sábado, 22 de agosto de 2009

22 de agosto de 1972




Hace 37 años, diecinueve presos políticos fueron fusilados a sangre fría en la base aeronaval Almirante Zar, de Trelew. Dieciséis de ellos murieron. Los tres que sobrevivieron a sus graves heridas fueron años después secuestrados y desaparecidos.


La masacre deliberada, cometida por personal de la Armada, no fue el primer caso de violación de los derechos humanos y de las propias leyes internacionales de guerra, pero por su magnitud y la forma en que se realizó, marcó un salto hacia el establecimiento del terrorismo de Estado.


El 15 de agosto, en la cárcel de Rawson se produjo un amotinamiento destinado a lograr la fuga de 110 presos pertenecientes a organizaciones guerrilleras, tanto peronistas como no peronistas. Errores en la ejecución de la fuga hicieron que sólo seis de los presos lograran abordar un avión y huir a Chile, mientras que diecinueve llegaron al aeropuerto demasiado tarde. Allí, ya sin posibilidades de eludir la captura, entregaron sus armas y fueron conducidos a la base aeronaval.


La versión oficial de los hechos fue de una fragilidad pueril. Durante una inspección, los detenidos habrían atacado al oficial a cargo, sacándole el arma. Entonces, se habría producido un tiroteo en el que, milagrosamente, ningún integrante de la Armada sufrió ni un ligero rasguño. Nadie creyó en esa novela.


Prontamente desmentida, además, en las expresiones que el jefe de la base tendría dos semanas después, ante una formación de sus subordinados. El entonces capitán de navío Horacio Mayorga, en efecto, dijo: “No es necesario explicar nada. Debemos dejar de lado estúpidas discusiones que la Armada no tiene que esforzarse en explicar. Lo hecho bien hecho está. Se hizo lo que se tenía que hacer. No hay que disculparse porque no hay culpa. La muerte está en el plan de Dios no para castigo sino para la reflexión de muchos”.


Casi una semana pasó hasta el día del fusilamiento, lo que demuestra que la decisión de la masacre fue cuidadosamente meditada. Fusilar a prisioneros indefensos , sin siquiera un simulacro de juicio y pretender que el país aceptara una explicación tan hipócrita como inverosímil constituyó un paso adelante en lo que pocos años más tarde tomaría la forma siniestra de un plan de exterminio masivo.



Los muertos de Trelew fueron:

Alejandro Ulla (PRT-ERP)
Alfredo Khon (FAR)
Ana María Villarreal de Santucho (PRT-ERP)
Carlos Alberto del Rey (PRT-ERP)
Carlos Astudillo (FAR)
Clarisa Lea Place (PRT-ERP)
Eduardo Capello (PRT-ERP)
Humberto Suárez (PRT-ERP)
Humberto Toschi (PRT-ERP)
José Ricardo Mena (PRT-ERP)
María Angélica Sabelli (Montoneros)
Mariano Pujadas (Montoneros)
Mario Emilio Delfino (PRT-ERP)
Miguel Ángel Polti (PRT-ERP)
Pedro Bonet (PRT-ERP)
Susana Lesgart (Montoneros)


Los tres sobrevivientes:
Alberto Miguel Camps (FAR, desaparecido en 1977)
María Antonia Berger (FAR, desaparecida en 1979)
Ricardo René Haidar (Montoneros, desaparecido en 1982)

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