jueves, 27 de agosto de 2009

Reintegros


La cuestión de la emergencia agropecuaria y el famoso veto al artículo irreal, que discutía Andrés en un post anterior, me dispara algunas ideas.
Podría sostenerse, condensando opiniones de varios habituales comentadores de blogs, algo parecido a lo siguiente:

En lugar de plantearse la cuestión como una “eximición” del pago de retenciones, debió haberse elaborado un mecanismo de reintegro compensatorio. El Estado le devolvería, de esta forma, al productor afectado lo que el exportador, por el efecto de las retenciones, le retacea cuando le compra la cosecha. O sea, le depositaría en su cuenta la diferencia entre el precio teórico sin retenciones y el precio efectivo de la venta del productor al exportador.

Supongamos que fuera así de sencillo (a pesar de que esconde infinidad de elementos para el debate, y que tienen que ver con la apropiación de la renta, ya que el exportador y el acopiador no sólo le descuentan las retenciones al productor, sino también sus márgenes, probablemente mayores en tiempos de sequía, en los que pueden “jugar” con la necesidad del productor por recuperar una parte al menos de su capital de trabajo, a pesar de lo cual los discursos de defensa de los productores no han hecho más que fortalecer esta situación de dependencia entre el primer eslabón de la cadena y los subsiguientes, echándole la culpa a la intervención estatal de todos los problemas generados por el sistema).

Sin embargo, podría dársele también una densidad un poco mayor a la cuestión.
Primero, vinculándola con el aspecto tan trillado últimamente de las “prioridades” que el estado tiene que atender con sus recursos escasos (muy mentado para aplicar en el tema fútbol, por ejemplo).
Nos preguntamos: ¿cabría la posibilidad de establecer un régimen de compensaciones similares para un impuesto como el IVA? Los consumidores más débiles (de menores ingresos) serían compensados, por esta vía, con la devolución del IVA, por parte del Estado, indirectamente pagado cuando consumen (casi exclusivamente bienes de la canasta básica).
Sugerimos que el reintegro se realice previa coparticipación del impuesto (es decir que se coparticipe el neto de recaudación menos reintegros, como se hace con las actuales devoluciones de IVA vigentes).
¿Aceptarían esta transferencia de recursos con efectos “centralistas”, en nombre de las “prioridades” que el estado debe atender y de la lucha contra el escándalo de la pobreza, los paladines del federalismo?

Sé que es dificilísima la implementación de un régimen de estas características. Más difícil todavía que la de los reintegros a productores agropecuarios, a pesar de la simplificación chicanera con que se la disfrazó en la ley (“eximición del pago de derechos de exportación”).
Sin embargo puede servir, al menos por el absurdo, para darnos cuenta de cuáles son las cosas que se ponen en juego cada vez que se discute sobre la necesidad de redireccionar recursos.

6 comentarios:

El del 0.33% dijo...

Mariano, recaudar es dificil, si encima metés complicaciones de este tipo con compensaciones, guita que va, guita viene, termina siendo un quilombo.

Hoy con los impuestos que tenemos no podemos terminar con la evasión, ¿por qué creer que algo complejo lo vamos a poder llevar a la práctica?

Mariano dijo...

0,33%: es cierto. En el último párrafo intenté aclarar la idea de la propuesta. No llevarla a cabo, sino usarla para identificar la cantidad de asuntos que se involucran cuando se habla redireccionar recursos.
Gracias por comentar.
Saludos

Anónimo dijo...

Si pagas con tarjeta de debito el iva se devuelve... Dejando solamente dentro de los favorecidos impositivamente a los trabajadores en relacion de dependencia.
¿Por que no tambien devolver el IVA de la compra de herramientas o materiales de construccion? Nadie se compra un serrucho para darse un lujo. Parece mas facil poner impuestos que sacarlos.

EduA dijo...

Mariano:

Lo que sugerís es más que posible. Siempre he pensado que uno de los problemas para aplicar políticas de incentivos a sectores –o de compensación social- que sean consumidores finales, basadas en diferenciar el tratamiento sobre el IVA, radica en que en la Argentina los precios lo incluyen. En los EEUU, el precio es el precio, y el Sales Tax va arriba. La forma sencilla de implementar esto es eliminar las facturas B ó C. Que sólo haya A, con aclaración de origen del pago y códigos de sujeción a regímenes especiales. Si no se tiene CUIT o CUIL, DNI o pasaporte, y listo. Esto tendría varias consecuencias al mismo tiempo, y abriría muchísimas posibilidades:
• si alguien es beneficiario de un plan social, por ejemplo uno de asignación universal por hijo o para jubilados y pensionados, cabría que con el código automáticamente la factura calcule un IVA menor;
• ídem para una empresa beneficiada con un régimen especial;
• habilitaría interesantes posibilidades de incentivación/compensación focalizada territorialmente;
• consentiría aplicar, de tanto en tanto, cuando sea menester, políticas de reducción generalizada de IVA que automáticamente se reflejen en reducción de precios efectiva;
• tendería a bajar el margen de maniobra de la economía en negro.

Cuando se alega “dificultad” hoy por hoy, con los medios existentes, siempre vas a distinguir a quien quiere mantener el statu quo. Es exactamente lo que pasa hoy con la política impositiva para con el agro (ya sabés que opino esto desde hace meses). (Y una observación –te voy a molestar con mis eternas pero respetuosas disidencias de radical asqueroso- acerca de lo que ponés en paréntesis en el párrafo que comienza con “Supongamos que…”. Pues bien, Mariano, el problema es que es el gobierno el que habilita y consiente el sistema con sus disposiciones; es su responsabilidad desbaratarlo; lo construyó, sobre todo, en 2008; favorece a exportadoras y a la concentración; si no hace nada, por algo es; cabría preguntarse por qué, y es una pregunta que se hace muy poco el espectro que considera que todo lo que se hace desde el gobierno en esta materia está perfectamente bien).

Un abrazo,

Eduardo.

Mariano dijo...

Eduardo:
lo que sugerís acerca de las facturas A universales, realmente es una idea interesante. Sería bueno que cuando se hable de "bajar IVA" se lo haga con especificaciones de este estilo, y no con meras consignas con intención de chicanear.
Habría que bancarse, igualmente, la lucha por la renta que se desprendería de tal situación, que no queda abortada porque se especifique con mayor o menor claridad la intervención. Pero, bueno, gratis no hay nada.

Respecto del párrafo y el paréntesis que me señalás, no coincido en que el Estado haya intervenido para propiciar la concentración. En todo caso, no ha tenido una intervención eficaz para evitar la concentración que se genera propiamente por el funcionamiento del sistema tal como está (y tal vez tampoco se lo haya propuesto).
Pero liberando el mercado de la manera cruda en que lo plantea la oposición en general, no sólo la tendencia a la concentración no se detendría sino que se desarrollaría con menos trabas, probablemente.
Varias veces conversamos acerca de las propuestas del INTA, de las variantes asociativistas y las posibilidades de reconversión productiva que ofrecen, y hasta creo que estuvimos mayormente de acuerdo. Pero no es eso lo que se plantea cuando se habla de recuperar las señales de precios, terminar con las distorsiones, etc. De hecho, los sectores más concentrados de los agronegocios comparten esta postura (ver qué dice Grobocopatel y las Cámaras de exportadores, por ejemplo).
Particularmente creo que le están generando falsas expectativas, desde la oposición, a algunos productores cuya "ineficiencia" los deja afuera del negocio por el propio desarrollo de las fuerzas productivas y no porque el Gobierno decida cobrarles retenciones.

Un abrazo.

EduA dijo...

Gracias, Mariano, por tu respuesta. Trato de aportar. Siempre tengo la impresión de que las discusiones rondan –de cualquier lado- enloquecidamente en derredor de supuestos que no se llevan suficientemente a instrumentaciones concretas; y, cuando se lo hace, con una insolvencia técnico-política que aterra. Pues otra cosa que no se suele tener en cuenta es que, no importa la ideología o las intenciones políticas (o sociales, o económicas, etc.) que sustenten cualquier medida –sea la que sea-, la instrumentación práctica es tan importante (e incluso más) que la medida en sí. El punto es que, en mi opinión, solemos flotar en una atmósfera de mediocridad espeluznante: sin visiones sistémicas, que entiendan qué impacto tiene mover cada clavija y cómo se la mueve, se corre permanentemente el riesgo de, paradójicamente, obtener el efecto contrario al buscado –o declamado-. Cuando digo sistémica, implica también una buena cuota de sociología aplicada inteligentemente.

Dicho esto, que es de aplicabilidad general, coincido con vos con que lo que propongo no garantiza resolver la puja por la renta; tampoco lo pretende; en cambio, lo que sí pretende (y creo firmemente que ayuda a resolver) es dar grados de libertad a las políticas económicas y tributarias, sumidas por facilismo en una camisa de fuerza autoimpuesta. Otra vez: el enfoque sistémico permite ver las ventajas de una iniciativa de este tipo y, sobre todo, el tremendo efecto que tendría sobre reducir el margen de acción de la economía en negro, cuyo efecto positivo se transmitiría como un dominó volcándose en secuencia.

En cuanto a lo que comenté sobre tu paréntesis, refirmo mi opinión. Bastaría chequear cuál era la apropiación de renta previa a las resoluciones administrativas distorsivas de la ONCCA de 2008 y luego. Te aseguro que estremece el resultado. Y aún estremece más darse cuenta de cuánto cambiaría la ecuación para los productores si tales medidas se removieran. La alternativa es una junta moderna, no controlada mayoritariamente por el Estado. Es inviable proponer algo así en un contexto de crispación continuamente retroalimentado como el actual –y, sobre todo, dada la credibilidad que se ha rifado por tan poco-. Las “señales” de precios, en esta coyuntura, hay múltiples otras formas de mantenerlas en niveles acordes con las posibilidades actuales del país, y de su estructura de precios (podría precisarte exactamente cómo, pero me extendería demasiado). Lo que, de todos modos, me entristece es verme obligado a sospechar: miles de millones de pesos anuales transferidos por lo que estas resoluciones administrativas habilitan hablan por sí mismos. Y que cada medida que se toma respecto al agro –y las que cuidadosamente no se toman- sólo aumenta la concentración, aún más.

Bueno, será que soy un opositor escéptico, pero que se resiste a mala pena a ser anti.

Un abrazo,

Eduardo.