sábado, 26 de septiembre de 2009

Belleza VIII (Pintura)


Jacopo Comin (1518-1594), pintor veneciano, es más conocido como Tintoretto, apodo que recibió por ser hijo de un tintorero. Aclaremos, en esa época se llamaba así a los artesanos que teñían telas, no a orientales dedicados a la limpieza de la ropa ni a parientas de funcionarios macristas beneficiadas por reglamentaciones supuestamente protectoras del medio ambiente.

Fue discípulo de Tiziano, de quien aprendió el manejo de luces y sombras y del color. Pero Tiziano le tomó antipatía y el alumno debió abrirse paso sin ayuda. Para obtener encargos, a menudo Tintoretto trabajó por muy poca remuneración e incluso gratis. Esto le permitió abrirse camino, pintando para palacios de las familias ricas de Venecia, para edificios oficiales y para las llamadas scuola, asociaciones mutuales de los gremios o de los barrios de la ciudad. De su actividad salieron gran cantidad de cuadros y murales. Las pinturas que realizó para el edificio de la Scuola di San Marco le dieron renombre.

Como sus colegas de la época dedicó una buena cantidad de sus obras a temas bíblicos. La bonita señora de la ilustración es precisamente un personaje bíblico. La historia de Susana tenía todos los ingredientes para atraer a los pintores. Susana, una hermosa mujer, se estaba bañando cuando fue espiada y admirada por dos ancianos de gran prestigio, que habían sido elegidos jueces. Los viejitos verdes se tiraron un lance y Susana los rechazó, argumentando que aceptarlos sería un pecado. Enojados, los ancianos la acusaron públicamente de adulterio y Susana estuvo a punto de ser condenada a muerte. El profeta Daniel pidió que lo dejaran interrogar a los acusadores por separado. Como un experto de Scotland Yard, les preguntó detalles que ellos no habían incluido en su relato del supuesto adulterio y, por supuesto, los viejos se contradijeron. Caso cerrado.

La pintura se exhibe en el Museo de Historia del Arte de Viena.

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