adultos tratarán de morder y dañar ese extraño dispositivo hasta abrirlo o romperlo, defendiendo al compañero de esa pieza extraña y ajena que le han montado al cuello. Los primeros collares eran de cuero y, por cierto, resultaban verdaderos manjares. Luego el hombre los perfeccionó y ahora son inviolables.

Una jauría puede estar compuesta por seis o siete adultos, pero solo el macho alfa y la hembra dominante se encargan de la procreación. Eso no genera rivalidad con los restantes. Ellos pasan sus días asistiendo y ayudando a criar los cachorros "sobrinos".

Cuando una hembra está amamantando a sus crías pequeñas, que no pueden valerse por sí mismas, y llega otro adulto, ella se levanta y abandona todo. Va hacia el recién llegado e introduce su hocico en la boca de aquel emitiendo un aullido especial, al que él responde con una contracción de su abdomen seguida de regurgitaciones. Es regla de la jauría, cuando uno come, todos comen.

Esa es la forma en que ella se alimenta durante los meses de amamantamiento. Cuando pueda, volverá a cazar. Y es normal que una hembra no dominante, que ha sido preñada, mate a sus propias criaturas apenas nacen o deje que lo haga otro adulto. Es la escasez de la sabana la que impone estos códigos de conducta.

Pero la idea es simple: los mejores cazadores, afuera cazando; los cachorros alimentándose rápido para dejar pronto el lugar de demandantes y convertirse en oferentes; el resto con la jauría, ayudando en lo que sea necesario.

Los métodos usados durante la cacería son perfectos. Mucho más eficaces que los del resto de los carnívoros. Trabajo en equipo. Paciencia incansable. Subordinación a las órdenes del líder y una voluntad a prueba de todo. Una vez que la cacería tuvo lugar, como en todas las sociedades animales, la jerarquía prevalece, pero el nivel de solidaridad es alto. El primero que come es el primero que parte hacia el lugar en el que se encuentran los débiles, para regurgitar parte de lo ingerido. Otros siempre quedan cerca del lugar de almuerzo y realizan tareas fundamentales, seccionar el cadáver y defenderlo de los “clepto-parásitos”, las hienas, los chacales y los buitres.

Hasta hace sólo 20 años, los guardaparques de Botswana y Sudáfrica tenían permiso para matarlos. Hace 10 años las autoridades cayeron en la cuenta de que quedaban en pie sólo cinco mil.

Ocurrió porque los perros salvajes fueron etiquetados con saña: el método que usan para dar muerte a sus víctimas es destriparlos vivos. Y esto le parece cruel a los humanos, pero la muerte es inmediata y prácticamente indolora. Atacan directamente el abdomen de su presa, que usualmente presenta las capas de piel más finas, y no se detienen hasta desollarla. En la sabana esto no es más cruel que los filosos dientes de una leona en la yugular de una cebra. O un chita sacudiendo salvajemente un antílope por los cuartos traseros hasta desnucarlo. Pero fue suficiente para que nunca se convirtieran en efigie de un escudo medieval, símbolo de una ciudad o marca de un automóvil.

Mala fama, que le dicen. Se la impusieron los mismos que los exterminan.

7 comentarios:

chacall dijo...

Totalmente acertada la etiqueta... "PERONISTA" !!!

Este blog está cada día mejor.

saludos!

santix dijo...

O sea que para lograr sus objetivos solidarios, atacan a su presa con inteligencia y organizacion, la matan al igual que los otros predadores, pero los critican por las "formas".
Seguro que entendio, chacall?

Caíto dijo...

Muy bueno, por alguna razón ésta estigmatización funciona. La manipulación con oscuros fines es tan vieja como el mundo, sinó piensen en el bleff del alunizaje de la Apolo que le permitió a los yankees pasarles por encima a los rusos en la carrera espacial con una soberana y mundial mentira. Los medios fueron ajenos? Cómplices y realizadores del burdo engaño. A 40 años nos dicen fue mentira pero les gustó eh?

los caniches de perón dijo...

Un abrazo peronista a los cumpas Lycaon Pictus, que encabezan las formaciones especiales del Movimiento Canino Peronista.

Caniche Pipo
Los Caniches de Perón
Rama "Tinolita"

Paola dijo...

Lo único para objetar es que somos mucho más que cinco mil, y los guardiaparques sí nos siguen apuntando...
Salvajes y negros, fieles como perros?

chacall dijo...

Es interesante lo que sucede cuando uno escribe crípticamente. Las interpretaciones son múltiples aún para la misma persona. Eso habla de que su pluma y sus ideas son de muy buena calidad.

No comenté mucho más porque quería ver por donde decantaban los comentarios.

Pero le cuento, a modo de anécdota, que lo primero que pensé cuando leí el post. Es un tanto personal, pero es que la descripción de este animal que usted está dando, justamente lleva el apodo que me han dado mis amigos, y en el porqué de este apodo, y demás cosas que me remontan un par de décadas atrás ya. Y veo que aunque eramos chicos, tan errados no estaban.

El apodo más bien es un tanto inocente, por mi forma de aprovechar determinadas situaciones en un partido de rugby y de estar constantemente atento y en movimiento buscando y aprovechando el error del adversario en favor de mi equipo, primero cuando muy chico me decía "perro loco" luego me quedó "chacal".

Pero una de las cosas que desconocía y que me gustaron mucho es lo que describe como "Trabajo en equipo. Paciencia incansable. Subordinación a las órdenes del líder y una voluntad a prueba de todo."(...)"el nivel de solidaridad es alto".

Casi casi una filosofía de vida esas líneas, nada más que describen la conducta de un ejemplar estigmatizado.

De todos modos, sirve para definir lo que los otros comentaristas han propuesto, acerca del peronismo, y como la visión de las cosas y la misma interpretación, depende de la perspectiva y el lugar donde el que habla se encuentra, y como a fuerza de repetir conceptos a veces nos olvidamos de ponerlos a prueba y comprobar su veracidad o su falsabilidad.

Es por eso que me gustan tanto sus posts "crípticos" aunque debo confesarle que más me gustan esas historias mínimas que cuenta sobre diversos "personajes" que en unos pocos párrafos describen una realidad que permite atravesar la política, la economía, la educación y las costumbres sociales de toda una época, y que hace rato no publica.

saludos!

ps: una cosa graciosa es que como estudié computación, muchas veces me preguntaron si mi apodo se debía a mis habilidades como hacker, nada más lejos de la realidad.

Contradicto de San Telmo dijo...

Chacall, agradezco el cumplido del primer párrafo. Me imagino que la anécdota que nos cuenta lo habrá retraído a aquellos anios de juventud, deporte conjunto y amigos, que son los mejores anios. Si mi post sirvió para eso, su propósito está cumplido.

Ahora también déjeme decirle, sin animo de pinchar un globo, que el nombre de guerra del lycaon pictus es perro salvaje africano. Tiene la particularidad de ser la única especie en su gen. El chacal es un primo de otro orden, al igual que el perro doméstico. Un poco menos gregario, igualmente astuto pero cumpliendo en la sabana y la estepa africana el papel de carroniero, tan necesario.

Abrazo a usté y al resto de los comentadores y gracias por pasar.