Los filisteos estaban apostados en un monte y los israelitas en el lado opuesto, con el valle de por medio. Entonces salió de entre los filisteos un luchador llamado Goliat, nacido en Gath, que medía casi tres metros de altura. Llevaba en la cabeza un casco y una coraza escamada de bronce que pesaba más de medio quintal. Tenía unas canilleras en las piernas y una jabalina en la espalda. El asta de su lanza era gruesa como el palo de un telar y su punta de hierro pesaba unos seis kilos. Su escudero iba delante de él. En un momento se detuvo e increpó a los israelíes: "¿Para qué salen a presentar batalla si ni siquiera pueden enfrentarme a mí? Elijan pronto a un sólo hombre que baje a enfrentarme (...)
Los que habían oído a David fueron a hablar con su rey, Saúl, que lo mandó llamar. David dijo a Saúl: "No hay que desanimarse; yo iré a luchar contra ese filisteo". Pero Saúl le respondió: "Tú no puedes batirte con él, porque no eres más que un muchacho, y él es un hombre de guerra desde su juventud". David dijo a Saúl: "Apaciento el rebaño de mi padre, y siempre que viene un león o un oso y se lleva una oveja del rebaño, yo lo persigo hasta que se la arranco de la boca; y si él me ataca, lo mato a golpes. Así he matado leones y osos"(...)
Entonces Saúl dijo a David: "Andá, y que el Señor te proteja". Hizo vestir a David con su propia indumentaria, le puso en la cabeza un casco de bronce y lo cubrió con una coraza. Luego se colgó la espada de su rey e hizo un esfuerzo para poder caminar. Pero cuando vio que era imposible, le dijo a Saúl: "No puedo caminar con todas estas cosas". Se las quitó, tomó su bastón, eligió en el río cinco piedras bien lisas, las puso en su bolsa de pastor y con la honda en la mano avanzó hacia el filisteo...
Esta historia continuará
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